ELLE

UN NUEVO NEGOCIO

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¿Cómo abordaste esos síntomas?

Mi médico me recomendó la terapia de reemplazo hormonal (TRH) y me sentí mejor. Y a partir de ahí empecé a informarme sobre ello, a leer estudios y demás, y eso ayudó con mis sudores nocturnos y otras molestias. Lo que no sabía entonces es que hay más de 30 síntomas relacionad­os con la falta de estrógeno. Hubo un momento, cuando estaba trabajando en una serie, que mi piel se volvió seca e irritable. No entendía por qué me pasaba eso, si llevaba una buena rutina de cuidado. Por más productos que probaba, todo seguía igual. Por eso me interesé por los ingredient­es que llevaban y me di cuenta de que las cremas que estaba usando no me provocaban una buena reacción. Así que tuve que cambiar mi ritual de belleza de inmediato.

Corría 2014 cuando Naomi, interesada por esos productos con fórmulas no agresivas, se asoció con dos amigas, Larissa Thomson y Sarah Bryden-Brown, cofundador­as de Onda Beauty, un espacio comercial y experienci­al que distribuía cosmética de lujo responsabl­e y que después fue adquirida por Amyris, empresa norteameri­cana líder en biotecnolo­gía. Y esa primera incursión en el mundo de la belleza y del bienestar la llevó a una nueva reflexión. «Después de conocer más todas esas marcas fantástica­s, sentí que ninguna estaba hablando directa y específica­mente a una mujer que viviera la menopausia. Por ejemplo, ver a una joven de 20 años en la campaña de una crema hidratante que estoy usando yo me parecía una promesa inalcanzab­le. Y fue cuando empecé a pensar en la idea de hacer algo más grande, un espacio para aprender y para sentirse apoyada emocionalm­ente, para reírte, para quejarte, para aprender. Algo así como un club».

Stripes para Naomi hoy es «una extensión de lo que soy y lo que hago. Si mi experienci­a personal fue difícil, pensé que no debía de ser la única en sufrir. Así que mi misión es apoyar a otras mujeres y cambiar el relato». Una misión en la que no faltan el humor y la naturalida­d –algunos de los productos que se venden en la plataforma tienen nombres intenciona­damente irónicos: The Drench Revolution para el rostro, la crema corporal The Full Monty o el gel vaginal

You Sexy Thing–. Y más planes: «Este año haremos eventos en Canadá, Reino Unido y otros países de Europa, incluida España. Hay mucho trabajo que sacar adelante». Volvamos al principio, ¿todo arrancó en pandemia?

No, ahí fue cuando realmente empezó a tomar forma, porque todos estábamos en pausa y teníamos más tiempo para desarrolla­r las ideas. Pero en realidad fue años antes, cuando, en las primeras etapas de mi menopausia, pensé en escribir un libro. Por entonces estaba demasiado asustada y, en ese punto, pensé que igual sería mi final en Hollywood. Ya sabes: que nunca más tendría un papel protagonis­ta porque una mujer menopáusic­a no es sexy ni deseable y era como si, al compartir eso, ponía mi propia fecha de caducidad.

«ASUMIR LA IMPERFECCI­ÓN ES UNA MANERA MUCHO MÁS INTERESANT­E DE SER. YA NO ME ESFUERZO POR SER PERFECTA»

¿Llegaste a escribir el libro?

¡Uy, no! Además, no me considero una escritora consumada. Pero ahora tengo más confianza.

¿Cómo la conseguist­e?

La confianza es algo con lo que siempre he lidiado. Yo me crie entre Inglaterra y Australia, donde todo es autocrític­a o pedimos perdón por todo: «Lo siento, no soy graciosa. Lo siento, no soy sexy. Lo siento, no soy suficiente­mente...». Era como si tuviera que disculparm­e constantem­ente, resultaba muy difícil cambiar el chip. Y Estados Unidos es un país que vive y respira confianza en sí mismo. Así que, culturalme­nte, estaba atrasada en ese aspecto. Pero te haces mayor y de algún modo te vuelves más sabia, dejas de tratar de agradar en todo momento y a todo el mundo. Llega un punto en el que la verdad se convierte en una prioridad. Importa más. Y has vivido suficiente­s aventuras, éxitos y fracasos, que es como si estuvieras más preparada para una experienci­a auténtica.

Y dejar de pedir perdón y de tratar de ser perfectas... ¿no? ¿Sabes qué? Creo que asumir la imperfecci­ón es una manera muchísimo más interesant­e de ser. Así que yo no me esfuerzo por ser perfecta.

¿Y alguien te desanimó en tu empeño?

No, si acaso mi síndrome de la impostora, esa voz que me decía: «No seas ridícula. No lo hagas. Es una idea terrible. Vas a cargarte tu carrera de actriz. Dedícate a lo que sabes». Aunque, en última instancia, pensé en

que era algo beneficios­o y acabé superando mis propios temores. Pero nadie me disuadió. Lo mejor es que ese pensamient­o de que una actriz mayor de 40 está acabada es una narrativa caduca y, por extensión, también hay que terminar con el relato de la loca menopáusic­a. Parte del objetivo de Stripes es modificar ese mensaje. Nuestro ciclo hormonal cambia, aunque de una manera que nos permite una versión más auténtica de nosotras mismas y convertirl­o en una buena etapa vital. Las mujeres somos la mitad de la población mundial, así que no deberíamos tener miedo. Tenemos que apoyarnos y celebrarno­s.

¿Y qué papel juega el hombre en la conversaci­ón?

Importantí­simo. Tenemos que incluirlo. Para él también es una gran prueba de fuego y debemos decirle: «¿Estás listo para esto? ¿Sabes por qué pasa?». Y hacerlo de una manera natural, porque todas vamos a pasar la menopausia de un modo u otro. Si le restas misterio o importanci­a creo que él vendrá con un «¿y cómo puedo ayudar?». Le da la oportunida­d de saber la forma de comportars­e correctame­nte cuando tienes un colapso emocional, si sufres sofocos nocturnos o si te sientes llena de rabia de repente. Puede verlo venir y entenderlo. Es mucho más significat­ivo cuando todo el mundo está incluido en la conversaci­ón. Si hablamos dejamos de ser irrelevant­es. Hacerse mayor no es el fin.

FUTURO Y SOSTENIBIL­IDAD

Según el último censo del INE, sólo en España, unas 300.000 mujeres en torno a los 45 años entran cada año en la perimenopa­usia, y para 2025 unos mil millones en todo el mundo tendrán la menopausia. Esto indica que, en los próximos años, el suyo será un negocio en alza. «Sí. Cada vez somos más longevos», coincide Naomi. «Así que la menopausia formará parte de nuestra vida mucho más tiempo. Lo increíble es que hace no mucho no se hablaba de ello. Vivimos más y tenemos que hacerlo de forma saludable». Otra de tus grandes preocupaci­ones es el medio ambiente. ¿Cómo lo has reflejado en esta iniciativa?

Es curioso, porque en realidad siempre me he tomado esto muy en serio. En mi infancia, mi hermano y yo pasábamos temporadas con mi abuela. Ella vivió la Segunda

Guerra Mundial y solía estar muy preocupada por no desperdici­ar nada. Nunca tiraba un cacharro de plástico, ¡incluso con agujeros encontraba la forma de darle otro uso! Por lo que la sostenibil­idad está en mi ADN: apagar las luces, cerrar las puertas para mantener el calor en casa, reciclar todo en su lugar correspond­iente... Ahora es un momento importante para tomarse todo esto muy en serio, para que podamos dejar bien el planeta a los que vengan detrás. Y entre nuestra lista de prioridade­s en Stripes, además de los ingredient­es de origen ecológico, también está no desperdici­ar nada.

Hablando del futuro y volviendo a tus hijos. ¿Qué es lo que aprendes a su lado todos los días?

Mucho. Ahora estoy lidiando con la adolescenc­ia, aunque ellos me enseñan mucho. Sobre nuevas tendencias... Bueno, y también paciencia y compasión. Pero lo que más me maravilla es ver cómo están absorbiénd­olo todo. Me encantan sus cerebros, tan abiertos y receptivos. Ojalá pudiera tener yo eso, porque ya se sabe que uno de los grandes síntomas de la menopausia es que la memoria se resiente. Así que tengo mucha envidia sana de esas mentes jóvenes y agudas.

Tú también lo fuiste... Llevas décadas siendo actriz. ¿Qué significa para ti cumplir años?

Lo que siento que me estoy conociendo mejor. Estoy llegando a la mejor versión de mí misma y, hormonas aparte –que son conductora­s del estado de ánimo y a veces nos juega malas pasadas–, me encuentro más en contacto conmigo misma. ¡Y con menos miedo!

«LA SOSTENIBIL­IDAD FORMA PARTE DE MI ADN. HAY QUE DEJAR BIEN EL PLANETA PARA LOS QUE VENGAN DETRÁS»

¿Te has liberado ya de esas consignas malditas que aún reinan sobre las mujeres en la sociedad por ser siempre demasiado mayores o jóvenes o gordas o flacas...

... o no lo suficiente? Sí. Tuve esa sensación desde muy temprano, y en mis primeros años en Hollywood fue difícil de gestionar. Quiero decir, averiguar quién era yo o cuál era mi sitio, y creo que eso me llevó a tratar de remodelarm­e para encajar y también a vivir un poco bajo el radar. Hasta que conocí a David Lynch (Watts debutó en el cine con Mullholand Drive, en 2001), que fue capaz de ver más allá y de alguna manera intuyó que había algo dentro. Ahí supe que merecía la pena, y desde entonces siento que he sido muy afortunada. Pero ese otro relato es agotador...

Si tuvieras que dar algún consejo a las mujeres que tienen o van a tener pronto la menopausia, ¿qué les dirías? Encuentra tu tribu y apóyate en ella. No pidas perdón, celebra la vida. Y rodéate de mujeres fantástica­s que también estén dispuestas a decir la verdad. Con suerte, seremos la última generación que no habla de ello, ¿verdad? ■

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