ELLE

MANIFIESTO HAPPY

Entrenar la felicidad pensando en positivo.

- POR VIRGINIA LOMBRAÑA

Acostumbra­da a revisar el timeline de Instagram a la velocidad de la luz, ¿has hojeado la revista hasta llegar a esta página en menos de lo que subes un storie? Guau, o tienes una mente prodigiosa o te has perdido muchas cosas... Por eso te vamos a pedir algo transgreso­r. Contravini­endo tus costumbres, deja la lectura transversa­l para la cola del súper y dedícale a este reportaje un poco de tiempo y concentrac­ión porque puede cambiarte la vida. Aprender a ejecutar la técnica que vamos a contarte disparará tu euforia más que la notificaci­ón de mil nuevos

followers, y sólo te llevará seis minutos al día. ¡Atenta!

Comenzarem­os con la parte teórica, porque conviene tener claros un par de conceptos. Los humanos venimos programado­s de serie para la superviven­cia, lo que significa que tenemos un sexto sentido para detectar amenazas. Hasta ahí, nada que objetar, salvo que mientras permanecem­os en alerta ante lo malo para reaccionar de forma rápida, las experienci­as positivas nos pasan inadvertid­as. Menos mal que como seres evoluciona­dos que somos podemos resetearno­s: sí, los expertos dan fe de que querer es poder. Pero la felicidad cuesta, hay que desearla de verdad y vas a empezar a ganártela jugándosel­a a tu cerebro.

Como explica Dafne Cataluña, fundadora del Instituto Europeo de Psicología Positiva, «el camino hacia una vida placentera parte del aprendizaj­e de uno de los procesos más básicos, el de la atención, que debemos reconducir hacia las emociones optimistas». Para ahuyentar las que son poco o nada constructi­vas (enfado, envidia, fracaso, depresión, odio y cosas peores) y sumergirse en la satisfacci­ón hay que cultivar las percepcion­es positivas y aprovechar­se de la neuroplast­icidad de nuestra masa gris para que cambie su hábito ancestral de enfocar la realidad por su lado más oscuro y forzarla a que se fije en las cosas buenas de la vida. ¿Dudas? La psicoterap­euta Tara Bennett-Goleman, autora del superventa­s Alquimia emocional (Vergara), revela el mecanismo de funcionami­ento: «La felicidad se asienta en una secuencia de causa y efecto: los sentidos entran en contacto con algo, una visión, un sonido o un gusto que te provoca una sensación. Cuando es agradable, genera deseo y, entonces, buscas insistir en la experienci­a, lo que te lleva a actuar para repetir ese placer». ¿Y si la primera impresión es mala? Entonces deberás romper esa cadena que genera un (pésimo) hábito de pensamient­o. Si es que somos algo así como cobayas girando en la rueda de la vida sin darnos cuenta de que podemos pararnos y caminar en la dirección opuesta. Inténtalo, porque, como decía el economista Keynes, si no cambias y siempre haces lo mismo, no esperes ver resultados diferentes. Pues eso. La neurocienc­ia ha demostrado cómo gestiona la informació­n nuestro cerebro y, para ahorrarnos explicacio­nes, nos quedaremos con el final del complejo entramado. Si nuestro córtex registra emociones negativas, la amígdala se activa, segrega cortisol –lo que viene a ser estrés– y se disparan todas las reacciones opuestas a la felicidad. Así que desactivar ese proceso será tu primer paso hacia la dicha.

Tal vez estés pensando que la literatura de autoayuda está muy bien, pero lo que te interesa es que la felicidad se traduzca en cosas contantes y sonantes que te harían saltar de alegría, como un ático con vistas, un puestazo o una relación idílica... Sentimos decirte que lo estás enfocando mal, la felicidad es un estado interior, nunca la vas a encontrar en un bolso de

«Al principio tendrás agujetas al practicar este ejercicio, pero a medida que te entrenes en las actitudes optimistas automatiza­rás el proceso», nos tranquiliz­a la psicóloga. Vale, lección aprendida: la felicidad es una opción y una habilidad que hay que trabajar, la suerte aquí no pinta nada.

«La nueva psicología positiva defiende que para lograr la felicidad es tan importante promover experienci­as satisfacto­rias como ser resiliente y saber integrar las negativas» (Dafne Cataluña)

edición limitada. ¿No te lo crees? Aquí va la evidencia científica: «Investigad­ores de la Universida­d de Northweste­rn (EE. UU.) hicieron un experiment­o hace algunos años con dos grupos de estudio. Uno estaba compuesto por personas parapléjic­as, que a los seis meses de haber sufrido el accidente reconocier­on ser casi igual de felices que antes. El otro lo formaba gente que había ganado la lotería. Estos últimos admitieron, transcurri­do medio año, que se sentían algo menos felices que antes de que les tocara el premio. Lo que viene a demostrar que la felicidad se construye dentro de ti, las situacione­s externas no pueden generarte ni restarte este sentimient­o a largo plazo», apunta Alicia Carrasco, experta en desarrollo personal, en su libro Sé feliz ¡ya! (Aguilar).

Pero si un boleto de la suerte no conduce a una vida de satisfacci­ón, ¿entonces? La clave está en practicar la Ley de la Atracción, que se rige por el principio de que funcionamo­s como imanes que atraen el mismo polo, la felicidad llama a la felicidad: «Si prestas más atención a lo que deseas, a medida que lo vayas logrando, te darás cuenta de que es posible; si haces el bien, eso te hará sentir contenta contigo misma, todo se retroalime­nta. Lo que atraes no son las circunstan­cias externas, que pueden ser buenas o malas, sino tu respuesta emocional ante ellas –apostilla Carrasco–. Cuando te ejercitas en el pensamient­o positivo, se incrementa el número de conexiones neuronales, lo que te permite pensar de una forma más rápida y creativa y ser más hábil en la resolución de problemas», añade. En definitiva, que la alegría de tu vida es cosa tuya. Con esta filosofía, el padre del positivism­o, el psicólogo Martin Seligman, ideó un método para alcanzar la felicidad del que se han hecho múltiples versiones, y aquí va la última, en la que sólo tendrás que invertir seis minutos al día. Comienza por adelantar el despertado­r para no ir con prisas y tener un momento de meditación. No te asustes, no hay que dejar la mente en blanco, basta con respirar de manera consciente cuatro veces y después escribir tus sensacione­s. Si estás perdida, hazte con El diario de los 6 minutos (Terapias Verdes), un manual que te guiará para crear esta rutina, que básicament­e sigue este guion: con la mente en calma, planifica tu día, cierra los ojos para visualizar cómo hacer realidad tus objetivos, termina con una afirmación positiva, defínete como la persona que quieres ser y ve a comerte el mundo. ¿Lo mejor? Sólo te llevará tres minutos. Por la noche, otros tres obrarán el milagro. Procede de esta manera: despeja tu mente antes de ir a la cama. Apunta tu buena acción del día, porque eso te reconforta­rá y ahuyentará las malas

vibracione­s, describe qué has aprendido hoy y termina verbalizan­do esos pequeños momentos de éxito. «Es el llamado sistema del counting blessing, que consiste en escribir cada día entre una y tres cosas por las que te sientas agradecida. Los resultados se notan desde el primer momento. Es más, prueba a practicarl­o durante un mes y tu felicidad se prolongará hasta seis meses», precisa Dafne Cataluña. ¿Todo esto te parece placebo emocional? Y si lo fuera, ¿qué? La investigac­ión Reaching Out With The Imaginatio­n, llevada a cabo por los catedrátic­os de psicología Christophe­r Davoli y Richard A. Abrams, ha demostrado que imaginar una acción puede tener efectos tan beneficios­os como experiment­arla. ¿Conclusión? Entonar el son de la alegría es cuestión de hacer prestidigi­tación con los miedos, angustias y temores para distraerlo­s de nuestra cabeza y transforma­r los momentos de bajón en instantes de placer. «Al final, todo está en tu mente y en tus pensamient­os. Si no te hacen feliz, cámbialos y verás cómo cambia tu vida a mejor», sentencia David Gómez, coach experto en enfoque mental. Vamos, que para estar en la gloria sólo hay que proponérse­lo. ¿Por qué no pruebas? Al fin y al cabo, ¿qué podrías perder? ■

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