MIGUEL ÁNGEL SILVESTRE Tras hacer las Américas.
Es uno de nuestros intérpretes más internacionales. De esos hombres deseados que dejan huella a su paso. Tras su ÉXITO mundial con las series ‘Narcos’ y ‘Sense8’, comparte con ELLE el regreso a España por la puerta grande. Así es en la intimidad.
Jorge Drexler me dijo una vez: «La perfección ofende a los dioses». Esa frase me permitió ver la luz. Gracias a ella, entendí que la necesidad de hacerlo todo bien se carga a veces la emoción, lo que sucede, lo natural
Lo veo a lo lejos. Vaquero gastado, trenca azul marino, gafas de sol, el móvil en una mano y una maleta en la otra. Esa es la imagen que define los últimos tres años de Miguel Ángel Silvestre, recorriendo el mundo a través de los escenarios de rodaje de Sense8 y Narcos. Esta vez, el actor castellonense de 36 años, uno de nuestros artistas más internacionales y deseados, agarra el equipaje para volver a casa. Y lo hace a lo grande, con un personaje que va más allá de la ficción. El rostro que encarnó a El Duque en uno de los mayores fenómenos fan de este país se pondrá en la piel de Pablo Ibar, el español que espera en el corredor de la muerte el último juicio que decidirá si sigue o no con vida. Quedamos para desayunar a solas y descubrir en primicia cómo es su nuevo rumbo dentro y fuera de la pantalla. «Oye, ya que estoy en Madrid, ¿te parece que pidamos que nos hagan una tortilla de patata para desayunar?», dice.
Antes de nada: ¡bienvenido!
Gracias, porque la verdad es que tenía muchísimas ganas de regresar. A ese deseo se añadió la propuesta de esta película para Movistar+. Llega de la mano de Bambú, que es una productora a la que me une una enorme amistad, aparte de admiración por su trayectoria. Su manera de compaginar el negocio con un trato personal y familiar es sorprendente.
Te meterás en la piel de Pablo Ibar, el preso de origen vasco condenado a la pena capital en Miami por un triple asesinato (y, por cierto, con un gran parecido físico contigo). ¿Qué supone este guion para ti?
Una responsabilidad importante y, a la vez, una propuesta que me ilusiona. Está basada en el libro de Nacho Carretero En el corredor de la muerte. La cinta mantiene el título, y te adelanto en primicia que la va a dirigir Carlos Marqués-Marcet. Comenzamos el 21 de enero, y se rueda entre España y Panamá.
¡Así que vienes para volver a irte!
(Risas). Te confieso que, a veces, me estimula pensar en un futuro en el que disfrute de una estabilidad, pero entre las cosas que más valoro de ser actor está la aventura, el viaje. Y es posible que, más allá de este proyecto, surja otra historia de la que todavía no puedo hablar, y eso supondría que me quedara a trabajar aquí todo el año. Quiero vivir una temporada en Madrid; de hecho, estoy pensando en comprar una casa. Ayer, después de cenar, me dije: «Voy a dar un paseo», y caminé hasta el Palacio Real. ¡Qué maravilla la magia del centro y sus tascas! Incluso conocí a una chica en la calle y terminamos tomándonos un café.
¿Ah, sí?
Sí. Y la charla fue muy interesante: ella me comentaba que, cuando veía Velvet, tenía una sensación de felicidad y, al mismo tiempo, de mucha pena. Me quedé bastante sorprendido, y le pregunté por qué. Me respondió: «Felicidad, porque esa serie habla del amor auténtico y verdadero; y pena, porque eso ya no existe».
¿Se puede saber qué contesta a eso el mismísimo Duque?
Que nos seguimos enamorando igual. Es más, me da la impresión de que, en el amor, ahora, hay un mayor nivel de transparencia. Y eso lo convierte en algo aún más auténtico y verdadero.
¿Cuál fue la reacción de ella?
¡Se levantó y se fue! (Carcajadas.«Ya está hecha la tortilla de patata», advierte el camarero. Miguel Ángel le da las gracias, sonríe y se frota las manos). ¿Sabes? Creo que, en las relaciones, tiene bastante que ver el momento en que uno está. Muchos exclaman: «¡A ver si encuentro a mi media naranja!». Y a mí me parece que la persona adecuada llega cuando estás bien. Desde ese lugar, resulta fácil.
Se te ve bien. ¿Estás enamorado? No, aunque me encantaría. Cuando estás con alguien, es más divertido todo. Te tomas un cafelito, y parece que disfrutas más de lo que el mundo te ofrece. Del otro modo, lo bebes mirando el móvil. En este instante estoy solo, pero soy afortunado: cuando he estado acompañado, he estado muy bien acompañado.
Lo mismo ahora que te vas a descansar unos días a Tarifa, encuentras el amor allí...
(Risas). Bueno, yo ya me enamoré hasta las trancas de una mujer del sur: la actriz Belén López, con una personalidad y un flow sevillano que te roban el corazón.
Hay otra López en tu vida. Eres el protagonista del videoclip El anillo, el último éxito de J.Lo. ¿Cómo es de cerca la persona que está detrás del icono?
Luminosa. La veo como una grandísima inspiración para el movimiento del women’s empowerment, porque
Jennifer Lopez es una enorme inspiración para el movimiento del ‘women’s empowerment’, porque es creativa y muy solidaria. Tiene una energía femenina que resulta necesaria en el mundo y, a la vez, una gran determinación
es creativa y solidaria; posee una energía femenina que resulta muy necesaria en el mundo y, a la vez, una enorme determinación. Mi terapeuta me dice: «No hay nada como invertir en la sabiduría; es algo que te acompaña para siempre, a diferencia de otros atributos, que te abandonan». Bueno, pues cuando veo de cerca a alguien como J.Lo, yo también suelo pensar: «La sabiduría de una mujer tiene mucho atractivo, mucha fuerza».
De qué artistas españolas dirías lo mismo? Sin dudarlo un segundo, de Penélope (Cruz). Es una número uno porque, además de ser sabia, su empatía es increíble. Lo que más me sorprendió cuando la conocí fue el gran agradecimiento que siente por la vida y por las personas. Es poderosa, de esas que te mueven el piso.
Una heroína para ti es...
Mi madre. En estos últimos cinco años, se ha ocupado en estudiar Psicología, así que la considero muy valiente. No sólo me da buenos consejos, sino que me divierto siempre con ella. Es una suerte tener una madre joven y a la que admiras profundamente. ¿Qué cualidad femenina valoras por encima de todo? La alegría. Me gustan las mujeres felices. ¿Y en un hombre? La honestidad.
Hablando de honestidad, ¿en que líder confías?
Si hubiera que ir a la guerra, me gustaría que Javier Bardem fuera mi capitán. Y, precisamente, la razón es que no es uno al uso. Es un guía de verdad, uno de los artistas más generosos con su trabajo que conozco; por eso hace las cosas que hace. Cuando rodé Alacrán enamorado con él, lo que más me llamó la atención fue su mimo, cómo se preocupaba por el resto de actores de otras generaciones.
Como Javier Bardem, tú sabes lo que es triunfar en Hollywood. ¿Qué has aprendido en Estados Unidos? ¡Inglés! (risas). Aunque he comprobado que, por mucho que lo domines, tu personalidad sale en tu lengua materna.
De cualquier manera, es la hostia tener la capacidad de comunicarte en otro idioma. A mis sobrinos les hablo en inglés. Les digo: «No sabéis la de horas que ha estado vuestro tío estudiando, las que os vais a ahorrar vosotros y lo agradecidos que me vais a estar por esto». Por el momento, he conseguido que no vean los dibujos en español (risas). ¿Y qué cosas se han quedado atrás al irte de Los Ángeles? ¡He dejado todo! De hecho, voy a seguir manteniendo mi casa, porque organizo bastantes reuniones de trabajo allí. Y también para poder ofrecérsela a mis amigos. Ahora, es más fácil que antes contar con colegas por los más diversos rincones del mundo. A lo largo de estos tres años, he ido formando una segunda familia.
Aprovechando que hablamos de amigos, cuentas con más de dos millones y medio de seguidores en tu cuenta de Instagram. ¿Cómo te relacionas con las redes sociales?
Las uso muchísimo. Reconozco que, como un montón de gente, tuve mi periodo de conflicto con ellas, pero hoy por hoy, soy de esos que piensan que son algo a lo que hay que dar la bienvenida.
En ellas, recoges tu paso por cientos de ciudades. Dime, ¿qué te aporta España que no encuentres en otro lugar?
El valor de la familia, el respeto a los más mayores y una cosa maravillosa: el modo en que nuestra sociedad ha gestionado el tema de la orientación sexual. En especial, porque venimos de un pasado traumático, en el que nuestros grandes artistas se preocuparon de darle voz a este asunto. Me siento muy orgulloso de cómo hemos sabido pasar de un extremo a otro, y mientras rodaba Sense8, le repetía a la gente: «Cuando vayáis, os sorprenderá lo avanzado que está mi país en ese sentido». Elige un color del arco iris.
Mi madre me dijo una vez, de pequeño, que el azul era el que mejor me sentaba, y yo me lo tomé al pie de la letra (risas). Desde entonces, todo es de ese color; a veces, hasta las paredes de casa. El tono que más me gusta es el mediterráneo. Ese azul de alta mar me vuelve loco.
Sabrías confesarme cuál es tu mejor cualidad? Sin duda alguna, la ilusión. ¿Y la peor? ¡Soy muy terco! ¿Cuál es el estado actual de tu espíritu? Vive entre dos polos opuestos. Por un lado, me siento como en primavera, bailando reguetón... Por otro, con nostalgia por la ausencia de mi padre. Cuando cae la noche es cuando más triste estoy.
Lo siento mucho.
La verdad es que aún no me ha dado tiempo a asimilarlo. Eso sí, los dos últimos años de su lucha por vivir me permitieron recordar lo que hizo por mí. Siempre he considerado que ser padre es un acto de gran generosidad, pero es que el mío me dio literalmente lo que él no tuvo. Quise ser jugador de tenis y me apoyó. Luego, estudié fisioterapia en la universidad y, a punto de terminar la carrera, le confié que deseaba ser actor, y también me apoyó. Fue uno de esos padres que están ahí en todo momento. Yo, por ejemplo, apago el móvil por las noches, a mí nadie me puede contactar... Bueno, pues él lo dejaba encendido. He llegado a llamarle a las cinco de la madrugada para comentarle que algo me preocupaba, y él cogió el teléfono y se levantó de la cama para sentarse en el salón a hablar conmigo. Así que se ha ido muy pronto; y, sin embargo, yo soy un hijo afortunado. ¿Qué lema rige tu vida hoy por hoy? Te cuento una cosa: cuando participé junto a Leonor Watling en Lo mejor de Eva, de Mariano Barroso, tenía unas ganas desmedidas de hacerlo bien. Entonces, Jorge Drexler se acercó un día a mí de manera respetuosa, y me dijo: «La perfección ofende a los dioses». Esa frase me ayudó a ver la luz. Gracias a ella, entendí que la necesidad de afinar, a veces, se carga la espontaneidad, la emoción, lo natural, lo que sucede. Esa reflexión que me regaló fue significativa para mí, porque me permite trabajar desde otro lugar. Con total libertad. ¿Y cuál es el sueño de felicidad de Miguel Ángel Silvestre? ¿Un trozo de tarta de chocolate? ¡Oye! (Exclama mientras mira nuestros dos platos, que han quedado completamente vacíos después de la charla). Es la primera vez que me como una tortilla de patata con una cucharilla de café. ■
Ahora mismo, no estoy enamorado, aunque es algo que me encantaría. He tenido suerte: cuando he estado acompañado, he estado muy bien acompañado