La ingeniera de la NASA Diana Trujillo se ha convertido en todo un icono.
Su popularidad ha ido tan lejos como sus robots: hasta Marte. La directora de vuelo de la misión Perseverence, de la NASA, busca vida en el planeta rojo mientras nos habla de la suya aquí. Esfuerzo, éxito y liderazgo están en su órbita diaria.
Tiene la cabeza en Marte y los pies en la tierra. Con esa combinación era imposible que su vida no despegara, y a lo grande. El pasado 18 de febrero, Diana Trujillo (Cali, Colombia, 1981), en la NASA desde 2008, pasó de ser una ingeniera aeroespacial desconocida para el gran público a un referente de fuerza y superación, sobre todo para las mujeres y los hispanos, al dar la cara en la primera retransmisión en español por la agencia estadounidense de un aterrizaje planetario. Ese día no sólo se logró que el robot Perseverence, de la Mars 2020 –la misión de la que es directora de vuelo–, tocase suelo con éxito, sino que se dio un gran paso para la humanidad y otro mayor para la diversidad. Ella, luchadora desde niña, soñadora cuando se lo ha podido permitir, ha dedicado sus esfuerzos a desvelar si estamos solos en el universo, algo que parece incluso fácil si lo comparamos con lo que ha tenido que hacer para llegar hasta aquí. A los 17 años viajó a EE.UU. con 300 dólares en el bolso y sin saber inglés ni el camino que quería seguir.
Suena casi marciano al mirar ahora su currículum, valorar su aportación a la ciencia e imaginarla con su marido y sus dos hijos en Los Ángeles, pero lo cierto es que tuvo que limpiar casas para pagarse la universidad. Un día dio con una revista en la que se enumeraban todas las astronautas que ha habido a lo largo de la carrera espacial y supo al momento que ella quería engrosar esa lista. El resto es historia... Porque Diana ya ha hecho historia y ha abierto un mundo (en nuestro mundo) de oportunidades a todas las niñas y a todos los inmigrantes que puedan pensar que los triunfadores son de una galaxia diferente a la suya. Natural, inteligente, sincera, entusiasta, optimista, ingeniosa, resiliente..., habla con nosotros como un cohete, echando chispas, de empoderamiento y de ciencia y tecnología, categoría en la que la revista acaba de premiarla en sus ELLE Women Awards.
Mars 2020 es la misión más ambiciosa de la NASA hasta el momento con el objetivo de encontrar rastros de vida pasada en ese planeta. La pregunta del millón: ¿hay algo ahí fuera? Con Curiosity, en el año 2012, tratamos de contestar si se daban las condiciones para que pudiese haber vida. Y lo contestamos: sí. Con Perseverence queremos demostrar si realmente la hubo, en este caso, microbiana. No buscamos especies como la nuestra, sino mucho más básicas, claro. Pero el hecho de tener la oportunidad de responder al interrogante de si estamos solos o no abre un millón de interrogantes más sobre nuestra existencia, como dónde estamos respecto a otros planetas y qué papel tiene el ser humano en la galaxia. Esto incluso nos hace pensar, introspectivamente, en cómo nos portamos y si lo estamos haciendo bien.
¿Hablamos de Dios? En la Makers Conference de 2019 dijiste: «Depende de ti y de Dios definir quién eres y en quién vas a convertirte». ¿Conviven bien la ciencia y la fe en tu universo?
No están reñidas. Las dos son importantes. Cuando exploras otros planetas y te das cuenta de que no hay nada, de que no has podido encontrar nada, empiezas a pensar en la existencia del ser humano, en lo que significa la vida. Tengo la posibilidad y el honor de estar ahí fuera, en lugares adonde nadie ha ido antes, y eso me hacer ver lo chiquita que soy, una cosita de nada, en lo relativo al universo. Con todo eso, ¿cómo voy a creer que yo me las sé todas, que de mí depende todo? Hay algo más, algo más ahí fuera mucho más grande que yo.
Ahora mismo te imagino de niña mirando las estrellas durante horas...
Sí, las miraba, eran para mí una manera de escapar de la realidad cuando tenía problemas o simplemente cuando lo veía todo muy negro. Sentarme y observar las estrellas era mi momento de paz, suponía un ejercicio para entender que había un mundo entero por explorar y que debía aprender mucho para dar respuesta a todo lo que se me pasaba por la cabeza. Me decía a mí misma: «El universo está ahí fuera, todo coexiste en armonía y yo puedo contribuir aprendiendo...».
Seguro que cuando eras pequeña te decían que llegarías muy lejos, aunque ¿imaginaste alguna vez que sería tan lejos como Marte?
¡No! Siempre tuve la impresión de que en algún momento haría algo importante, pero nunca se me habría ocurrido que sería esto. Sí, es más lejos de lo que pensé (risas).
¿Qué le dirías ahora a una niña que, después de mirar las estrellas como tú, quiera hacer carrera en ciencia o tecnología, campos en los que las mujeres somos aún una clara minoría?
Le diría que no se quede en la idea de que es una minoría y que piense sólo en la razón por la que desea practicar la ciencia: porque quiere cambiar el mundo, o mejorarlo, descubrir algo que nadie más ha visto, contribuir de una
La fe y la ciencia no están reñidas. Cuando exploras otros planetas y te das cuenta de que no has podido encontrar nada, piensas en la existencia del ser humano, en lo que significa la vida. Hay algo más, algo más ahí fuera mucho más grande que yo
gran forma a la sociedad... Que ponga el foco en lo que va a hacer y cómo va a hacerlo. Eso es mucho más importante que recrearse en el estoy sola, porque, pese a todo, ¡puede hacerlo!
¿Tú tuviste que enfrentarte a ese estoy sola?
Tuve que traspasar muchas barreras, sobre todo personales. Hay cosas difíciles que nosotros complicamos mucho más... Aprendí que sí puedo y que el sí puedo no viene de que otra persona me diga que sí puedo, sino de que yo sé que sí puedo. Necesité aceptar que como se porte conmigo esa otra persona no significa que yo sea más o menos. La barrera más difícil de superar para mí ha sido diferenciar entre quién soy y qué es lo que se espera que sea. Cuando aprendí a distinguirlo, me centré y dejé de pensar en lo que los demás opinan de mí. Ahora escojo lo que quiero hacer, siempre.
Dejaste de pensar no puedo... ¿Has tenido que presentar
batalla a muchos no puedos en tu vida?
Sí, claro, y, cuando me llegan, me siento, me relajo y cambio la perspectiva para poder hacer lo que sea. Tengo una buena analogía para explicar esto, algo que siempre me hace reflexionar. ¿Conoces a Bo Jackson? Es un deportista profesional que en su día demostró ser extremadamente bueno en el béisbol y, a la vez, en el fútbol americano. Todo el mundo estaba preguntándose que cómo era posible ser tan grande en dos deportes a la vez. Él me hace pensar que el hecho de que no se nos haya ocurrido no significa que no se pueda hacer. En mi caso muchas veces me he dicho a mí misma: «No, no puedo no, es que simplemente me tocó primero. Así que ¡dale para adelante!».
Por ir primero te has convertido en una inspiración para muchas mujeres, ¿algún consejo que darnos?
Lo importante es la perspectiva. Como las mujeres lo tenemos a veces más difícil, nos buscamos otra manera de hacerlo, aunque lo hacemos, y bien. Yo en casa lo he visto en mi madre y mi abuela: no había, pero no nos faltaba. Recuerda: si no existe, te lo inventas.
Tú trayectoria personal y profesional también ha sido
otra manera de hacerlo. ¿Cómo has llegado aquí?
Mi vida entera se ha alejado mucho de las expectativas de todo el mundo. Al llegar a EE.UU., no sabía inglés y empecé a trabajar limpiando casas, pero acabé en la NASA. Habitualmente eso no va en la misma oración, y no lo hace por lo mismo que contaba de Bo Jackson, porque no se nos suele ocurrir que algo así sea verdad. De nuevo es solamente cuestión de mirarlo con otra perspectiva... También te he escuchado, frente a un auditorio lleno de mujeres: «Estoy aquí para deciros que haremos que funcione. Yo no soy especial, así que todas podemos hacerlo juntas». ¿Crees que el cambio está cerca?
Siempre ha estado ahí, sólo es que ¡no lo hemos cogido! A mí me gusta hablar de la gran importancia de la amistad entre las mujeres. Cuando tú te encuentras con otra mujer que piensa igual que tú o que tiene las mismas ganas que tú, la ayuda es extrema, porque nos entendemos bien. Así que el cambio siempre ha estado ahí, aunque tenemos que estar juntas, no lo podemos hacer solas. Pero no por el hecho de que seamos mujeres, sino porque en realidad nadie puede hacer nada solo.
¿Cuáles son nuestras armas de mujer hoy en día?
Nosotras somos extremadamente buenas para recibir la información, organizarla correctamente en nuestra cabeza y ejecutar varias cosas a la vez. Eso es algo muy valioso en el terreno personal y en el profesional.
En ambos terrenos, ¿cómo y dónde te ves de aquí en 10 años? ¿Tienes alguna idea o algún deseo?
Con todo lo que está pasando con la misión del Perseverence, me doy cuenta de que he tenido el honor de romper barreras para todas esas niñas que vienen detrás de mí y quieren ser científicas o ingenieras. Así que, si Dios me da la posibilidad de continuar haciendo esto mismo, estaré encantada de estar en primera línea para ellas. En el trabajo que sea o por el camino que sea. ¡Vamos a ver cuál es!
¿Vas a llegar más lejos aún que a Marte?
Mi esperanza es que en algún momento empecemos a llevar seres humanos a la superficie de Marte y me encantaría estar ahí en ese momento, contribuir a que eso pase. Pero, de todos modos, hay que seguir explorando, hay muchos planetas y mucha sed de conocimiento.
¿Cómo te gustaría ser recordada?
Me encantaría que una chica de la siguiente generación, en 10 o 20 años, entre a trabajar en la NASA y diga: «Yo estoy aquí porque conocí la carrera de una muchacha que se llamaba Diana Trujillo y me di cuenta de que quería hacer exactamente lo mismo que ella». Ojalá yo haya cambiado la vida de muchas personas y que esas mismas personas continúen con muchas ganas. Aquí las espero, ¡que vengan y cojan mi trabajo! (risas). ■
Lo importante es la perspectiva. Como las mujeres lo tenemos más difícil, buscamos otra manera de hacerlo, aunque lo hacemos, y bien. Yo en casa lo he visto en mi madre y mi abuela: no había, pero no nos faltaba. Recuerda: si no existe, te lo inventas