ELLE

Arnaud Maillard y Álvaro Castejón

CREADORES DE ALVARNO

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«Un privilegio es poder disponer de tu tiempo y regalarte una experienci­a o un objeto único que para ti signifique algo especial»

Empezaron su andadura con genios como Oscar de la Renta o Alexander McQueen, y el destino les unió trabajando para Karl Lagerfeld. En 2010 sacaron su primera colección como Alvarno, elevando el ‘prêt-à-porter’ al nivel de lujo.

Hacen un tándem perfecto y, aunque no siempre tienen el mismo punto de vista, en las cuestiones fundamenta­les comparten una perspectiv­a similar. «Para nosotros el lujo no es lo contrario a la pobreza, sino lo opuesto a la vulgaridad. Es algo muy personal y a lo que le damos una gran relevancia en nuestra escala de valores. Puede ser un objeto preciado, como una joya, un bolso, un mueble..., o algo intangible, como disponer de tu tiempo, una experienci­a en un viaje, incluso darte el lujo de no hacer nada. En este sentido todos tenemos acceso a él en mayor o menor medida», comenta Arnaud Maillard, a lo que asiente Álvaro Castejón, quien añade: «Sobre todo, el lujo es el respeto y la educación. ¿Por qué? Porque eso no tiene precio». Con todo, el mundo de la moda es uno en los que más presente está el concepto de lo excelso, que ha ido adquiriend­o matices, como el del lujo democrátic­o. Pero ¿no es esto un contrasent­ido? ¿Puede lo sublime estar al alcance de cualquiera? Responde Castejón: «Como la palabra lujo indica algo muy atractivo y aspiracion­al, en los últimos tiempos ha habido un abuso de la misma y podemos decir que se ha populariza­do el concepto. Se ha extendido demasiado e impregna cualquier objeto, hasta el punto de que se intenta justificar con esa expresión de “lujo asequible” que todos podemos acceder a él. Para nosotros, sin embargo, algo fabricado en serie no debería ser considerad­o un objeto de lujo. Muy al contrario, existen piezas que no son exclusivas, pero debido al proceso de fabricació­n artesanal, a sus materiales y a su posicionam­iento, sí podemos considerar­las como lujosas. En realidad, el verdadero lujo es inaccesibl­e para la mayoría de los mortales». Sin embargo, una reducida minoría puede rodearse de placeres superiores y hacerlo con disimulo: «Sí, nosotros hemos tenido contacto con esos clientes EIP (extremely important person), y los encuentros han sido muy enriqueced­ores. Son muy discretos y respetan mucho el trabajo que hay detrás de una prenda hecha a medida, los cortes, los tejidos, los bordados... Exigen pero valoran», comentan los diseñadore­s.

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