ÁLVARO MORTE
El hombre tranquilo que triunfa en la televisión.
Cuando se empezó a emitir La casa de papel en diferentes países, aumentaba 150.000 seguidores en mis redes sociales cada semana», recuerda aún asombrado Álvaro Morte (Algeciras, 1975). Gracias a su papel de El Profesor, esta estrella mundial con los pies plantados en la tierra saltó de rodar El secreto de Puente Viejo a The Wheel of Time para Amazon, con la actriz Rosamund Pike o The Head para HBO Asia. Pasados los 40, la fama le ha pillado por sorpresa. Le reconocen en cualquier parte del globo, pero se lo toma con calma y humor. ¿Por qué? Porque es consciente de lo efímero que puede ser el éxito, domina los entresijos de su oficio y reflexiona sobre lo difícil de llegar aquí. Ha sido profesor de flamenco, guía turístico y camarero, y es también productor de su propia compañía teatral, 300 Pistolas, y padre de mellizos. Todo lo cuenta con grandes carcajadas que le achinan todavía más la mirada. Porque conoce bien qué se siente cuando no te eligen en ningún casting.
Y, ahora que se lo rifan, desea saborear el presente. El planeta entero está expectante ante la cuarta temporada de La casa de papel que se estrena el 3 de abril. ¿Tú ya la has visto?
¡Qué va, ninguno de nosotros! Sé lo que ha sucedido solamente en mis escenas. En el resto, no. Los compañeros que han visto secuencias porque han tenido que ir a doblaje han comentado que son bastante increíbles.
¿Qué os hacen firmar para que no haya filtraciones?
Un contrato tremendo con acuerdos de confidencialidad de todos los colores. ¡Se nos podría caer el pelo! Además, mientras grabamos, nadie sabe lo que va a ocurrir. Aunque Álex Pina (el director de la serie) tiene una idea de hacia dónde pretende dirigirse, escribe sobre la marcha en los días de rodaje. Y nosotros añadimos detalles.
¿Qué has aportado tú a la trama?
Que Berlín y El Profesor fueran hermanos es un invento de Pedro Alonso y mío. Los guionistas no querían, así que lo decidimos nosotros y comenzamos a mirarnos de una determinada forma, sin cambiar el texto. Cuando hicimos la escena del Bella Ciao, al final de la primera temporada, todavía no nos lo habían comprado. Pero se generó algo tan potente que los espectadores se preguntaban qué había entre ellos, si eran amantes o qué. Hasta que lo conseguimos.
¿Los actores del reparto tenéis un grupo de WhatsApp?
Sí. Lo abrimos al principio. Y, cuando se emitió en Netflix, empezó a echar humo. Veíamos cosas alucinantes, como personas con tatuajes de nuestras caras o campos de fútbol coreando el Bella Ciao, y lo compartíamos flipando.
De todo eso, ¿qué ha sido lo que más te ha emocionado? Cuando el barco de Proactiva Open Arms rescató a unos migrantes y se pusieron a cantar el Bella Ciao. También cuando la gente ve una injusticia social y sale a la calle a protestar con un mono rojo y una careta de Dalí. Es increíble.
¿De qué has trabajado hasta llegar hasta aquí?
He sido camarero, como muchos intérpretes. Y me he buscado bastante la vida. Sin embargo, he tenido la suerte de dedicarme, en su mayoría, a ser actor y, desde que creé mi compañía de teatro, productor y director. Aunque lo más rocambolesco fue ejercer de guía turístico para un grupo de coreanos que visitaban Málaga y Sevilla. Les llevé a un lado y a otro, y les expliqué algunas cosas que ahora confieso que me inventé (Risas). Eres muy amante de decir que sí y luego ya ves, ¿no?
¡Y tanto! En una ocasión, me ofrecieron un papel en la serie Isabel, y era imprescindible montar a caballo. Les respondí que por supuesto y, nada más colgar, me puse a buscar una escuela de hípica, porque no me había subido a uno jamás. ¡Ah, y he sido profesor de flamenco!
¿Y eso? ¿También bailas?
No, ni idea. Sólo sé la primera de las sevillanas
Y, entonces, ¿cómo acabas de profesor?
Fue hace unos años. Estaba harto de recibir siempre un no,
así que me fui a Dublín para mejorar el idioma. Pero era justo la cuesta de enero y estaban echando a todos los camareros de los bares. Se me ocurrió anunciarme como (Risas).
Adoro la música y preparo mis papeles con canciones. Para el de ‘El embarcadero’ ponía a Lori Meyers, mientras El Profesor de ‘La casa de papel’ surgió oyendo‘jazz’