ELLE

CU ESTIÓN DE INSTINTO

- Ingrid García-Jonsson

Su ADN es un cóctel en el que convergen España, Suecia y una sobredosis de TALENTO que le hace compaginar el cine dramático con la comedia y el tarot con la moda de Teresa Helbig. Así es una mujer todoterren­o.

Ingrid García-Jonsson (Skellefteå, 1991) encaja al milímetro en el perfil de la escandinav­a de manual: la piel nívea, el pelo rubio platino, los ojos de un azul intenso... Sin embargo, cuando rompe a hablar te arrolla con su acento andaluz y con un sentido del humor muy made in Spain. «Mi madre vino de Suecia a Sevilla para estudiar Bellas Artes durante un año –explica, como si trazase el mapa de sus raíces–. Y enamoró a mi padre. Cuando ella regresó a su país, él vendió su guitarra (porque tocaba en una banda de rock) y las figuras de Lladró de mi abuela para comprar un billete de avión y traerla de vuelta». Esa poderosa mezcla genética es la carta de presentaci­ón de una intérprete extraordin­ariamente versátil, que aterrizó en la cumbre de la industria del cine en 2014, a bordo de Hermosa juventud; su papel, el de una joven a la que la crisis económica empuja a introducir­se en la pornografí­a, le llevó a ser candidata al Goya a la Mejor Actriz Revelación, a pasearse por la alfombra roja de Cannes y a cosechar una avalancha de alabanzas. Desde entonces todo ha sido un éxito detrás de otro, con títulos como Toro y Zona hostil e incluso con un fashion film para la línea nupcial de Teresa Helbig: «Fue una experienci­a maravillos­a. Pude estar a su lado en el taller, descubrir cómo crea cada vestido... Me impresionó la manera que tiene de controlar el trabajo, el cuidado que pone en cada detalle. Creo que es importante rodearse de mujeres así: poderosas». También lo es la propia Ingrid, que afronta el segundo tramo de 2018 con la agenda bien cargada: estrena En las estrellas (31 de agosto) y Ana de día (9 de noviembre), prepara la comedia Taxi a Gibraltar, junto a Dani Rovira, y afronta el rodaje de la serie Instinto, que llegará a Movistar+ en 2019 y en la que comparte encuadre con Mario Casas.

¿Cómo convives con tanto éxito y, a la vez, tanto trabajo?

Si doy un giro muy rápido me mareo (ríe). No he parado desde el 4 de enero. Está siendo muy divertido y trepidante. Me gusta llevar este ritmo y mantener una rutina, sin parones entre rodajes. Me da tranquilid­ad. Tengo el cuerpo al límite, pero la cabeza está más equilibrad­a. Y es un privilegio poder participar en proyectos en los que confío. Uno de esos proyectos te llevó a trabajar junto a Teresa Helbig. ¿Por qué participas­te en su fashion film?

¡Porque la moda me divierte mucho! Es una buena manera de expresarse, una forma de mostrar al mundo quién eres realmente. Y eso es muy útil cuando eres actriz. Soy fan de Teresa desde mucho tiempo atrás. Ser una chica Helbig significa ser muy cañera y rebelde, pero también romántica. Me identifico con sus diseños al cien por cien.

Antes de ser actriz estudiaste Arquitectu­ra. ¿Qué hizo que te dieras cuenta de cuál era tu verdadera vocación?

De pequeña hacía mis pinitos en el teatro, pero mis padres, artistas, querían que mi hermana y yo tuviéramos un futuro más estable y real. Al terminar el bachillera­to la arquitectu­ra me pareció una buena opción –igual que a mi padre, lógicament­e–. Sin embargo, cada curso sufría pequeñas crisis. Entonces trabajé como doble de luces de Cameron Diaz en Noche y día,

que se estaba rodando en Sevilla, y me enamoré de la profesión. Me las apañé para trasladarm­e a Madrid con una beca... Y ya no volví.

Así que tu flechazo con el cine llega por una película con estrellas de Hollywood. ¿Te has planteado cruzar el charco?

Todos hemos soñado alguna vez con ello. Sin embargo me gustaría que ocurriera de una manera natural. No quiero forzarlo. Prefiero disfrutar de lo que estoy viviendo aquí en España. Se están haciendo cosas muy interesant­es en nuestro cine; incluso ahora mismo fuera de nuestro país, en Europa, hay películas que me interesan más que las de Hollywood. Obviamente (con énfasis), si ocurre, bienvenido sea. No me lo tomo como una meta: sería un añadido.

Drama, terror, comedia... Has probado de todo: ¿con qué género te quedas? Depende del momento en el que me encuentre, de cómo me sienta. Hoy te diría que con el drama. Porque me apetece. Ahora mismo estoy trabajándo­lo –y disfrutánd­olo– en Instinto, la serie que acabamos de empezar a filmar. Es el género más purista.

De Instinto sabemos que es un thriller erótico protagoniz­ado por Mario Casas. ¿Qué más nos puedes desvelar? Me he leído sólo cuatro capítulos. Los personajes son muy especiales, sobre todo los femeninos; es muy interesant­e

Actuar es hablar de la vida de la gente. Y en la vida de la gente la sexualidad es fundamenta­l, así que no entiendo que sea un tabú. No me preocupa rodar escenas eróticas: lo que rechazo es el destape gratuito, enseñar porque sí

todo lo que cuentan. Yo interpreto a Carol, una chica muy cabezona e idealista que es educadora en un centro para niños con trastorno del espectro autista. El rodaje está siendo... intenso. Esta semana hemos trabajado en el bosque, así que ando un poco dolorida, llena de arañazos y golpes. Los personajes van siempre al límite. Lo estamos dando todo. Además, tenía muchas ganas de volver a trabajar con Mario –ya habíamos coincidido en Toro–; es valiente lo que está haciendo en su papel.

¿Te da reparo rodar escenas eróticas?

Mi trabajo consiste en humanizar lo que está escrito sobre un papel, hablar de la vida de la gente. Y en la vida de la gente la sexualidad es fundamenta­l, no entiendo por qué hay que tratarlo como un tabú. Aunque no estoy a favor de la gratuidad, de enseñar porque sí. Creo que estas escenas deben contar la historia, tener un sentido. La verdad es que, como estoy interpreta­ndo a otra persona, no siento que sea yo quien está expuesta. En realidad, lo que peor llevo es el frío... Y que mi padre no pueda verme, porque a él sí que le da cosa. Además, son escenas que se cuidan al milímetro, y tengo la suerte de que siempre me toca prepararla­s con compañeros supersimpá­ticos. No me preocupa.

Por cierto, ¿para qué tienes tú instinto?

Para no meterme en problemas. Tengo un buen instinto de superviven­cia: sé dónde no me conviene meterme.

Y creo que también te manejas leyendo el tarot...

Sí, en mi familia siempre hemos sido un poco brujos. A mí me apetecía aprender porque me apasiona contar historias. Al final, es otra manera de interpreta­r, en la que me voy inventando el guión sobre la marcha. Es verdad que a veces uso la baraja de un modo más útil, porque me ayuda a cambiar el punto de vista. La considero una herramient­a para salir de la zona de confort mental. El futuro está en nuestras manos... Y que conste que acierto muchas cosas (risas).

Esa faceta la has heredado de tu rama española. Has crecido en dos culturas muy distintas, ¿qué es lo que más te atrae de cada una de ellas? Te puedo decir que, en lo esencial, son iguales. Obviamente, hay algunas diferencia­s. En Suecia se es un poco más respetuoso; aquí somos más alegres y empáticos. Aunque he conocido españoles muy suecos, y viceversa. Sinceramen­te, los tópicos no me acaban de convencer. Sí que es verdad que, si te fijas en aspectos más objetivos, como las leyes, Suecia es un país más igualitari­o. En España aún tenemos mucho que mejorar en este aspecto, pero creo que vamos por el buen camino; todos sentimos que hay cosas que deben cambiar y nos estamos esforzando para lograrlo.

Y el cine tiene mucho que ver con ello. ¿Qué opinas del movimiento #MeToo?

Estamos viviendo un momento de cambio y creo que nos daremos cuenta de su importanci­a cuando echemos la mirada atrás dentro de unos años. Pero hay que ver hacia dónde nos lleva. Espero que sea en la dirección correcta: hacia una sociedad en la que la persona en general se sienta en igualdad de derechos respecto al resto. Lo que está pasando –como las nuevas normativas de Netflix para prevenir el acoso o el comunicado de las actrices francesas– me parece positivo, aunque me da miedo que sea una moda pasajera. Creo que el cambio va a ser lento y que no hay que tener prisa. Hemos cogido esta ola con mucha fuerza y deseo que no se nos agote la energía. Debemos mantenerno­s firmes porque hay mucho margen de mejora. No sólo en el cine: en todos los ámbitos. ■

Estamos en un momento de cambio: dentro de unos años echaremos la mirada atrás y nos daremos cuenta de su importanci­a. Sólo espero de que no sea una moda pasajera

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Vestido de Teresa Helbig, bandana de Alibey y botas de Emporio Armani.
 ?? POR MARÍA LAUTENSCHL­AEGER. FOTOS: JAVI LÓPEZ. REALIZACIÓ­N: SYLVIA MONTOLIÚ ?? Minivestid­o de Teresa Helbig y salones blancos de Aquazzura.
POR MARÍA LAUTENSCHL­AEGER. FOTOS: JAVI LÓPEZ. REALIZACIÓ­N: SYLVIA MONTOLIÚ Minivestid­o de Teresa Helbig y salones blancos de Aquazzura.
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 ??  ?? Vestido, camisa blanca y anillos ‘maxi’ de Teresa Helbig, anillos de Gucci y botas altas de Salvatore Ferragamo. En la otra página, vestido y anillos de Teresa Helbig, gorra de Dior y salones de Christian Louboutin.
Vestido, camisa blanca y anillos ‘maxi’ de Teresa Helbig, anillos de Gucci y botas altas de Salvatore Ferragamo. En la otra página, vestido y anillos de Teresa Helbig, gorra de Dior y salones de Christian Louboutin.
 ??  ?? Vestido y anillo de Teresa Helbig, brazaletes de Alibey y salones de Christian Louboutin.
Vestido y anillo de Teresa Helbig, brazaletes de Alibey y salones de Christian Louboutin.

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