Jane Goodall
Acaba de cumplir 94 años (Londres, 1926) y lleva 68 de reinado. Comienza cada día escuchando el magazine informativo de la BBC y leyendo el diario de carreras
Empezó a soñar con África gracias a los libros del doctor Dolittle y a los de Tarzán, a quien adoraba y maldecía a partes iguales por haberse casado con otra Jane. Fue en ese momento cuando decidió que quería ir al continente desconocido para encontrar el mundo mágico que aparecía en aquellas novelas. Y, con 23 años, cumplió su sueño. Tras casi tres décadas de trabajo sobre el terreno, la naturalista, primatóloga y Mensajera de la Paz de Naciones Unidas Jane Goodall
La defensa de los derechos de la mujer, la crítica a los totalitarismos y la lucha contra los excesos que conducen a los desastres del cambio climático son tres de los frentes de batalla de la escritora Margaret Atwood (Canadá, 1939). Algunas de esas obsesiones han dado cuerpo a novelas punzantes, como El asesino ciego, El cuento de la criada y su última obra, Los testamentos. O a libros de poemas como El juego del círculo y Dearly, previsto para este noviembre, sin olvidar su querencia por el ensayo y su incorregible activismo político. Doctara honoris causa por las universidades de Cambridge, Oxford y Toronto, interactúa a diario con algunos de sus casi dos millones de seguidores en Twitter, un medio por el que siente devoción (3). (Londres, 1934) resolvió irse de Gombe, en Tanzania, y consagrar su vida a la necesidad de conservar el medio ambiente y pelear por los derechos de los animales. Menuda y engañosamente frágil, parece al margen de su tiempo. Sus 86 años no han frenado su intenso ritmo, y, acompañada de H (de hope –esperanza–), el famoso chimpancé de peluche que coloca en el atril en sus conferencias, viaja 300 días al año para desarrollar proyectos de conservación y concienciar a la población sobre el vertiginoso e insostenible estilo que llevamos.