ALEJANDRO AGAG
Empresario y fundador de la Fórmula E y Extreme E
Después de crear el campeonato de automovilismo más concienciado y ‘green’, su nueva aventura en modo ‘rally’ lo lleva por las zonas más afectadas por la crisis climática. Y siempre con un mensaje: la tecnología y nuestra responsabilidad nos sacarán de esta.
En apenas siete temporadas, este empresario (Madrid, 1970) ha logrado que el campeonato de coches eléctricos que fundó haya pasado de ser una competición menor a la gran esperanza del motor: ha convencido a muchos de que estos vehículos pueden ser excitantes. Ahora recorre el mundo con un nuevo
rally en modo verde cuya razón de ser es precisamente alertar sobre los peligros de la contaminación.
Cuéntanos tu último proyecto, Extreme E.
Consiste en llevar los eléctricos a las fronteras donde se está librando el cambio climático, a los lugares más afectados. Cada carrera tiene un tema; una ha sido en Arabia Saudí y hablamos de desertificación. De hecho, contamos con un comité científico. Otra será en la costa del Atlántico, en Senegal, para abordar la polución de plásticos en el océano. Otra, en Groenlandia, por el derretimiento de los casquetes polares. Se trata de usar el poder de comunicación del automovilismo para enseñar al planeta lo que está ocurriendo, y también para intentar poner nuestro granito de arena a través de ciertas acciones que llamamos legacy. En el mar Rojo restauramos una playa muy deteriorada donde desova la mayoría de las tortugas de la zona; en Senegal plantaremos un millón de manglares... Además, desde el barco St Helena, que es nuestra base móvil por todo el globo, investigamos y desarrollamos tecnologías para combatir la crisis del clima.
¿Y cómo tuviste la idea de crear el primer campeonato, la Fórmula E?
Siempre he sentido interés por los temas medioambientales, y hace 15 años noté que al deporte del motor, en el que yo me movía, le faltaba ese ángulo, que iba a ser cada vez más esencial, tanto para las marcas como para los patrocinadores. Vi un hueco... y me lancé. Fuimos pioneros, y resultó duro persuadir a la gente de que invirtiera en el coche eléctrico, porque, en 2011, cuando surgió, nadie se lo creía. El único era Elon Musk, y yo trabajé con él entonces. Ahora muchos lo están imitando. Si el público ve que son el futuro del automovilismo, lo trasladará a su vida... Claro, ese es el mensaje. Que, al ver carreras de eléctricos, las personas se convenzan y estén un paso más cerca de comprarse uno. Estos vehículos tienen varios problemas, y uno es la percepción de que no son atractivos. Nosotros estamos cambiando eso.
¿Cuál es hoy el mayor reto ambiental?
Desarrollar una tecnología de captura de carbono eficaz. Es lo único que nos puede salvar a largo plazo. El CO2 que ya está en la atmósfera, unas 400 partes por millón..., se va a quedar ahí. Y seguimos emitiendo. Es otro sector en el que yo me voy a centrar en el futuro.
«Yo sigo de cerca el hidrógeno como tecnología limpia. Y en Extreme E ya lo empleamos. Pero lo principal no es cuál usar, sino que deje de la movilidad generar emisiones»