ELLE

Incrédulos

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«Tengo una amiga que tiene un jefe así. Él cree que es cariñoso. Todas sabemos que es un sobón. Un jefe que se define como cercano. Vamos, un acosador. Un jefe que cree que el problema de actitud está en mi amiga y no en creerse dueño de quien trabaja para él. Uno de esos jefes que lo han recibido todo dado pero se cree self made». La protagonis­ta de Reunión, de Natasha Brown, lo tiene aún peor porque, además de ser mujer en esas reuniones, es negra. Imaginaos lo que cree su jefe. «Ellos observan (nos observan). Les enseñan a hacerlo desde la escuela. Les enseñan a ver nuestros cuerpos (nuestras personas) como objetos. Aprenden la línea divisoria entre países ricos y países pobres como si fuera geografía –incuestion­able como las montañas, los océanos y otros fenómenos naturales. Sin porqués ni paraqués, sin las flechas implacable­s del imperialis­mo europeo desgarrand­o el mapa del mundo». Esta novela corta no te deja tranquila. Todos los pensamient­os de la protagonis­ta se derraman como si te cayera un cubo de agua fría en la cabeza. Una chica negra nacida en Gran Bretaña –como sus padres– y que tiene un trabajo de éxito –una rareza para el propio sistema–. «Lo tienes todo. Lo que siempre habías pensado que debías alcanzar, lo que se esperaba de ti. Después de mucho esfuerzo y sacrificio por fin estás ahí. En el puesto de trabajo que visualizab­as, recién ascendida, con mucho dinero, la casa perfecta, tu pareja... No se puede pedir más, tienes la vida que todos considerar­ían como perfecta. Pero hay algo que no acaba de encajar... ¿Y ahora qué?». La protagonis­ta tiene que tomar a una decisión vital, y le pasa algo parecido a lo de mi amiga: «Cuando me enfrento a un problema, debo esforzarme por descubrir qué puedo hacer para superarme, o amoldarme, o trazar un camino que lo sortea, o excavar un túnel por debajo, incluso. Así es como me prepararon. Así es como nos preparamos, como enseñamos a nuestros hijos a abordar este lugar lleno de obstáculos, uno tras otro. Trabaja el doble. Sé el doble de bueno. Y, siempre, intégrate». Aprende cómo darle la vuelta a la situación. Ajá. Ese tipo ya no es el jefe de mi amiga. Pero aunque ellos siempre parecen ganar, hay un hueco que queda, una elección libre que ellos ni siquiera sospechan. No se lo creerían.

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