ANNA MELNIKOVA
fotógrafa, Járkiv (Ucrania) Esta profesora de universidad y fotógrafa artística tenía planeada la inauguración de una exposición en una galería en el centro de Járkiv el 24 de febrero. Pero el inicio de los bombardeos la obligó a huir de la ciudad. Desde que empezó la guerra, Anna organiza proyectos fotográficos a distancia y se dedica a rescatar mascotas y evitar que mueran de hambre. Retos «He aprendido cómo moverme por la ciudad sin correr riesgos. Con cada sirena antiaérea hay que correr al sótano. Y comprar comida es un desafío. A veces, después de pasar dos horas en la cola, consigo tan solo un paquete de té. Entonces, busco otra tienda y espero en otra cola, y así hasta la hora del toque de queda. Tampoco puedo pensar mucho en la ropa, ahora lo importante es que me permita moverme rápido por las calles, esconderme durante los bombardeos y protegerme del frío. A veces, siento que estoy dentro de un videojuego». Ayuda «Colaboro en varios proyectos como voluntaria, pero le dedico más tiempo al reparto de comida para mascotas. Tengo un perro, que además es alérgico. Llegó un momento que no tenía nada para darle de comer, lo único que pude conseguir en la primera semana de la guerra fue una bolsa de comida para gatos. Así que me puse a buscar proveedores, contactar con ONG y establecí un suministro de alimentos para mascotas en el pueblo donde estoy ahora y en los alrededores». Trabajo «Cuando salimos corriendo de casa, el primer día de bombardeos, me llevé las cosas más livianas, así que, en lugar de la cámara digital, cogí una analógica de 35 mm. Afortunadamente, estaba cargada con el carrete. Espero poder volver a casa y recoger mis cámaras. Mientras tanto, estoy centrada en nuevos proyectos, porque me he dado cuenta de que la guerra te puede volver loco si no vuelves a trabajar. Junto con un grupo de compañeros, organizamos una subasta NFT, en la que recaudamos 1 millón de grivnas ucranianas (UAH), unos 35.000 €, para ayudar a los amigos que perdieron sus hogares. Y el 2 de abril se inauguró una exposición de nuestras obras en Berlín. No dejo, además, de escribir mi diario de la guerra, con la esperanza que, así , este horror que vivimos se quede en el papel, y no en mi cabeza».