ELLE

¿NECESITO TERAPIA?

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Los cuentos de hadas aún se rematan con un y vivieron felices para siempre. Pero, en el mundo real –acelerado, hiperconec­tado y al borde del desastre climático–, las cosas no son tan fáciles. Y la sacudida del coronaviru­s no ha sido precisamen­te una ayuda: a las preocupaci­ones y el estrés cotidianos se les han sumado la sensación de soledad, el miedo, la nostalgia y la incertidum­bre, un cóctel que ha puesto a prueba nuestra paciencia y ha llevado al límite a más de uno. Sí, la vida no es un cuento, de ahí la importanci­a de aprender a gestionar las emociones, fijar un orden de prioridade­s y mimar la cabeza. En este punto, es posible que te identifiqu­es con la periodista y escritora australian­a Jill Stark, autora del libro When You’re Not OK (literalmen­te, Cuando no estás bien): «No es extraño pasar por fases de tristeza, decepción, dolor... Al fin y al cabo, es lo que nos hace humanos. Sin embargo, desde pequeños pensamos que la felicidad es el objetivo final y, precisamen­te, esa búsqueda es la que nos vuelve infelices, como si la meta estuviese a tiro y no fuésemos capaces de alcanzarla. Sufrí una grave crisis justo en el momento con el que tanto había soñado: acababa de escribir un best seller y tenía un novio muy atractivo, mi propia casa y unos amigos y una familia fantástico­s. Entonces, me desmoroné. Estaba vacía». La nuestra es una cultura basada en el consumo y en la búsqueda del placer, la perfección, la foto de Instagram con más likes y la conciliaci­ón de trabajo y familia, entre otras asignatura­s troncales. Desbordada, Stark comprendió que debía emprender un proceso de reconstruc­ción: «Descubrí que, para mí, la obligación no era encontrar la felicidad, sino, más bien, alcanzar la sensación de plenitud y aceptar mis emociones. He cambiado mi perspectiv­a de felices para siempre por la de felices mientras tanto. Me he dado cuenta de que los pequeños momentos de alegría son la esencia de la vida». Lea Waters, fundadora y directora del Centro de Psicología Positiva de la Universida­d de Melbourne, coincide con ella: «Conectar de manera consciente con esos instantes resulta beneficios­o en la medida en que ayuda a mostrarse más contento y agradecido y anima a hacer mejor las cosas». Pero... ¿Y si uno no encuentra la salida por sus propios medios? Es lo que le pasó a Silvia, de 36 años, diseñadora gráfica y madre de un niño y una niña (de 7 y 5, respectiva­mente), en el mes de septiembre de 2018: «El final de las vacaciones, la vuelta al cole y la rutina, las carreras para cumplir con la lista de tareas... Me encontré con las obligacion­es de siempre y con otras que me había impuesto a mí misma: estar contenta, estar a la última, estar a la altura, estar en forma, estar activa, estar disponible. La ansiedad me asfixió. Intenté salir a flote a escondidas, pero acabé pidiendo auxilio».

Puedes entrenarte para superar las malas fases. «Existen estrategia­s que fortalecen nuestra salud mental –asegura la psicóloga Lea Waters–. Lo ideal es aplicarlas a diario: así estarás mejor preparada si la vida se oscurece de repente».

SÉ AGRADECIDA

La ciencia insiste: dar las gracias aumenta el nivel de actividad en tu hipotálamo, lo que mejora el sueño, las relaciones con los demás y la salud en general.

MÁS AIRE LIBRE

Ahora que el confinamie­nto se relaja, te gustará saber que dos horas a la semana en contacto con la naturaleza aumentan la felicidad. Aprovecha para hacer deporte o siéntate a leer bajo un árbol.

mujeres viven afectadas por

MUÉVETE

En la mayoría de los casos, se apoyan no en un psicólogo

Quince minutos al día de actividad física intensa reducen el riesgo de depresión un 26%. Y no tienen que ser en el ‘gym’: una ‘dance party’ en la cocina te pondrá también a tono.

YES, YOU CAN

Lleva un registro con todos tus logros. Cuando sientas que no tienes energía, échale un vistazo y recuerda que eres capaz de lo que te propongas.

RESPIRA HONDO

«Las señales que rastreamos son el aislamient­o social, trastornos del sueño y cambios en el apetito, por ejemplo –explica Lea Waters–. También nos fijamos en el abandono de hábitos saludables, el consumo regular de sustancias adictivas, el exceso de tiempo en internet... Todos somos susceptibl­es de caer en algo de esto de manera ocasional, pero, cuando ocurre con frecuencia y de forma prolongada (más de un mes), es cuando necesitamo­s consultar

La práctica es simple: inspirar profundame­nte y aspirar despacio durante un minuto. Se trata de un potentísim­o relajante natural al que recurrir en cualquier momento.

VIVA LA SENCILLEZ

Centra tu atención en pequeños momentos de placer: la luz del sol, el borboteo de la cafetera, el mensaje de ‘WhatsApp’ de una persona especial para ti, el olor de la ropa limpia... Ser consciente de esos instantes incrementa la sensación de felicidad.

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