Un NUEVO mundo
el futuro es aquí y ahora. Entramos en una dimensión en la que las líneas entre lo real y lo virtual se difuminan. No es un sueño ni ciencia ficción. Arranca la era del metaverso. Acrónimo de las palabras meta (más allá) y universo, representa la próxima frontera, un mundo paralelo al tangible, digital y en tres dimensiones que promete transformar nuestra manera de socializar, comprar, trabajar, jugar, viajar o estudiar. Un ciberespacio donde navegaremos y viviremos (también) gracias a avatares que nos permitirán ser quienes queramos, a medio camino entre la comunidad Second Life y la película Ready Player One, de Spielberg. El término nació en la novela Snow Crash (1992) y, según los expertos, será la palabra del año, liderará la conversación y atraerá el interés, la creatividad y las inversiones de grandes empresas de todos los sectores. Tanto que el visionario Mark Zuckerberg ha rebautizado Facebook como Meta, Seúl será pionera al crear una plataforma en el metaverso donde sus habitantes tendrán la opción de visitar lugares históricos, ir a conciertos y hasta presentar quejas y la isla de Barbados ha abierto la primera embajada digital del mundo; lo ha hecho en Decentraland, uno de los entornos virtuales más populares.
Es la revolución del internet que todos conocemos, y los videojuegos han sido decisivos en el proceso (y yo que les chillaba a mis hijos porque estaban enganchados a Minecraft...). Con las imposiciones de la pandemia, miles de jóvenes han quedado en el skatepark de Vans en Roblox, han bailado en un concierto de Ariana Grande y Travis Scott en Fortnite, le ha comprado a su alter ego digital skins de marcas de lujo, como Louis Vuitton y Gucci, y hasta se hicieron un selfie y charlaron con Joe Biden antes de las elecciones americanas en Animal Crossing. Pero este no es sólo un país para jóvenes: está acaparando la atención de la sociedad entera, que en dos años ha acelerado su digitalización. Lo demuestra la entrada del sector inmobiliario en el metaverso con terrenos intangibles que se venden por cifras astronómicas (algunos han batido el precio medio de la vivienda en Manhattan). O el auge de las criptomonedas, que los bancos tradicionales han dejado de mirar con suspicacia (los hay que han empezado a ofrecer fondos en bitcóins). Por no hablar del fenómeno de los NFT (non-fungible tokens), el nuevo coleccionismo digital; consiste en asociar un objeto virtual (una foto, una prenda, un gif, un vídeo, una canción...) a un certificado de autenticidad que lo convierte en una pieza única, exclusiva e irrepetible, con un código inviolable basado en la tecnología blockchain. Bienes inmateriales con ingresos muy reales que llegan a subastarse como si fuesen Picassos. Como ha pasado con el vestido realizado con puntadas de píxeles de la colección Genesi, de Dolce & Gabbana, que rebasó el millón de dólares, o con la obra del diseñador Beeple, por la que se pagaron 58 millones. Se trata de un fenómeno en boca de todos pero que pocos entienden de verdad. Por eso hemos querido crear The NFT Issue y dedicar este número a la creatividad digital y a explicar el nuevo universo. Y, como el movimiento se demuestra andando, hemos tokenizado nuestra portada y la hemos convertido en la primera de ELLE y de las revistas de moda en España en un NFT. Un hito periodístico y creativo logrado gracias al talento de la artista española Gala Mirissa, imprescindible en las principales plataformas internacionales y que, con la mujer como fuente de inspiración, ha desembarcado en Hollywood. El resultado es Mujer ELLE, una obra de arte única que tú podrás adquirir en MakersPlace el próximo 23 de febrero, día en el que se subastará (y en el que arranca la feria ARCO Madrid).
La recaudación se destinará a una ONG húngara escogida por la protagonista de la obra, la aclamada top model Barbara Palvin.
¡Bienvenida al nuevo mundo! Y no olvides, como afirma Jane
Goodall, que la tecnología, por sí sola, no basta. También tenemos que ponerle el corazón.