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Es brava como su padre, Manuel Díaz El Cordobés. Y lleva dentro la fuerza femenina de Vicky Martín Berrocal, su madre. A Alba Díaz Martín (Sevilla, 1999) se le adivinan los genes en la mirada amable y la sonrisa aniñada del diestro y en la nariz afilada y la voz ligeramente rasgada de la diseñadora. Aunque ella ha puesto mucho de su propia cosecha.

Por eso, pocos consejos necesitó de ellos esta joven segura de sí misma, estudiante entregada e incipiente it girl, al entrar en la esfera pública. «Sabían de sobra que no iba a hacer ninguna locura, pero me dijeron que fuera humilde, que tuviera cuidado y que respetara. Es poco probable que la fama me entontezca», confiesa.

En apenas doce meses, a través de sus looks, se ha descubierto al mundo con una personalidad que admiran ya casi 140.000 seguidores en redes sociales. Ella es consciente de su gran ventaja: «Me siento una privilegiada. Gracias a mis padres se me han abierto puertas. Como ambos han tenido buenas trayectorias y han respetado a todo el mundo, la gente me arropa». Y ha podido aprovechar la oportunidad... porque el talento le sobra. Igual que la conexión animal con el objetivo. En apenas un año, te has convertido en it girl. ¿Ha sido algo inesperado? ¡Totalmente! Cuando cumplí 18, mi madre publicó una foto y la gente empezó a seguirme. A partir de ahí, he ido haciendo mis cosas, aunque únicamente muestro mi estilo. Ha sido algo improvisado. Es sólo un hobby. Pero incluso has participado en la Fashion Week de Nueva York. Parece que nada te da miedo.

¡Llevo una torera dentro! (risas). Me gusta arriesgar. Además, era Domingo Zapata y un desfile muy familiar...

¿Cómo fue tu flechazo con la moda?

A los siete años, pasaba en el taller de mi madre los fines de semana, viendo cómo cosían, cómo entraban las modelos para probar... En los shows, siempre iba al backstage. Y veía otros en vídeo. Una vez, me dio por Victoria’s Secret, ¡y desfilaba por el pasillo con alas! (risas). La gente no se da cuenta de qué hay tras la ropa: es una proyección de tu forma de pensar y de ser. Alguien con estilo sabe perfectamente quién es y tiene mucha seguridad. ¡Como tú!

Sí. ¡Como si voy en bata, me da igual! Han de quererme como soy.

¿Cuáles son tus referentes?

Me inspiro en Hailey Baldwin, pero no copio. Sita Abellán y Chiara Ferragni también me encantan. Lo que más me apasiona es inventar: por ejemplo, atar un cinturón a un bolso para hacerlo riñonera.

¿Qué marcas son tus preferidas?

I.am.Gia, Givenchy, Balenciaga... Y Zara, porque allí está todo. Así, la gente que me sigue ve algo asequible. Aunque otro día saque un bolso de firma que era de mi madre o que me han regalado por mi cumple...

¡Hay ocasiones para todo!

Y eres la mejor embajadora de Victoria, la de tu madre.

Sólo me pongo lo que me gusta, y sus diseños sientan tan bien... Tiene una gran imaginación, y crea prendas asimétricas que adoro. Las llevo a bodas y bautizos, y la gente flipa.

¿Qué admiras de ella?

Que es trabajadora, luchadora e independiente; muy fuerte, y también sensible. Me encantan las personas que imponen, y ella es una mujer racial, con carácter.

Tu padre es el hombre de tu vida, según dices.

Es la persona más humilde que vas a conocer nunca. Nadie le ha regalado nada.

Estás estudiando ADE y Comunicación. ¿Cómo te planteas el futuro?

Siempre he querido dedicarme al fashion business.

Pensaba cursar la carrera en Nueva York, pero, al regresar de hacer el último curso de bachillerato en Estados Unidos, me hablaron del centro donde estoy ahora. Opté por una formación más general y, más adelante, haré un máster o unas prácticas en moda. Porque tengo clarísimo que quiero trabajra en este mundo, y dentro de él en el campo de la comunicación.

¿Y qué hay de tu faceta de influencer?

Es divertido para complementar. ■