ELLE

Actriz, productora, musa ‘beauty’... la sudafrican­a puede con todo.

Charlize Theron

- POR FRANÇOISE DELBECQ

La MEGAESTREL­LA se hace oír: es el turno de las mujeres. La actriz y productora, imagen del perfume ‘J’Adore Absolu’ de Dior, asume el papel de su vida: el de luchadora incansable.

Charlize Theron (Sudáfrica, 1975), con toda su luminosida­d y magnetismo, no se limita a ser una típica belleza made in Hollywood cuya existencia parece casi irreal. Es una mujer segura de sí misma, que asume con naturalida­d sus más de 40 años y que compatibil­iza su carrera como actriz y productora con la maternidad. Hoy descubrimo­s a alguien con valores y, sobre todo, con la cabeza sobre los hombros. Nada más empezar la entrevista, le preguntamo­s qué significa para ella la palabra sororidad –una de las más sonoras del pasado año–, a lo cual responde sin titubear: «Hemos estado a merced de los hombres desde hace demasiado tiempo. Ellos nos han abierto la puerta, nos han ofrecido oportunida­des, sin embargo siempre han ejercido una especie de control sobre nosotras. Pero esto se ha acabado. Ahora nos toca enseñar el camino correcto a otras mujeres. Tenemos que dejar de esperar a que los hombres lo hagan por nosotras. Debemos cuidarnos solas». Charlize no habla por hablar. Dice y hace. Desde su productora, Denver and Delilah Production­s, predica la importanci­a y la necesidad de que exista paridad. Y va más allá: siempre que le es posible contrata a mujeres para que escriban los guiones que le interesan. «Tenemos que contar historias de mujeres escritas por mujeres. El cine ganará en credibilid­ad», afirma antes de soltar una especie de grito de guerra: «¡Basta!». Cristalino. «Hollywood vive una revolución y yo soy muy optimista. El futuro sólo puede ser mejor... En el cine y en cualquier otro ámbito. Aunque, para lograrlo, tenemos que permanecer unidas», dice sin miedo a que la interprete­n mal y parezca que aboga por un mundo sin hombres. «Por supuesto que no. Simplement­e estoy a favor de la igualdad de derechos. No debemos tener reparo en gritarlo alto y claro. ¡Sí, soy feminista». Oyéndola hablar, no es difícil imaginar por qué Dior la eligió en su día como imagen de la firma y el hecho de que encaje a la perfección con su papel en la nueva campaña de su perfume J’Adore Absolu. En el spot, filmado por Romain Gavras, se convierte en la líder de una horda de poderosas odaliscas listas para conquistar el mundo al ritmo de un contundent­e tema de Kanye West. En la realidad tampoco hay nada que la pare. Parece como si nunca hubiera perdido las riendas de su vida personal o de su carrera. Y es que, gracias a su productora, la ex de Sean Penn es muy considerad­a en Hollywood.

El control es adictivo? «Yo prefiero la idea de compartir. El poder por el poder no me interesa. Un productor no es otra cosa que una persona que escucha y que hace todo lo posible para que una película, o una serie, vea la luz. ¡Además hay que creer en el proyecto! Muchos se llevan a cabo en tres meses, mientras otros puede tardar años antes de pasar a la ¡acción!». Acción. Esa es una palabra que ella venera, que la motiva e ilustra a la perfección la energía que la mueve a diario. Charlize no es alguien que se duerma en los laureles. Relajarse no va con ella, como se ve claramente en su envidiable filmografí­a (que abarca thrillers como Pactar con el diablo, comedias románticas como Noviembre dulce, filmes de autor como La maldición del escorpión de Jade, dramas como En tierra de hombres y películas de acción como Mad Max: furia en la carretera) o en su implicació­n en temas humanitari­os desde Africa Outreach Project, una organizaci­ón benéfica que fundó en 2006 para luchar contra el sida en el continente que la vio nacer. ¿De dónde proviene esta energía en continua renovación? En la vida de Charlize Theron hay alguien que es fundamenta­l, incluso vital: su madre, Gerda, de origen alemán. Unidas como uña y carne, las dos no se separan y viven sólo a unos pasos la una de la otra. Parece como si Gerda continuara cuidando de su niña. «Mi madre es única. Puede que tenga más de 60 años, pero sigue

Hemos estado a merced de los hombres demasiado tiempo. Nos toca a nosotras enseñar el camino correcto a otras mujeres... Debemos dejar de esperar a que ellos lo hagan por nosotras. Tenemos que cuidarnos solas

siendo tan valiente como siempre. Justo antes de empezar esta entrevista, ha aparecido en chándal, me ha traído a los perros que había estado paseando y ¡se ha ido a jugar un partido de tenis!». ¿Se invertirán algún día los roles? ¿Al final Charlize cuidará de su madre? «Aún falta para que llegue ese momento. Siempre digo que habría que hacer una tesis sobre ella, aunque ya sepa cuál va a ser la conclusión: su agudeza y su curiosidad la salvan de todo. Es mi mayor fuente de inspiració­n. Fue quien me enseñó a decir no, a poner en tela de juicio lo convencion­al, a plantearme preguntas sobre lo que se da por sentado...», afirma. «Aunque es verdad que, a menudo, me dice en broma: “¡Parece que seas más vieja que yo!”» (risas). Ya en la cuarentena, la actriz hace gala de una cierta sabiduría y se toma la vida con cautela. «Puede parecer que poseo una gran confianza en mí misma, pero eso es ahora. Cuando tenía 20 años, tenía la justa, la propia de mi edad, lo que me correspond­ía. Y a los 30 igual. Con la madurez he aprendido a que no hay que renegar de nada y no subestimo quién fui ayer», asegura dando la impresión de haber vivido varias vidas. Bailarina en sus comienzos, cambió los escenarios por las pasarelas cuando su rodilla le falló. Y de modelo al cine. Cada transforma­ción supuso un desafío que superó con nota.

Podría haberse conformado con interpreta­r comedias románticas o taquillazo­s y mantenerse permanente­mente en una zona de confort. Pero no. Ella ha apostado siempre por la aventura, por superarse, por precipitar los logros. Y para ello no ha dudado, ni duda, en maltratar su cuerpo. Para rodar Monster (Patty Jenkins, 2003), la historia de la asesina en serie Aileen Wuornos, Charlize engordó 22 kilos. Su interpreta­ción le valió el Globo de Oro y el Oscar a Mejor Actriz en 2004. El pasado año repitió la hazaña con Tully, de Jason Reitman, con el fin de dar vida a una joven que acaba de dar a luz a su tercer hijo. Esta vez subió 18 kilos. «Tuve que convivir durante casi dos años con esa grasa corporal. Con 40, resulta muchísimo más difícil perder peso que cuando eres una veinteañer­a. Durante el rodaje de Monster tenía solamente 26 años. Al terminar el film, en tres semanas ya había perdido casi la mitad de lo que había engordado. No pasó lo mismo al acabar Tully... He pasado por muchas cosas mucho más complicada­s, eso no tuvo la importanci­a que puede parecer. Yo había elegido libremente hacer la película, era una producción mía incluso. La historia de una mujer que pasa por una depresión postparto no es algo que se presente muy a menudo en el cine. Sin embargo, muchas madres sufren esa situación y creo que merecía la pena el sacrificio de engordar para llevar ese tema a la gran pantalla», habla conciencia­da.

Ser madre transformó la vida de la actriz. «¡La maternidad es como una inyección de adrenalina! Un estímulo que te obliga a cambiar todas las perspectiv­as. En su día, a mí me despertó un instinto de superviven­cia que nunca hubiera imaginado. Haría cualquier cosa por mis pequeños, por su bienestar, por protegerlo­s. Antes de que llegaran, había oído hablar del amor incondicio­nal... De hecho, ignoraba lo que eso significab­a. Gracias a mi hijo Jackson (de 6 años) y a mi hija August (de 2), he sido consciente de lo que es. Como me dijo un día el ex presidente Barack Obama: “Ser padre es tener la impresión de que te arrancan el corazón”. Es como si nuestro corazón no latiera para nosotros sino para ellos», dice visiblemen­te emocionada. Charlize, que adoptó a sus hijos, recuerda aún con ternura una carta que escribió con sólo 8 años y en Sudáfrica. En ella expresaba el enorme deseo de que su madre le diera un hermanito o hermanita, pero exigiendo que fuera adoptado. «La adopción es algo a lo que me siento profundame­nte ligada, puesto que, donde yo crecí, la cantidad de niños sin hogar es impresiona­nte. Desde muy pequeña, construir una familia gracias a la adopción me ha parecido plausible, incluso obvio». Así es ella. Charlize Theron o la humanidad sin complejos. ■

¡La maternidad es como una inyección de adrenalina! Haría cualquier cosa por mis hijos. Antes, ignoraba lo que era el amor incondicio­nal... Obama me dijo una vez: “Ser padre es tener la impresión de corazón”“que te arrancan el

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