ELLE

MARTA BARROSO

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periodista, Breslavia (Polonia) Decidió ir a Polonia a principios de marzo junto con unos amigos, en uno de los primeros convoyes humanitari­os. Recaudó fondos para comprar bienes y llevarlos a almacenes en el país, y para cubrir los gastos del viaje de familias ucranianas a España. Los inicios «En el momento en que me enteré del ataque a Ucrania se me cayó el mundo. Me parecía la mayor crueldad que he visto en mi vida. No daba crédito. No podía pensar que en pleno siglo XXI pudiese ocurrir algo tan bestial. Quería ayudar desde el primer minuto, y cuando se organizó el primer convoy hacia Breslavia, lo tuve claro. Conseguimo­s un coche y salimos a las seis de la mañana el día 8 de marzo hacia la frontera de Polonia con Ucrania». Estudiante­s españoles «Al llegar, nos encontramo­s con un grupo grande de españoles de Erasmus, a quienes ha pillado la guerra aquí estudiando. Desde el primer momento, lo han dejado todo y se han puesto a trabajar sin descanso para ayudar. Estos niños, todavía veinteañer­os, llevan ya más de un mes recibiendo a los refugiados en condicione­s extremas. Están superando sus límites, una de ellas incluso me ha llamado buscando la ayuda de un psicólogo». María «En el convoy nos acompañaba una mujer ucraniana que viajaba para cruzar la frontera y sacar a sus nietos de Ucrania. El hijo de María permanece allí, combatiend­o, y su nuera le está cuidando. Alguien ayudó a los niños a llegar hasta la frontera con Polonia para que su abuela los recogiera. Nunca olvidaré el frío de aquella mañana, con 14 grados bajo cero. Cuando apareció con los dos niños, por fin vimos la felicidad en su cara, pero la tristeza seguía llenando sus ojos. Lo que más me impresionó y más tristeza me produjo fueron las miradas de esos niños. Esta guerra les ha arrancado la vida. Ya no están con sus amigos, ni pueden ir a su colegio. No dijeron una sola palabra durante la vuelta a Breslavia». Dignidad «No todos los refugiados hablan inglés, nos comunicamo­s con señas. Recuerdo a una mujer guapísima, con un bebe en brazos, que me señalaba un paquete de leche. Yo le cogí tres, porque me daba mucha pena, pero ella me indicó que sólo necesitaba uno. Muchos únicamente pedían una botella de agua o Coca Cola, pensando en los que todavía no habían podido llegar».

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Marta, a la dcha., junto a Susana Calvo y Tomás Páramo.

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