INSTINTO ÉTICO
Eugenia Martínez de Irujo deja huella con su colección para Tous.
Duquesa de Montoro, Grande de España e hija menor de la Duquesa de Alba. Así presenta la Wikipedia a María Eugenia Brianda Timotea Cecilia Martínez de Irujo y Fitz-James Stuart (Madrid, 1968). Sin embargo, a este currículum habría que añadir el título de diseñadora. De ello da fe la década que lleva trabajando con Tous. Claro que en sus colecciones junto a la casa joyera, a veces, se cuela ese legado familiar: «La línea anterior estaba inspirada en el cuadro de la XIII Duquesa de Alba pintado por Goya, otra se inspiró en un colgante que me regaló la reina Victoria Eugenia al nacer...». Esta primavera, las musas la llevan lejos de palacio para encontrar la inspiración en su gran pasión: los animales. En Save (a la venta online a partir del 1 de abril y en tiendas el próximo mes de mayo) la aristócrata viaja a África de la mano de ocho animales en peligro de extinción –el oso, la jirafa, el tucán, el león, el elefante, el rinoceronte y el mono– que quedan inmortalizados en forma de pendientes, gargantillas y colgantes oversize. ¿Lo mejor? En ella colabora con la ONG animalista WWF. El broche de oro perfecto.
¿Los animales son tu gran pasión?
Desde pequeña. Tengo diez perros, cinco cerdos, burros, un gato, una mula... Los adoro. En Madrid tengo cuatro perros, y son uno más de la familia. A todos los he adoptado, siempre hago hincapié en ello. Hay tantos animales abandonados, que es necesario ayudarles. Además, luego son los más agradecidos y bondadosos.
En esta ocasión además colaboras con la asociación WWF.
Sí, quería donar una parte de las ventas. Recuerdo que cuando empezó esta ONG (que entonces era Adena) yo aún estaba en el colegio y recogía firmas para ella. Y después, cuando hemos estado reunidos, me han contado que mi madre era benefactora, y yo no lo sabía. Así que todavía me ha hecho más ilusión.
Tu alianza con Tous es una de las más estables del mundo de la moda, ¿cuál es el secreto del éxito? ¡Siempre digo que es mi relación más larga! (risas). Hemos crecido juntos. Yo inauguré en Sevilla su tienda número 20 y ya tienen más de 700 por todo el mundo. Les admiro muchísimo porque son supertrabajadores y, a la vez, son una piña, son muy familiares. Salvador y Rosa forman el tándem perfecto: ella es el alma de la empresa y él un magnífico gestor. Después de tantos años, hay mucha confianza y cariño. Tantas vivencias juntos... ¿Recuerdas algún momento especial?
Sí, uno muy concreto que ocurrió mientras preparaba la colección
Tanuca, que estaba inspirada en ese medallón que me regaló la reina Victoria Eugenia. Cuando mi madre murió, quise hacerle un homenaje y me acordé de esta pieza, a la que siempre tuvo mucho cariño y que guardó hasta el final. Fue precioso porque llevé a Tous la joya original para explicar la idea y Rosa
Oriol dijo muy convencida: «Esto se debe de abrir». Yo no me lo podía creer, pero cogió una lupa y vio que, efectivamente, había una pequeña hendidura. Tiró de ella y, de repente, ¡clac!, se abrió. Me trasladé a otra época. ¡Fue un momentazo! Entonces descubrimos que, en realidad, es un guardapelos y que, incluso, seguía teniendo el mechón intacto dentro. Impresionante. No sé si mi madre llegó a saber esto.
¿Ella te dio algún tip de estilo?
De estilo no. La verdad es que no coincidíamos mucho en gustos, a mí siempre me ha gustado ir más sobria, mientras que a ella le encantaba el color y los estampados. Aunque ahora pienso en todas las maravillas que regaló, con lo que me gustan las piezas vintage, y me da mucha pena.
¿Cómo es tu relación con la moda?
Como todo lo creativo, para mí es un arte. Pero no te creas que sigo mucho las tendencias. Soy muy femenina y coqueta, aunque me gusta ir cómoda y, sobre todo, mezclar. Vestir siempre igual me aburre.
Te caracterizas por romper moldes... He leído que, incluso, te atreviste a contravenir la tradición e ir de negro en tu puesta de largo.
¡Esa fue la bronca más gorda que tuve con mi madre! Recuerdo que me entrevistaron en el programa de Jesús Hermida –era mi primera entrevista en televisión– y estaba supernerviosa. Me preguntaron por el vestido y dije «va a ser negro». Cuando llegué a casa los gritos se oían en la Gran Vía (risas). Al final, cedí un poco y decidimos poner un volante blanco con lunares, para darle un toque de color...
Aunque es cierto que esa rebeldía también la has heredado de ella.
Claro, le tenía que haber dicho: «No te quejes, tengo a quién salir» (risas).
«SOY MUY FEMENINA Y COQUETA, AUNQUE ME GUSTA IR CÓMODA Y, SOBRE TODO, MEZCLAR. VESTIR SIEMPRE IGUAL ABURRE»
Hace casi tres años te casaste con Narcís Rebollo en Las Vegas, vestidos de Marilyn y Elvis, ¿te lo habías imaginado alguna vez? ¡Ni en sueños! Es que ni siquiera entraba en nuestros planes. Estábamos allí para acudir a la gala de los Grammy Latinos (Narcís es presidente de la productora musical Universal), empezamos a hablarlo totalmente en broma y terminamos diciendo «¿y si lo hacemos?». Lo pasamos de maravilla. Además, fue legal –al menos en Nevada– porque firmamos todos los papeles. Luego aquí tienes que validarlo en la embajada y, la verdad, no lo hemos hecho porque no nos hace falta.
En ELLE te hemos hecho varias entrevistas y en ellas te vemos en distintos momentos de tu vida... ¿En qué punto estás ahora?
Creo que estoy en la mejor época, sin duda. Es cuando estoy más contenta, con más ganas de disfrutar y me encuentro con mucha serenidad. Me siento muy afortunada. Me río mucho, que es lo que más me gusta.
¿Cuál es la clave de la felicidad, según Eugenia Martínez de Irujo?
Estar con la gente que quiero: mis amigos de toda la vida –que los sigo manteniendo desde que tengo 11 y 12 años–, mi hija, mi marido, mis animales... Pasar un día en el campo, con mi vinito y rodeada de ellos. No quiero nada más. Reconozco que, a veces, incluso, me voy sola para disfrutar de mis animales, porque si voy con gente no puedo estar tanto con ellos, y me lo paso como una niña. Madrid me encanta, pero no puedo estar un fin de semana sin ir a La Pizana (su finca en Sevilla). Sueles decir que eres muy pasional, ¿el corazón va siempre por delante? Sí, un horror (risas). Siempre hago lo que siento y digo lo que pienso. Me gusta la gente de verdad y auténtica, detesto las fachadas. De hecho, detesto las fiestas sociales. Las odio. Voy cuando no me queda otra. La verdad, no soy nada diplomática.
¿Cómo conservas los pies en la tierra?
Creo que tengo mucho sentido común. Para mí, los valores son una parte fundamental de la vida. Nunca me he creído nada. También es algo que hemos vivido siempre en casa. Mi madre era una persona muy llana y desde niños nos enseñó a ser agradecidos. Creo que fue la lección más importante que nos inculcó. Recuerdo que ella lo primero que hacía era contestar todas las cartas que recibía. Aquello se me quedó grabado y, ahora, me encanta contestar los mensajes que recibo, tanto en papel como a través de Instagram. La gente es supercariñosa y eso me emociona, no sé si es el cariño que he heredado de ella.
«ESTOY EN LA MEJOR ÉPOCA DE MI VIDA. SOY MUY AFORTUNADA. ME RÍO MUCHO, QUE ES LO QUE MÁS ME GUSTA»
¿Qué le pides a la nueva década?
Que evolucionemos y tomemos conciencia de la importancia de la sostenibilidad, que logremos acabar con el maltrato a los animales... Ojalá aprendiéramos a cuidar el medio ambiente. No hay nada más bonito. ■