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¿Es usted el profesional antídoto que demandan las empresas del futuro?
Las ‘personas antídoto’ están comprometidas con su trabajo, orientadas al cliente y contagian optimismo. El remedio antitóxico que buscan las empresas.
EUn directivo antídoto no es un positivista, sino un optimista bien informado, realista y sincero
En un mundo exigente, muchas veces tenso, no hace falta estar a la defensiva
mpatía, resiliencia, discreción, humildad, honestidad y propósito. Pocos se atreven a mostrar ni un ápice de desdén ante una persona de estas características. Una de las que hace no mucho tiempo identificaba el 45% de los españoles era Rafael Nadal. El tenista fue su personaje favorito para dirigir una empresa, según un role play de famosos diseñado por Alares. Anna Maria Hurtado, directora de relaciones institucionales de esta compañía, menciona este antecedente para hablar de personas antídoto, “profesionales con alta implicación, gran conciencia social y enfocados en mejorar la calidad de vida y competitividad empresarial. Aquellas personas que miran la vida con optimismo y buscan soluciones orientadas a resultados”. ¿Quién no querría un jefe o un colega de trabajo de este corte? Son la antítesis de los profesionales tóxicos, capaces de aniquilar un buen ambiente laboral reduciendo la productividad de un equipo de trabajo. Y si se puede aprender de estos profesionales que dan más que reciben, siempre desde la humildad y el aprendizaje, dejando a un lado el ego, un líder antídoto puede ser una bendición para muchas organizaciones. En el imperio de las habilidades frente a los conocimientos, en un entorno en el que se demandan profesionales y jefes más humanos, las personas antídoto son las más buscadas en un escenario de transformación, que busca no tanto la felicidad laboral como la productividad.
Quiénes son
Si es de los que les gusta escuchar a los demás más que a usted mismo puede llegar a ser el antídoto que buscan las organizaciones. Miguel Pardo, chairman de Vistage España, afirma que hablan y escuchan en proporción con su rostro: con una boca y dos oídos. Dice de estos profesionales que cuando hablan lo hacen con pocas palabras y sin dar vueltas, lo que provoca que los demás se paren a escuchar al abordar los temas con precisión y con más profundidad que el resto: “Son personas auténticas, que actúan desde sus valores sin concesiones, lo que no implica que sean rígidas, sino todo lo contrario. Por encima de ellas suele estar el bien común, son capaces de poner sus egos a un lado”.
Una actitud harto complicada en el momento actual. Sobre estos antídotos de carne y hueso, Diego Fernández Requejo, especialista en estoicismo organizacional, subraya que “en una sociedad gris, competitiva y de abundante crítica, comprenden que tienen que dar un paso adelante y mirar con optimismo su entorno y enfocarse en encontrar soluciones y no en criticar problemas”. Asegura que estas personas hacen algo de manera natural: actuar. No es de extrañar que sean muchas las organizaciones que van en su búsqueda porque son excepcionales. Alejandra Nuño, socióloga experta en crecimiento empresarial, explica que están conectadas al propósito de ser genuinamente humano: “Cuando uno tiene esa coherencia de vivir por estar al servicio de los demás, tiene una gran ligereza, no hay tapujos, sólo es transparencia y verdadera vocación por ayudar a los demás”. Gonzalo Martínez de Miguel, CEO de Infova, dice que “emiten en una longitud de onda que activa la parte más amable y efectiva del ser humano”.
Desde su experiencia como cazatalentos Puri Paniagua, partner de Pedersen&Partners, matiza que “un antídoto no es un positivista –el conocimiento proviene de la experiencia, de lo material–, sino un optimista bien informado, realista y sincero”.
Qué se puede aprender
La cuestión es si este optimista informado, realista y sincero –casi nada– que presenta Paniagua y que se rifan todas las empresas, nace o se hace. Paz Calap, coach de desarrollo personal y emprendedora, reconoce que algunas personas tienen un magnetismo especial “cuya base es haber creado e ir construyendo, día a día, una mentalidad de éxito en la que no sólo tienen en cuenta su felicidad y propio beneficio sino el de todos, el de la comunidad”. Asegura que todas las personas tenemos las mismas oportunidades de ser antídoto o no serlo: “Se trata de poner el foco en lo que de verdad queremos hacer crecer en nosotros y compartir con los demás. Cada pensamiento, cada palabra y cada acción suma o resta en ese objetivo de convertirnos en una persona cuyo foco sea el optimismo y el disfrute de cada proceso”.
Lo más relevante es que en este tipo de perfiles queda fuera el factor suerte. Como afirma Calap “el éxito no es cuestión de buena o mala suerte, sino de tomar conciencia y estar presente en la vida, con generosidad hacia uno mismo y hacia los demás, desarrollando hábitos saludables en nuestra vida a nivel físico, mental y emocional”.
La confianza en uno mismo es la característica que destaca Panigua en las personas antídoto: “Ante un problema, normalmente tenemos herramientas y experiencias para asumirlo. Es cuestión de reflexionar sobre nuestro pasado, y recordar los logros que hemos conseguido, las experiencias que ya hemos superado. Ser capaz de enfrentar los problemas con serenidad, de razonar y de encontrar distintas soluciones, alternativas e implantarlas”.
También se puede aprender de estos profesionales que, como apunta Martínez de Miguel, “es posible ser natural sin miedo a ser juzgado. En un mundo exigente y muchas veces tenso no hace falta estar a la defensiva, ni estar todo el rato marcando territorio. Podemos aprender el equilibrio entre lo consistente y lo fresco, entre lo profesional y lo personal”. Asimismo, Nuño señala que los antídoto demuestran con su actitud que es necesario el ritual de vivir sin ego.
Otro atributo que poseen estas personas está relacionado con la capacidad de escucha que apuntaba Pardo. Añade este experto en desarrollo de directivos que “suelen ser intolerantes a la mediocridad, pero tienen paciencia para escuchar barbaridades o ver cosas tóxicas, y darles la vuelta con asertividad, honestidad y con propiedad, con conocimiento de lo que hablan. Son personas rectas y ejemplo de conducta para los demás, con sencillez”.
El remedio antitóxico
Vagos, quejicas, trepas, mandones y espías envenenan las organizaciones. Son, junto con los pelotas y otros recién incorporados este espectro de indeseables, los profesionales que pueden viciar un entorno laboral sano.
Entre estos últimos están los nomófobos, conectados permanentemente y pendientes de la información, tan eficaces como impacientes suelen ser muy organizados... por eso pueden desmoronar ese caos que permite que la creatividad fluya. Fernández Requejo recuerda que las personas tóxicas “están más centradas en ellas mismas, en su percepción de la realidad, que viven la vida como lucha, como crítica constante, como lamento. Sin embargo, las antídoto se centran en el bien común, en el resultado y en las soluciones”.
¿Qué papel desempeñan los antídoto? Nuño cree que pueden ser contagiosos: “Su halo de liderazgo tiene un efecto multiplicador, pero esto sólo puede pasar si hay una coherencia en la propia organización, el corazón corporativo debe albergar valores. Es la forma más honesta de generar músculo organizativo: los valores”.
Martínez de Miguel es partidario de sacar del equipo a los tóxicos: “Es una obligación de quien dirige, nadie tiene derecho a envenenar el ambiente”. Por eso cree que hay que cuidar el referente de convivencia y comunicación sana a todo el equipo que significan las persona antídoto: “También hay que cuidarlas. No las podemos someter al peor lado oscuro de la fuerza en la creencia de que ellas llevarán su luz a cualquier lugar, durante el tiempo que haga falta”.
La cultura corporativa
Pretender que los profesionales antídoto solucionen todos los problema es un error. Como dice el CEO de Infova, las organizaciones también deben poner de su parte. Una vez más, los valores que fraguan la cultura corporativa son definitivos para crear entornos laborales sanos. Para Calap, el ejemplo de las personas más optimistas, colaborativas y empáticas es fundamental
para llenar de buena energía el entorno laboral y es muy útil. Sin embargo, coincide en que no es suficiente: “Es muy importante e interesante introducir en la organización técnicas de desarrollo personal para que los profesionales aprendan a gestionarse y a construir una mente de éxito y logro que afectará positivamente al buen curso de la empresa”. Pardo observa que los antídoto no suelen hacer alarde en su propio beneficio por ayudar a los demás, ni sentirse superiores cuando se expresan. Razón por la que califica de importante apoyar a estas personas: “La clave es que tengan fuerza y se sientan refrendadas por sus jefes y por sus compañeros sin interrumpirlas en sus pensamientos o coartándolas en todo momento en sus acciones”.
Los jefes
Y si cree que un jefe antídoto puede mitigar sus problemas laborales se equivoca porque, en algunos casos, requieren gestión. Paniagua recuerda que “existe el riesgo de que algunas personas antídoto sean positivas, pero sin ser realistas o sinceras. En este caso, hay que hacer un esfuerzo para aterrizarlas en la realidad de la situación con ejemplos claros y concretos. Hay que hacer un esfuerzo para mostrarles los riesgos, la probabilidad de los mismos, para no tomar decisiones sin sentido”.
Los antídoto son humanos. Hurtado menciona que no son superhéroes ni superheroínas: “Es importante gestionar su conciliación, flexibilidad, diversidad… por parte de sus superiores. Pueden tener un mal día e incluso desmotivarse si su estilo de liderazgo no impregna en otras áreas de la compañía. Por lo tanto, es clave que todo el equipo directivo esté concienciado con el nuevo modelo de liderazgo diverso e inclusivo”.