MARY ROBINSON
Desde The Elders, la atalaya de los sabios y poderosos, la expresidenta de Irlanda se asoma al abismo de un planeta en peligro al que se ha propuesto salvar.
lo suyo nunca ha sido contemporizar. Sin perder su elegancia ni sus maneras exquisitas se las ha arreglado siempre para alzar la voz y defender con la fiereza de un felino en peligro de extinción sus convicciones en materia de ecología. Trabajadora infatigable, sin pretenderlo Mary Robinson ha destacado en todo aquello que ha emprendido. Fue la senadora más joven de la Cámara Alta de Irlanda, la primera presidenta de su país, Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Enviada Especial para el Cambio Climático y muchas cosas más. Perseverante y luchadora, no acostumbra a rendirse, y esta vez no va a ser una excepción. Al mando, desde 2018, de The Elders, un grupo independiente de líderes fundado por Nelson Mandela, comanda las acciones de esta institución en defensa de un ecosistema que se degrada por momentos.
Para salvar el planeta, han de desaparecer los grandes focos contaminantes, como las centrales de carbón. ¿Es factible?
La eliminación de los combustibles fósiles y el paso a energías renovables es posible e imprescindible para avanzar rápido hacia un mundo con bajas emisiones. Debemos, además, ayudar a las zonas en desarrollo a crecer de forma sostenible, algo que no hemos conseguido en las más ricas.
progreso
¿Y estamos dispuestos a renunciar al que supone usar el coche, viajar en avión o comprar desaforadamente?
Hay que desear de verdad una sociedad más justa y saludable para hacer la transformación. Todos dejamos una huella de carbono y hemos de asumir nuestra responsabilidad. A mí, por ejemplo, me encantaba comer cordero, y me he pasado al pescado. También trato de que la ropa me dure; de ahí que se me vea siempre con la misma chaqueta. Animo a los jóvenes al activismo climático, a que exijan a sus gobiernos rendir cuentas en esta materia. Me llaman la abuela gruñona, por mi enfado con quienes no cumplen, pero no me importa. Es vital gritar que es una auténtica emergencia. Y, sin embargo, personajes muy relevantes, como Donald Trump o Jair Bolsonaro, presumen de negacionismo. ¿Qué contrapesos existen para que esta corriente no se extienda? Esta actitud es ignorante y malvada, porque implica usurpar los derechos humanos de la gente más desvalida y robarles a nuestros hijos su futuro. Aunque la red de convenios establecidos desde el final de la II Guerra Mundial en el seno de la ONU no es perfecta, ha trabajado en aras de la paz, la seguridad y la mejora económica y social durante siete décadas. Ahora más que nunca, es crucial que países, empresas y población civil colaboren.
¿Por qué nosotras somos más vulnerables?
El impacto de los fenómenos meteorológicos extremos es mayor en las personas más pobres, y más de dos tercios de ellas son mujeres. La desigualdad de género se percibe, además, en muchas culturas, pues son ellas las que se ocupan de cultivar y recolectar alimentos, acarrear agua y abastecer de combustible a sus hogares, por lo que están más expuestas a sustancias nocivas y hay más probabilidades de que abandonen sus estudios. Debemos dar la vuelta a esto; necesitamos más nombres femeninos en los órganos de poder y en la toma de decisiones medioambientales.
¿Qué opinas del movimiento Fridays for Future?
Estoy agradecida a los jóvenes y orgullosa de ellos por denunciar esta terrible injusticia. Tienen bastante que enseñarnos sobre la capacidad de recuperación, el coraje y el compromiso imprescindible para resolver la crisis. Oigámosles.
¿Eres optimista? ¿Cree que podremos dejar a las próximas generaciones un mundo que no esté agonizando?
Como decía el premio Nobel de la Paz Desmond Tutu, soy prisionera de la esperanza. La ciencia pinta una imagen dolorosamente sombría, pero he de seguir confiando en que existen razones poderosas por las que vale la pena luchar.
Hay que limitar el calentamiento a 1,5 ºC y eliminar las emisiones de carbono en 2050. Es deber de los gobiernos liderar la transición hacia un futuro más sostenible desde ya mismo, porque no nos queda tiempo