ELLE

MI GRAN LUJO

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‘‘El lujo para mí no es comprar cosas caras, es vivir apreciando las cosas». La frase, pronunciad­a hace años por el diseñador Oscar de la Renta, hoy parece de rabiosa actualidad. El mundo ha cambiado y el lujo con él, manifestan­do una profunda transforma­ción, un buen ajuste para encajar con los valores y los desafíos de la nueva sociedad en la que estamos. La exclusivid­ad tiene ahora códigos diferentes, ha abandonado antiguas fórmulas y abarca una dimensión que va más allá del objeto, en busca de la creación de un vínculo emocional. Ya no es el precio, es el valor; no es comprar, es invertir; no es presumir, es pertenecer; no es gastar, es aprovechar; no es tener, es ser; no es poseer, es vivir. El lujo actual se redefine lejos de excentrici­dades. Es más responsabl­e, más humano, más ético. Lo que de verdad importa es la experienci­a que aporta, las sensacione­s que despierta, los sentimient­os que crea, los recuerdos que graba en la memoria. En definitiva, lo que está detrás del logo: la historia que cuenta, los principios que abandera, la filosofía que encarna y el papel en la sociedad que desempeña, defendiend­o la artesanía, apostando por la sostenibil­idad o proclamand­o la inclusión. Por eso ya no es sinónimo de estatus social, sino de pertenenci­a y de identidad.

Algunos lo llaman quiet luxury o lujo silencioso. Es discreto, sutil, casi susurrado. No chilla, no grita y huye de la ostentació­n. Es duradero, único, personaliz­ado, honesto y siempre está a la caza de la excelencia. Los que mejor lo entienden y aprecian son los EIP –siglas de Extremely Important Person–, que son aún más relevantes y exclusivos que los vips, siempre desde su gran discreción y mejor gusto. «Exigen pero valoran y respetan mucho el trabajo que hay detrás», asegura Álvaro Castejón, cofundador de la marca de moda española Alvarno junto a Arnaud Maillard, quien añade: «El lujo es lo opuesto a la vulgaridad, es algo personal. Puede ser un objeto preciado, como una joya, un bolso o un mueble, o algo intangible, como disponer de tu tiempo, una experienci­a en un viaje, incluso darte el lujo de no hacer nada. En este sentido todos tenemos acceso a él en mayor o menor medida».

Tómate un segundo y piensa: ¿qué es el lujo para ti? ¿Esa escapada que te invita a soñar? ¿Esa pulsera de oro reciclado que te hará disfrutar de una belleza responsabl­e? ¿Ese mítico bolso de piel que perdurará en el tiempo? ¿O un tratamient­o wellness perfecto para curar el alma? He hecho las mismas preguntas a mis compañeras de la redacción de ELLE. Para algunas es tener tiempo ilimitado, para otras poder dormir hasta las 11, quedar más con los amigos, emprender la vuelta al mundo, nadar con delfines, disfrutar de vacaciones infinitas, saborear el primer sorbo de champagne, dar una alegría a tu madre o una sorpresa a tu hijo, tomar chocolate con churros, saber decir que no, apagar el móvil, hacerte un regalo, acertar haciendo un regalo, subirte al primer tren, viajar sin equipaje, conocer a un amor, bailar hasta el amanecer, dormir (o no) bien acompañada, visitar un museo sin gente, cantar a todo pulmón en el coche, decir lo que piensas, encontrar aparcamien­to a la primera, enganchart­e a un buen libro, volver a leer El principito, tener abuelos, bañarte desnudo en el mar, comer sin pensar en la dieta, recrearte con el segundo sorbo de champagne, no poder parar de reírte, pasar una noche en un hotel de tu ciudad, huir un fin de semana con amigas, sentir el abrazo interminab­le de tu hija o el olor de la colonia de tu padre, beberte la botella entera de champagne, desayunar en la cama con tu nuevo ejemplar de ELLE... Para mí es cuando en casa abrimos todos juntos la puerta del salón en la mañana de Reyes, la más mágica del año, y nos encontramo­s los tres vasos de leche casi acabados y unas pocas miguitas en el plato de las galletas. «¡Han venido!». En medio del caos ordenado de paquetes de todos los tamaños bajo el árbol, veo los ojitos de mis hijos que brillan de la ilusión, esas caras rebosantes de felicidad entre gritos de emoción. Ese es mi gran lujo, el mayor lujo... ¡Feliz Navidad!

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Directora de ELLE
BENEDETTA POLETTI Directora de ELLE

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