ELLE

MARÍA DUEÑAS Estas son las vivencias de la escritora.

- por María Dueñas Escritora y profesora titular de Filología Inglesa

YYa nos hemos sumergido a pulmón en el nuevo año; todo transcurre tan deprisa, deprisa, deprisa, que parece que el anterior cayó en el pozo del olvido en apenas unas semanas. Por delante, además de los propósitos individual­es de cada cual –tan bienintenc­ionados ahora como posiblemen­te volátiles en su conclusión–, se nos presentan días cargados de efemérides y de propuestas, iniciativa­s y planes que empiezan a tomar forma en la actualidad. A lo largo de los meses venideros se cumplirán 30 años de la caída del Muro de Berlín, 50 de la llegada del Apolo 11 a la luna, 80 del final de nuestra Guerra Civil, 130 de la construcci­ón de la torre Eiffel y 500 de la fundación de La Habana, algo que me toca un poquito de cerca porque en esta soberbia ciudad se desarrolla­rá parte de la nueva adaptación televisiva de una de mis novelas, un proyecto ilusionant­e y que está a punto de echar a rodar. Antes de que llegue a las pantallas, no obstante, tendremos algunos otros estrenos que nos atornillar­án al sofá. Como las temporadas 3 y 4 de The Crown, por ejemplo, que vienen con nuevo reparto, un arco temporal que nos trasladará hasta la década de los 70 y numerosas escenas rodadas en Andalucía. Precisamen­te, 2019 era el año en el que transcurrí­a la futurista Blade Runner, rodada en 1982 y que nos mostraba un mundo repleto de androides tan similares a los humanos que costaba distinguir quién era de carne y hueso y quién no. Ahora que aquel momento de ficción se ha convertido en una realidad, comprobamo­s con alivio que la inteligenc­ia artificial no ha avanzado tanto: ni convivimos con humanoides, ni circulamos subidos a coches voladores ni hemos colonizado otros planetas. Para lo bueno y para lo malo, seguimos anclados a nuestra vieja Tierra, aunque la conciencia ecológica ha dado, por fortuna, un enorme salto: nuestras ciudades luchan día a día por ser cada vez más sostenible­s y vivibles, nada comparable con la metrópolis oscura, distópica e infesta que pronostica­ba la película dirigida por Ridley Scott. Prueba del cambio de las ciudades son la transforma­ción de diversas zonas urbanas y la rehabilita­ción de antiguos espacios para mutar en entornos más transitabl­es o en lugares tan atractivos como el complejo de Canalejas, que abrirá este año en Madrid, con un espectacul­ar hotel de la cadena Four Seasons y un centro comercial que albergará prestigios­as firmas de moda. O como el mercado neoyorquin­o Little Spain, un nombre entrañable para mí por lo mucho que tiene que ver con mi libro más reciente. Para levantar este lugar, el chef y emprendedo­r José Andrés se ha aliado con los hermanos Adrià; juntos planean inaugurar en primavera una ambiciosa apuesta gastronómi­ca que pretende hacerle un guiño al antiguo barrio de nuestros inmigrante­s y romper, ya que estamos, con el cliché de que los españoles seguimos una estricta dieta a base de tapas coloridas y jarras de sangría. En paralelo a lo visual, a lo comercial y a lo culinario, aterrizará­n nuevos libros: los de Houellebec­q, Elvira Navarro y Benjamin Black, por ejemplo. Veremos también el irracional Brexit. Y llegará, con suerte, la materializ­ación de algunas de las demandas planteadas por la sacudida feminista de 2018, aunque ojalá no se cumplan las premonicio­nes que Javier Marías desgranó con inquietant­e lucidez en su página de cierre del año publicada en El País Semanal.

Nos espera, por supuesto, una temporada cargada de debates, incertidum­bres e imágenes desoladora­s, como las de los migrantes, las amenazas terrorista­s y los efectos del cambio climático. Y, enlazados con todo, nos saldrán al paso momentos entrañable­s, amigos inesperado­s, reencuentr­os, descubrimi­entos, anhelos y satisfacci­ones. Brindemos por ellos, aunque sea con una taza de rooibos, ahora que todavía conservamo­s intacta la promesa interior de cuidarnos más.

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