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Dos referentes de la cultura y el periodismo en la Transición recuerdan aquel 1978 en que estrenamos democracia.

AGATHA RUIZ DE LA PRADA (Diseñadora)

No votó en el referéndum de la Constitución por no tener la edad mínima. Así que no recuerda dónde estaba el 6 de diciembre de 1978. De lo que sí se acuerda es del tiempo aquel en el país este. España, entonces, era una fiesta. Una fiesta política de colores, vale. Que para gustos se hicieron los partidos. Y no es una cuestión menor esta de los tonos; por más que el blanco y negro fuese ya cosa del pasado en 1978, cuando vemos imágenes de entonces, el que predomina es el gris. Quizás por el frío de diciembre, o por los trajes de aquellos señores tan serios que hicieron la Transición, a los que Agatha reivindica.

¿Qué destacarías de los protagonistas?

Lo preparados que estaban. Leopoldo Calvo-Sotelo dejó la presidencia de una gran empresa, donde ganaba un sueldazo, para servir unos años a su país, aunque le pagaran la décima parte. José Lladó, después de ser ministro, fundó Técnicas Reunidas, y la puso en el Ibex 35. Por no hablar de los Garrigues Walker.

¿Y Suárez?

Suárez era un tipazo; como hombre y también como político.

Que reivindique con nombres y apellidos a la clase dirigente de la Transición, ¿significa que ve en la Constitución algo inmutable? No, no pasaría nada por reformar algunos artículos.

¿Por ejemplo?

Los de la sucesión al trono. Que tenga que heredar un chico es absurdo. Ahí, claramente, se equivocaron.

Te refieres a aquellos señores de gris marengo... ¿A ti, qué colores te sugiere aquella época? Últimamente, he vuelto a unos tonos que usé mucho en mis primeros desfiles, durante la Movida, y que me encantan: rojo, amarillo y rojo.