Paola Marzotto
Activista, artista y fundadora de Eye-V Gallery, una galería global que agrupa a una comunidad internacional de 15 fotógrafos.
Siempre estuvo rodeada de arte. Paola Marzotto (Portogruaro, Venecia, 1955) se mudó de adolescente a Roma, donde estudió antropología y psicología, y frecuentó el ambiente cultural de los años 70. Fue fotoperiodista para diferentes agencias y revistas italianas, y más tarde se convirtió en autora y productora televisiva. Hasta que un día se dio cuenta de la gravedad medioambiental del planeta y decidió montar una galería para exponer la obra de artistas que compartieran una profunda conexión con la madre naturaleza. De hecho, acaba de clausurar en Madrid My Giverny, una búsqueda de casi dos años sobre las transformaciones estacionales de los nenúfares en un estanque, en un emotivo tributo a la belleza. «Intentamos mostrar el milagro de la vida a través del arte, como hemos hecho en la reciente muestra de grupo en Milán Ode to Nature, a la que seguirá Ode to the Ocean, que preparamos en estos momentos. Y yo, personalmente, sigo con mi proyecto Antárctica, Melting Beauty.
Hace poco que he estado allí, durante casi un mes, a bordo del rompehielos de la armada argentina Almirante Irizar», cuenta la artista, que ha capturado en sus imágenes el shock
que le produjo ver cómo se están fundiendo los polos. ¿Cuáles son tus primeros recuerdos de activista?
Mi familia me enseñó a recoger las colillas del campo por miedo a los incendios y las botellas que encontraba en el mar, aunque en aquella época eran de vidrio. Era una forma precursora de ambientalismo. Años después, me acostumbré a limpiar las colillas que tiraba la gente en la playita cerca de casa en Cerdeña. Lo hacía con mis niños. Pero he empezado a tener una verdadera conciencia ambiental en los años 2000. Fue entonces cuando me asocié con Greenpeace y comencé a firmar metódicamente causas ambientales y animalistas. Ahí me convertí en activista.
¿Qué es lo que más te preocupa de la crisis climática?
Es un drama para muchas poblaciones, especialmente en el tercer mundo. Hay millones de migrantes climáticos, gente que pierde su casa y su vida. Es un auténtico horror.
¿Por qué te interesaste por el deshielo de la Antártida?
Como todo el mundo, sabía del cambio climático que estaba ocurriendo allí, pero fui por turismo. Después vi el deshielo de los glaciares y de los icebergs y me preocupó la falta de animales. Cuando llegó la pandemia me di cuenta de que somos nosotros, los seres humanos, los que estamos poniendo en riesgo nuestra propia supervivencia como raza. Así nació el proyecto de la Antártida. ¿Aún estamos a tiempo de salvarnos? No lo creo. La verdad es que soy pesimista. De hecho, no hay por qué ser optimista. Tenemos que parar de consumir tan desaforadamente e invertir en tecnología. La situación ahora mismo está fuera de control. De todas maneras, tengo cinco nietos, así que no dejaré de luchar por su futuro.