Mar Flores
La modelo, actriz, presentadora y empresaria se ha reinventado como 'influencer' y atraviesa uno de sus mejores momentos profesionales.
A Mar Flores (Madrid, 1969) no le debe de haber sido fácil nunca pasar desapercibida, pero mucho menos ahora, que ha alcanzado una notable visibilidad en sus redes sociales, donde atesora una comunidad de casi 250.000 seguidores. «Tengo un compromiso con ellos y me esfuerzo mucho en ser constante con los contenidos que publico. Intento motivar a la gente a hacer deporte, a cuidarse y a llevar una vida sana», dice la modelo, que saca tiempo para colaborar en el programa Y ahora Sonsoles, de Antena 3, y también para ensayar y grabar un nuevo proyecto –del que no quiere desvelar nada todavía– que verá la luz el próximo año.
Tal vez cuando más anónima haya sido, aunque seguro que ya era popular, fuera en su niñez y adolescencia, de las que recuerda especialmente la época estival. «Mis padres tenían una casa en un pueblecito de la sierra de Madrid y ahí fue donde experimenté por primera vez la sensación de libertad y el sentimiento de amistad. Hice piña con un grupo de chicos de la zona, en el que yo era la única mujer, y me retaba con ellos a hacer todo tipo de actividades, desde montar en moto hasta subir a los árboles. Por cierto, aquello me sirvió también para familiarizarme con lo que, curiosamente, la vida me trajo después: cinco hijos, todos varones. Lo recuerdo un poco como mi particular Verano azul, donde siempre forjas una gran amistad y, por supuesto, surge el primer amor», cuenta. Por aquel entonces, también hizo el que todavía hoy le parece uno de sus viajes más especiales: «Era el de fin de estudios, y nos fuimos a Mallorca. Yo estudiaba en un colegio religioso, sólo femenino, y aquella era la primera salida que hacía con mis compañeras, y para todas supuso algo muy emocionante. De repente, nos encontramos un mundo en el que existían los hombres, hicimos amigos extranjeros y casi todas nos enamoramos de unos alemanes altos y rubios que conocimos. Ese fue nuestro descubrimiento y lo que hizo que aquel verano fuera realmente especial». Ahora, en su madurez, lo que más le apetece por estas fechas es estar con sus hijos. «Saber que tengo un mes completamente a disposición de ellos, aunque sean mayores, me hace feliz y me da mucha fuerza. Me gusta pasar este tiempo en familia y con amigos en el refugio al que siempre vuelvo, desde hace 30 años, que es mi casa de Ibiza», revela. Eso no quiere decir que no tenga su particular verano soñado: «Si pudiera elegir, mis vacaciones serían a bordo de un velero. Me encantaría tener uno a mi disposición durante dos o tres meses para navegar por el Mediterráneo». Porque aunque su vida se rija por unos hábitos muy marcados, en verano saca su lado más caótico. «Me rebelo un poco de tanta disciplina durante todo el año. Normalmente tengo mis rutinas y hago que mis hijos las sigan, pero hay días en los que nos saltamos los horarios de las comidas o si ellos no están, me doy mis homenajes, como no comer lo que debo o no hacer deporte. El verano es la época en la que hay que fluir».
«EN ESTA ÉPOCA CONOCÍ POR VEZ PRIMERA LAS SENSACIONES DE AMISTAD Y DE LIBERTAD»