ELLE

UN MUNDO DE COLOR

Entramos en el atelier de Benetton.

- POR CLAUDIA SÁIZ

La vida de Jean-Charles de Castelbaja­c (Casablanca, 1949), JC/DC para sus amigos, es como un cuento de hadas, sólo que en clave posmoderna. Su padre, Louis de Castelbaja­c, era un famoso pianista de la corte del Rey Mohammed V de Marruecos. Su madre, Jeanne-Blanche, una couturier que vestía a las damas de la alta sociedad de Limoges. «Cuando salí del internado militar en Normandía tenía 17 años y estaba particular­mente hambriento de color, luz y vida. Llevaba tiempo en un instituto únicamente para chicos, iba a misa cada día, vestía con uniforme... Todo eso en los 60, cuando la gente iba con faldas de flores, camisas hippies y botas en punta al estilo de The Beatles. ¡Yo quería eso!», dice el nuevo diseñador de Benetton. Y así fue. Su estilo colorido e infantil, inspirado en los dibujos animados, la literatura y la cultura pop sedujeron a Mick Jagger, Elton John, Madonna e, incluso, al Papa Juan Pablo

II, que lo eligió para diseñar las togas con los colores del arcoíris de 500 obispos y 5.000 sacerdotes para la Jornada Nacional de la Juventud de 1997 en París. «Me quedo con la magia que he vivido. Siempre he sido un niño, muy vinculado a mi infancia, y gracias a esta industria he mantenido esa emoción. Por eso, cuando el fotógrafo Oliviero Toscani me llamó en su día y me preguntó si estaba preparado para una aventura junto a Luciano Benetton, me reactivé. Supe que esta casa era la horma de mi zapato». Ahora su amor por los materiales reciclados, el color primario y la iconografí­a histórica de la etiqueta traspasan la frontera adulta y se cuelan en su primera colección kids.

¿Eres un abanderado en tecnicolor?

Ningún tono tiene copyright, yo los utilizos todos para unir a las personas. Y estoy en una firma que ya su propio nombre es una declaració­n de intencione­s: United Colors of Benetton. Quiero crear un país multicolor y que su capital sea Benettown. Cuando estuve internado mi madre me enviaba objetos llenos de tonalidade­s vibrantes para combatir la paleta austera del colegio.

Ahora estás en el mejor patio de juegos?

Ahora estoy en casa: el ADN del producto, el uso cromático, la tecnología... Todo encaja. Me siento como Charlie en la fábrica de chocolate. Además, mi afinidad no es sólo estética, también social. Los niños quieren salir de su zona de confort y ser sus propios comisarios. Son ellos los que marcan cómo hacer las cosas y no la dictadura de los padres. Nosotros diseñamos con ellos en la mente.

¿Cómo el arte entra en esta visión?

La potencia de sembrar y cultivar no es de naturaleza sólo vegetal. Crear te convierte en una persona sin miedo y las artes nos hacen ser mejores. Verás en los diseños prints de Keith Haring, uno de mis mejores amigos junto a Basquiat. Ambos llenaban su mundo de color, igual que ahora Okuda, Jaime Hayón y Ágatha Ruiz de la Prada, buenos compañeros.

¿Es importante salir de la corriente?

El planeta moda está centrado en la P: producción, precio, posición, publicidad y poder. En Benetton, que somos más disruptivo­s y visionario­s, nos guiamos por la E: ecología, experienci­a y emoción. Somos la primera compañía italiana en cuanto a la responsabi­lidad social, y eso sí que es un lujo. Charles M. Schulz me dijo una vez que salvar el mundo siempre estaba de moda. Por eso hablo de sostenibil­idad a través de Snoopy. Representa un poco el caballo de Troya del humor.

¿Cómo ves la revolución digital?

Mientras tengas una historia que contar y sepas cómo narrarla, sin contaminar y sin ser fast food del clic, entonces sí tiene sentido. No hay que utilizarla para embrutecer. El presente es...

... un regalo, el pasado es historia y el futuro es un misterio. Yo me siento en paz con lo que hago. Mirar es construir: hacia adelante con optimismo y con una visión clara de quién eres. Uno tiene que ser fiel a unos valores. El mío, el que me define, es la humanidad. Me gusta trabajar con gente, lucho contra los prejuicios, y eso es lo que me hace más fuerte.

¿Es la moda tu modo de decir las cosas?

Incluso cuando uso un dibujo animado, hay un mensaje detrás. Con el consumo rápido se pierde el misterio. Aun así es una época caótica. Y el caos es favorable a la creativida­d. Necesitamo­s color, propósito, fuerza. (E incide). Necesitamo­s historias.

Siempre he sido un niño, muy vinculado a mi infancia y a la magia, y gracias a esta industria he mantenido esa emoción

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