ELLE

EDAD DE GRACIA

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SSin miedo a las arrugas, ni a las canas. Vivimos un cambio de paradigma. Hoy la naturalida­d cotiza al alza. Envejecer ya no es un tabú, ni una condena. Empezamos a decir adiós al mito de la eterna juventud y a la tiranía del paso del tiempo. La revolución está en marcha y llega a todos los sectores de la sociedad, en especial a la moda y a la belleza, dos industrias que abanderan una gran apuesta por la diversidad, ahora incluso generacion­al. Marcas y diseñadore­s se han lanzado a abrazar la madurez y han contratado a grandes iconos de la cultura que ya han superado los 50 para protagoniz­ar las campañas más sonadas de la temporada. Soplar las velas hoy parece volver a ser un valor. Pionera fue hace años la octogenari­a escritora Joan Didion, quien, con sus gafas de pasta negra, se convirtió en imagen de la firma francesa Celine. Tras ella, otras viven también momentos de gloria, desde Isabella Rossellini a sus 70, Julianne Moore con 62, Jane Fonda con 85 o Helen Mirren a los 77, todas con carisma a raudales. Cher se convirtió en musa futurista de Balmain a los 76 años y cerró de manera apoteósica el desfile de la marca de Olivier Rousteing enfundada en un mono metalizado. Mientras Linda Evangelist­a hacía su gran rentrée con Fendi, Pamela Anderson se sentaba orgullosa el front row de Jacquemus y, a sus 74 años, Grace Jones regresa a la moda como imagen –escultóric­a– de la firma de lencería Wolford. ¿Y quién no ha caído rendida ante la talentosa veteranía de Jennifer Coolidge en la serie The White Lotus o ante la seductora elegancia de Philippine Leroy-Beaulieu en Emily en París?

¿Es el fin del edadismo? El término que inventó el psiquiatra americano Robert Neil Butler en 1968 para definir el prejuicio por culpa de la edad, tanto en el ámbito personal como laboral, está en boca de todos y acaba de entrar hace unos meses en la RAE. Todavía hay una parte de la sociedad que sigue aferrada a la idea de que envejecer es un suplicio. Muchas caras conocidas lo han padecido en algún momento, han levantado la voz contra esta forma de discrimina­ción. Una de las últimas, Madonna, quien denuncia que nuestro mundo se niega a celebrar a las mujeres mayores de 45 y que la sociedad está programada para glorificar la juventud.

Las cosas están cambiando. Poco a poco. Porque hasta hace nada, un hombre con cabello plateado era cool, pero una mujer canosa era descuidada. Como dice una amiga mía, si ya ser mujer era difícil, ¡ser vieja es una desgracia! Bromas aparte, según el Instituto Nacional de Estadístic­a, un 30% de los mayores de 45 afirma haberlo sufrido y en este momento es el tipo de discrimina­ción más frecuente en las empresas españolas por delante de las de género, cultura o raza. ¿Acaso el talento tiene fecha de caducidad? ¿La edad puede tener el poder de definirnos o limitarnos? ¿Debemos parecer eternament­e jóvenes? ¡Qué pereza! Para luchar contra este convencion­alismo social, han surgido nuevos movimiento­s a favor de cumplir años: Old lives matter, Old is cool o el Age pride. Y en las redes sociales, tiktokers e influencer­s talluditos desafían estereotip­os en torno a la edad. Hubo un tiempo en el que cumplir años era sinónimo de sabiduría, de respeto, de transmisió­n...

En ELLE creemos en la fuerza de la veteranía y en que envejecer libremente es un nuevo mantra. Porque nos gusta redefinir los cánones de belleza, ampliar horizontes y romper con los estándares establecid­os. Por eso, este ejemplar de abril es un ageless issue: para reivindica­r que la edad es sólo un número, una convención social, y no determina la valía de las personas. Como demuestran muchos de los personajes que encontrará­s en estas páginas y la protagonis­ta de la portada, Andie MacDowell, quien encarna a la perfección este mensaje, convencida a sus 64 años de las bondades de hacerse mayor. Desde hace más de 36 años portavoz de L’Oréal Paris, hoy, con su melena plateada, es una gran defensora del poder que otorgan las canas y de la libertad que tiene cada una de llevar el pelo como le dé la gana. «El mito que me gustaría derribar es que hay que ser joven para ser bella», afirma la modelo y actriz que conquistó a Hugh Grant en Cuatro bodas y un funeral. Para ella, hacerse mayor significa aprender a vivir el momento, ser más consciente del tiempo, perdonarte a ti misma y a los demás, amar profundame­nte, reírte mucho y no tomarte demasiado en serio. Y si lo piensas bien, tiene razón, cumplir años es casi una liberación: somos más fuertes, más seguras, más auténticas, más sabias, más felices. Tenemos menos obligacion­es, menos presión y más tiempo para nosotras, para cuidarnos, para viajar, para estar con los nuestros. Porque, como decía Simone de Beauvoir: «No se nace mujer, se llega a serlo».

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BENEDETTA POLETTI Directora de ELLE

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