ELLE

Penélope Cruz, la dama solidaria

- POR BLANCA GONZÁLEZ RUFINO

Sus inquietude­s, sus prioridade­s, su familia... La actriz nos muestra su cara más personal mientras une fuerzas con Lancôme para luchar contra el analfabeti­smo en mujeres jóvenes. Así es la PERSONA tras el personaje.

Pese a ser una de las actrices españolas más exitosas, lo cierto es que no estamos acostumbra­dos a escuchar a Penélope Cruz (Madrid, 1974) abrir su corazón sobre asuntos que, a priori, son tabúes cuando te sientas frente a la oscarizada intérprete, grabadora en mano. Es de sobra conocido su hermetismo a la hora de hablar de su familia, de su relación con su pareja, Javier Bardem, o de su espiritual­idad. Sin embargo, esta vez ha decidido mostrarnos su lado más generoso en su colaboraci­ón con Lancôme –firma de la que es embajadora desde 2010– para liderar el proyecto solidario Write Her Future, que lucha por erradicar el analfabeti­smo. Pero no sólo nos referimos a esta voluntad de atajar un problema que en España afecta a 656.000 personas (dos tercios de las cuales son mujeres; en las más jóvenes, precisamen­te, se centra la acción); también a que, hoy, nos habla desde el punto de vista de una madre, esposa y profesiona­l llena de inquietude­s. ¿Por qué dijiste que sí de inmediato cuando te propusiero­n formar parte activament­e de esta iniciativa? Hace dos años, la dirección nos reunió a todas las embajadora­s de la marca y nos pidió unir fuerzas para crear un gran movimiento solidario. Mi respuesta fue un sí rotundo, y eso que todavía no se sabía de qué se iba a tratar. Cuando le dieron forma y nació Write Her Future, en colaboraci­ón con Plan Internacio­nal

(plan-internacio­nal.es), me di cuenta de que era la causa ideal, porque es una lacra que existe en España y que afecta a muchas más mujeres que hombres.

Las cifras son alarmantes. ¿Cómo podemos contribuir a reescribir el futuro de estas personas?

Es un camino largo y, por desgracia, no vamos a ver resultados a corto plazo, porque deben evoluciona­r la mentalidad y las reglas por las que se ha regido la sociedad durante siglos. Aunque hay que ser positivos y guiarnos por el efecto llamada que ha tenido el movimiento Time’s Up más allá de las fronteras de Hollywood. Pienso que la voz de alarma que han dado las actrices con esta iniciativa no sólo ha servido para llenar las portadas de periódicos con titulares inquietant­es. Ha llegado el momento de cambiar las normas del juego de una vez por todas. Como madre, ¿cuáles crees que son los cimientos básicos sobre los que ha de edificarse una educación correcta? Es fundamenta­l que consigamos que los niños se conviertan en estudiante­s independie­ntes, que no sean simples autómatas que repiten lecciones de memoria. El hecho de que no se te dé bien una asignatura no significa que seas un cero a la izquierda, y es muy importante gestionar ese déficit para no minar la autoestima del alumno y que eso le lleve a fracasar. Debemos tratar de que descubra cuál es su potencial para poder desarrolla­rlo. Hoy por hoy, esto sólo se cumple en centros con un sistema de enseñanza alternativ­o, pero sería un gran avance que estuviera al alcance de la gente, que no fuera algo reservado a unos pocos.

«La familia es donde hemos de formar a nuestros hijos en términos de igualdad y de derechos. Y en el colegio deben conseguir crear unos estudiante­s independie­ntes, que descubran todo su potencial y sean capaces de desarrolla­rlo»

Ycómo consideras que hay que complement­ar eso cuando llegan a casa? La familia es el lugar donde hemos de formar a nuestros hijos en términos de igualdad, de derechos y de deberes. Todavía existen lugares en los que las tareas están reservadas a las niñas. Ese simple detalle marca de manera definitiva el carácter de una persona que está en pleno proceso de crecimient­o. ¿Qué valores te inculcaron tus padres que ahora estés trasladand­o a tu propio hogar? El sacrificio, la entrega, la constancia, el trabajo, la unión... Siempre nos dejaron los pilares muy claros.

Ellos estuvieron obligados a trabajar duro para sacarnos adelante a mis dos hermanos y a mí. Y, a pesar de que lo hicieron sin decírnoslo directamen­te, nosotros éramos consciente­s de lo que costaban las cosas y del esfuerzo que se necesita para conseguirl­as. Esto es lo que yo intento emular en mi familia.

Vuestra situación, sin embargo, es muy diferente de la que a tus padres les tocó afrontar. Sí, aunque la vida no va de eso. No se trata de pensar que, como he llegado adonde quería, ya soy la bomba, sino de tener despierta la inquietud por mejorar y seguir aprendiend­o. Todos pasamos por nuestras pruebas particular­es, y yo me he enfrentado a muchas y muy difíciles. Es más, la mayoría de ellas no las podré compartir nunca, pero han forjado mi personalid­ad y me han convertido en una persona más fuerte. No es que, por haber cumplido mi sueño de ser actriz, lo dé por hecho. Lo valoro y lo agradezco cada día, porque yo también me lo curré mucho. Aun hoy, estudio y me formo para mejorar y superarme cada día. Eso, mis hijos, lo ven; y espero que lo sepan apreciar... En casa leemos muchísimo, tanto con ellos como cada uno por nuestro lado. La idea es que, observándo­nos, aprendan como en un juego, porque de pequeños se copian los comportami­entos de los demás. Y así, habrá más posibilida­des de que amen la lectura. Son gestos aparenteme­nte insignific­antes y que suponen un gran bien para ellos, siempre que los repitas de manera cotidiana.

Que les surjan intereses es muy importante...

Desde luego. En un momento dado, me sucedió algo que no había contado hasta ahora: estaba en un orfanato de Calcuta cuando una niña me pidió que la ayudara a estudiar en Europa para tratar de lograr grandes cosas y contribuir a que otras jóvenes realizaran sus sueños. Le dije que haría lo que pudiera, que no le podía prometer nada. Más tarde, la vida me la volvió a poner delante y tuve la oportunida­d de apoyarla. Desde 2015, estudia en Madrid, saca unas notas fantástica­s y le han ofrecido dos trabajos. ¿Te imaginas la satisfacci­ón que significa eso para mí?

Además, dirigiste el documental Soy Unoentreci­enmil,

que aborda el tema de la leucemia infantil. ¿Estás más conciencia­da con estos asuntos desde que eres madre?

La infancia nunca ha dejado de ser una de mis grandes pasiones, aunque, efectivame­nte, es posible que ahora participe de un modo más activo. En uno de mis viajes a la India, pasé por situacione­s muy duras que me transforma­ron. Encontrart­e bebés abandonado­s en el suelo es muy impactante. Con esa cinta, además de aportar mi granito de arena, disfruté mucho. Creo que nosotros, las personas a las que se nos concede la oportunida­d de poner voz a causas que no son muy conocidas, tenemos el deber moral de intentarlo. Y si es para ayudar a niños, con más razón aún. En el cine, siempre he adorado los papeles relacionad­os con la maternidad, y mi instinto estaba desarrolla­do desde los tres años. Entonces ya quería dar a luz, pero está claro que, en el instante en el que lo viví en primera persona, cambié.

Tuviste la oportunida­d de conocer a santa Teresa de Calcuta en aquel viaje a la India? Sí. Y también pude charlar con ella un rato. ¿Qué fue lo que más te marcó de aquella conversaci­ón con una persona tan especial? En una ocasión, me dijo que si ayudaba a una sola persona, ya habría merecido la pena. Era humilde, cercana, entregada... Nunca pretendía sentar cátedra.

Después de filmar el documental, ¿en tus planes de futuro entra dirigir un largometra­je?

Sí, la verdad es que llevo buscando el argumento perfecto desde que tenía 16 años. Así que, cuando llegue el momento, sé que es una cosa que haré, sin ninguna duda. ■

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