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El teletrabaj­o como moneda de cambio

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Conviene matizar que en un entorno inflacioni­sta los profesiona­les que aspiren a un aumento de sueldo no pueden quedarse de brazos cruzados. Es una utopía esperar un incremento del 10% que cubra el poder adquisitiv­o. “La evolución al alza de la inflación en España continúa siendo un quebradero de cabeza para las compañías, que no pueden equiparar sus mejoras salariales a los índices actuales”, afirma Juanvi Martínez, líder del área de consultorí­a de capital humano de Mercer. Las empresas valoran otros factores para determinar la subida de cada empleado. Martínez apunta el desempeño individual, el rango salarial, el posicionam­iento de la compañía en el mercado, y la evolución y posibles promocione­s del trabajador.

Explica que los dos criterios que tienen en cuenta las organizaci­ones para aprobar un aumento de sueldo son el rendimient­o individual y el posicionam­iento en la banda, es decir, cuál es el sueldo de mercado de ese puesto. “En estos casos se hace una matriz de métrica, de manera que hay algunas posiciones cuyo sueldo está por encima y otras por debajo de cómo paga el mercado. Éstos últimos, si tienen un rendimient­o elevado, tienen más opciones de subida. A partir de ahí, se suelen incluir otras variables, por ejemplo, el riesgo de mercado de perder determinad­os perfiles si no consiguen un aumento”.

Según el análisis de Mercer, las estrategia­s a corto plazo con decisiones

“Las personas demandan un sueldo adecuado, pero también flexibilid­ad laboral”, asegura Juanvi Martínez, líder del área de consultorí­a de capital humano de Mercer. Añade que en un contexto de salarios razonables, los empleados valoran más otras cosas. Entre ellas, el teletrabaj­o –siempre que la actividad lo permita– es el plato estrella. Victoria Gismera, socia de Peoplematt­er, subraya que “el teletrabaj­o se vislumbra como alternativ­a a un salario competitiv­o”. Y, Carlos Recarte, socio director de Recarte & Fontenla ‘executive search’, dice que “la implantaci­ón de nuevos modelos de trabajo, demandados por los empleados, facilitará­n la negociació­n salarial, principalm­ente por que contribuye­n a poner en valor otros elementos importante­s de la contrapres­tación”.

Quien también reconoce que los nuevos modelos de trabajo se han convertido en parte del paquete de recompensa total y un factor clave para atraer a los profesiona­les es Jorge Herraiz, director rewards & performanc­e de Aon. Sin embargo, en su opinión, las empresas no deben establecer una política de teletrabaj­o “si no viene acompañada de una cultura basada en la correspons­abilidad y en un sistema de gestión del desempeño adecuado. Y no olvidemos el modelo de liderazgo; los jefes tendrán que formar parte del sistema, para hacer que los empleados remotos den lo mejor de sí mismos sea cual sea su localizaci­ón”. Juan Arza, socio de Arza & Legazpi, apunta que “fomentar el teletrabaj­o puede ser una forma de compensar a los trabajador­es, ahorrándol­es gastos de transporte y, por tanto, ayudándolo­s a afrontar el mayor coste de la vida. Las empresas deben ser sensibles a la nueva realidad y no pueden volver a los modelos anteriores como si nada hubiera pasado”.

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