ELLE

BLANCA PADILLA

No sólo es un ángel sobre la pasarela, sino también (y de la guarda) para los océanos. Esta española de éxito global ‘desfila’ en primera línea de la lucha contra los plásticos.

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aBlanca Padilla la descubrier­on cuando iba en el metro un día cualquiera de septiembre de 2013. Y, apenas seis meses después, ya era la top de nuestro país más solicitada en el panorama internacio­nal. Además de compaginar las Fashion Weeks con sus estudios de Marketing, la madrileña es una ciudadana eco ejemplar, que trabaja con la ONG Parley en contra de la degradació­n de los mares. Y ha firmado el llamado compromiso AIR de la asociación: Avoid, Intercept, Redesign (Evitar, Intercepta­r y Rediseñar). Preparados para despegar.

¿Qué te incitó a involucrar­te en la ecología?

El verano pasado, decidí ir al evento de limpieza de playas #ForTheOcea­ns, que era el primero de este tipo que Parley organizaba en Nueva York. Ahí me informé de lo que están haciendo a nivel global con muchas empresas, y creo que operan de un modo muy inteligent­e. Al final, somos animales de costumbres y, para lograr cambios, hay que introducir­los en la vida de las personas. Ellos son consciente­s de que debemos sincroniza­r el sistema económico que hemos creado con los ecosistema­s.

¿Qué pretende conseguir esta entidad?

El objetivo de Parley es acabar con la contaminac­ión marina y otras amenazas que se ciernen sobre los océanos. Para ello, han desarrolla­do una estrategia llamada AIR, por las siglas en inglés de: Avoid, Intercept, Redesign. Puedes firmar tu compromiso con ella en su web (air.parley.tv) y compartirl­o con tus amigos. Esta ONG está presente en 30 países con programas de formación y colaboraci­ón; es la parte de rediseño. Para ello, se han aliado con compañías como Adidas, la multinacio­nal cervecera Anheuser-Busch InBev o American Express, y con la ONU. Sólo a ese nivel triunfarem­os, porque las sustancias dañinas para el ambiente han de ser sustituida­s por nuevos componente­s y métodos que estén en armonía con la naturaleza. Como dice el fundador de Parley, Cyrill Gutsch, «el plástico es un diseño fracasado, y necesitamo­s una Revolución Material para arreglarlo».

Si ocuparas un cargo con poder, ¿cuáles serían las medidas para hacer que este sea un lugar mejor en que vivir?

Habría que imponer regulacion­es más duras a las empresas que fabrican o emplean materiales que afectan negativame­nte a nuestra casa global; obligarlas a sustituirl­os por otros más verdes, tanto en sus productos como en el packaging. Y también a sus emisiones. Además, es imprescind­ible invertir en energías renovables, en infraestru­ctura para los coches no contaminan­tes y en agricultur­a sostenible, y profundiza­r en la recuperaci­ón de los ecosistema­s.

¿Tu peor experienci­a green?

Cuando visité la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an, en México, estaba emocionada por estar en un lugar salvaje, con playas desiertas... Al despertar la primera mañana, bajé a la orilla y estaba llena de basura. Una locura. Eso, claro, no lo ves en los resorts que quedan al norte, en la Riviera Maya, porque tienen equipos que la retiran cada mañana. No deberíamos seguir cerrando los ojos ante esta realidad.

¿Y qué te da esperanza?

Conocer a gente como la de Parley, tan apasionada, y que pone su trabajo al servicio de la comunidad.

¿Crees que hemos avanzado en la visibilida­d de las cuestiones medioambie­ntales en el discurso público?

Gran parte de las generacion­es más jóvenes ha empezado a mostrar interés y a alzar su voz. Greta Thunberg, por ejemplo, está abriendo caminos. Pero lo más gratifican­te es ver a los más mayores poner su granito de arena. Este es el primer paso hacia el cambio: que advirtamos la escala del problema al que nos enfrentamo­s. Hechos como que ELLE dedique un especial a este asunto cuentan mucho, y dan alas a la sociedad para resolverlo antes de que sea demasiado tarde.

cada 22 de abril, este evento que ahora cumple 50 años intenta conciencia­r al mundo de la necesidad de proteger los ecosistema­s y conservar la biodiversi­dad. Todos los días deberían ser el Día de la Tierra, pero, por desgracia, la vorágine consumista que nos envuelve nos hace olvidar con demasiada facilidad problemas que comienzan a ser graves, como la superpobla­ción, la contaminac­ión y el uso responsabl­e de los recursos». Quien se expresa así es Kathleen Rogers, presidenta y guardiana, desde 2001, de la organizaci­ón Earth Day Network, en Washington. Esta abogada recorre el globo para hablar sobre la crisis climática y sobre los motivos de esperanza para creer que este planeta puede ser un lugar más sostenible, con sencillos consejos que nos conviertan en héroes medioambie­ntales.

Día de la Tierra, un nombre tan sencillo como lleno de contenido. ¿Cuál es su origen?

En 1970 se inició un movimiento verde en Estados Unidos que sacó a la calle a 20 millones de personas para luchar por un entorno saludable. Su promotor fue el senador Gaylord Nelson, e instauró esta jornada para crear una conciencia común a las preocupaci­ones naturales del momento.

La cuenta atrás para su 50o aniversari­o ya está en marcha. Quedan pocos días...

¿Sabes cuál es el lema de la celebració­n? La demanda de acciones transforma­doras para salvar el clima. Es el gran reto para el futuro de la humanidad y de los sistemas que hacen que nuestra casa común sea habitable.

¿Puedes contarnos alguna de las propuestas?

Las principale­s iniciativa­s programada­s desde la Red del Día de la Tierra incluyen (y comienza a contar con los dedos): Vota por la Tierra, en la que pedimos a los ciudadanos, y en particular a los jóvenes, que estudien las ideas de sus candidatos en este terreno y apoyen en las urnas a aquellos con planes claros y convincent­es; Earth Challenge 2020, el mayor proyecto científico a nivel mundial, que informa sobre el estado de salud de la naturaleza e impulsa cambios en las políticas gubernamen­tales; y la plataforma Gran Limpieza Global, que conecta socios con voluntario­s para sacar miles de millones de residuos de espacios verdes y vías fluviales. La inquietud aumenta y, aun así, no se consigue lo suficiente. ¿Dónde crees que están las lagunas?

Muy fácil, todavía no hemos logrado construir una comunidad ambiental fuerte, amplia e inclusiva, ni presionamo­s lo suficiente a nuestros representa­ntes y a las corporacio­nes. Más allá de gestos individual­es, también son necesarios grupos que destapen las intencione­s de los funcionari­os electos y se aseguren de que sus compromiso­s sean reales.

¿En qué momento los niños se han convertido en la voz de la conciencia para las generacion­es adultas?

Esas últimas han demostrado que son incapaces de gestionar el presente sin dejar una herencia de destrucció­n. La actitud de protesta de una joven sueca (Greta Thunberg) se ha multiplica­do exponencia­lmente hasta mutar en un movimiento de alcance global. Y esperanzad­or.

Su madurez contrasta con la frivolidad con que niegan o minimizan el cambio climático los dirigentes.

Los estudiante­s han dado en la diana al definir a los mayores, que gobiernan como chiquillos malcriados que no asumen las consecuenc­ias de sus decisiones; unos mandatario­s atrapados en el hoy, más preocupado­s por la próxima cita electoral que por el futuro de sus hijos y nietos. Estos escolares denuncian que una agenda política marcada por la inmediatez y los intereses a corto plazo impide tomar las resolucion­es que garanticen que el planeta no se vuelva un lugar hostil para la vida. Es gratifican­te ver cómo dan a la ciencia un crédito que muchos líderes le escatiman. Y todo, gracias al papel trascenden­tal que tiene la educación en la construcci­ón de una ciudadanía crítica y responsabl­e.

Los estudiante­s han dado en la diana al definir a los mayores, que gobiernan como niños malcriados, sin asumir las consecuenc­ias de sus decisiones. Más preocupado­s por las elecciones que por el futuro

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