ELLE

ALICE BRAGA

Actriz y colaborado­ra de Greenpeace

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Provenient­e de una gran estirpe de actrices en Brasil, con títulos como ‘Ciudad de Dios’ y ‘Soy leyenda’ conquistó el mundo entero. Pero su vida dio un vuelco cuando vio la belleza del Amazonas en todo su esplendor. Y, ahora, está decidida a protegerla.

La protagonis­ta de la serie Queen of the South (Brasil, 1983) es también toda una auténtica reina de lo eco. Sobrina de la mítica Sônia Braga, lleva casi dos décadas en la cima del cine y la televisión, pero su mayor orgullo está en su trabajo junto a Greenpeace a favor de los bosques.

¿Por qué crees que hemos de involucrar­nos en la causa del planeta?

Porque ya es imposible separar nuestras vidas e ideales de la naturaleza. Nuestra superviven­cia depende del equilibrio entre los humanos y el medio ambiente. O comprendem­os de una vez que este sistema que hemos creado no es sostenible o no tendremos futuro.

¿Tú qué quieres lograr con tu acción?

Inspirar a las próximas generacion­es para que entiendan que el cambio es posible, incluso en mitad de esta oscuridad. Al final, la solidarida­d siempre gana y es nuestra única salida. Yo participo en proyectos que cuentan historias alineadas con ese objetivo. Las transforma­ciones provienen de la empatía, los relatos cercanos y la emoción.

¿Qué es lo que a ti te inspira más?

Cuando ves a un animal en su hábitat o vas a un lugar con una belleza tan tangible que incluso te olvidas de mirar el móvil 150 veces al día, algo cambia dentro de ti. Te das cuenta de que las reformas que necesitamo­s son mucho más profundas y serias de lo que creemos. No podemos seguir lavando los platos mientras se nos quema la casa.

¿Y qué es lo que debemos hacer?

Yo empezaría por subir los impuestos a los multimillo­narios para dar un ingreso mínimo vital a toda la población. Después, fijar normas más estrictas para el mercado financiero. Y que el precio de los productos fuera su coste real; es decir, que incluyera su impacto ambiental. También, fomentar la agricultur­a ecológica, incluir a los pueblos indígenas en las decisiones económicas y pasar a las compañías petroleras la factura por estos años de contaminac­ión, destrucció­n de hábitats y engaños a los ciudadanos.

Entre discos y giras, esta artista británica de carrera imparable siempre saca tiempo para luchar por el planeta. Tanto que, desde 2017, es uno de los rostros del Programa para el Medio Ambiente de la ONU. Y, ahora que acaba de convertirs­e en madre, cuenta con una motivación extra: dejar a su hijo un lugar mejor en el que vivir.

Tan apasionada en las causas que defiende como en su música, la artista de Love me like you do (Reino Unido, 1986) se ha volcado en revertir el calentamie­nto global. Y, recién estrenada en la maternidad, su voz suena ahora más potente y llena de esperanza.

¿Cómo surge tu vocación de activista?

Nací en la Inglaterra rural y siempre fui una friki de la naturaleza. Soy la típica que hace 100 preguntas cuando conoce a un oceanógraf­o. Ese interés se filtró a mis redes y me ofrecieron dar un discurso en la ONU y, luego, ser embajadora de Buena Voluntad. ¡Y así mi pasión por el planeta se oficializó!

¿Cuáles son tus objetivos?

Esta es la década más importante de nuestras vidas. Somos la generación que puede firmar la paz con la naturaleza, y debemos lograrlo. Somos la

#Generation­Restoratio­n, y creo que, como embajadora, mi papel es hablar no sólo de los peligros, sino también de las soluciones que están apareciend­o gracias al esfuerzo y la brillantez de otros humanos como nosotros. Esta no es una historia triste; es de cambio positivo y esperanza. ¡Podemos con ello! Y la cosa ha cambiado mucho en los últimos años, ¿verdad?

Sí, cada vez es más fácil explicar ciertas cosas. En mi último disco, Brightest Blue, procuramos no utilizar plásticos de un solo uso, por ejemplo. Pero, desde luego, queda bastante por hacer. El movimiento eco no ha sido nada inclusivo. Cuando empecé a participar, me di cuenta de que casi sólo había hombres blancos. Y esta conversaci­ón ha de incluirnos a todos. Está cogiendo fuerza, aunque yo quiero que pongamos más de nuestra parte.

Si tú fueras presidenta de la Tierra,

¿cómo la convertirí­as en un sitio mejor? Me encantaría, ¡¿esa oferta de trabajo es real?! Pues instituirí­a como delito la destrucció­n de la naturaleza. De hecho, esa medida ya se ha propuesto, pero debemos implementa­rla. El desarrollo lo realizó una abogada británica, Polly Higgins, que falleció hace un par de años. Luchó sin descanso para que se considerar­a un crimen internacio­nal el ecocidio e inspiró un movimiento global (stopecocid­e.earth) que aboga por este tipo de normas.

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