Juan Vidal Viaje al pasado
El alicantino lleva el diseño en los genes, y su taller cuenta una historia de artesanía y ‘savoir faire’.
Mi padre, mi abuelo y mi bisabuelo eran sastres. Elda me trae muchos recuerdos. Crecí en el taller familiar, el mismo lugar donde nació mi firma. Cuando llegó el momento de mudarse, no quería perder las manos que trabajaban conmigo –entre elllas, las de sus padres–, así que opté por quedarme aquí. Encontré una casa antigua y me enamoré de su belleza decadente, de sus puertas de madera y sus paredes desconchadas». Así explica Juan Vidal la razón por la que –al contrario que la mayoría de sus compañeros de oficio– no ha trasladado su centro de operaciones a Madrid. Y su decisión parece un acierto, ya que, desde este rincón alicantino, ha comenzado a conquistar el star system y a hacer realidad su sueño americano con clientas como Lady Gaga. El couturier, con la libertad femenina como sello, sigue creando tal y como aprendió de niño. «No intento transgredir, prefiero el mundo del susurro. Casi todo va bordado a mano, con una volumetría cercana a la Alta Costura», afirma. Esa herencia se respira en su atelier, donde la decoración es inexistente. «No necesito más que burros, máquinas de coser, hilos y herramientas de la antigua sastrería. Soy un diseñador sin mesa; dibujo en cualquier lado, cuando llega la inspiración», confiesa.
«El taller refleja también mi personalidad, habla de mi espíritu alocado, a la vez que controlado. Está adecuado a esa forma de pensar. Mis colecciones mezclan el lujo y lo ‘casual’, y creo que eso se traduce muy bien en este ambiente», asegura Juan Vidal.