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Cómo trabajaremos en el futuro después de
Ya antes de la pandemia, de los cambios que precipitó el Covid-19 y la crisis posterior hablábamos de fórmulas de trabajo que iban a transformar
Puede parecer que antes de la pandemia provocada por el Covid-19 nadie creía posible implantar nuevos modelos de trabajo más allá de la actividad en remoto.
Lo cierto es que antes del Covid, cuando aún no habíamos probado el experimento mundial de teletrabajo, la gente ya hablaba de nuevos puestos bajo demanda; de la posibilidad de trabajar sin ir al trabajo; de una actividad profesional en la que podríamos depender de varios jefes, o en la que sería posible trabajar sin mandos; de disponer de un porfolio múltiple de carreras; de dedicar una serie de horas fijas a una compañía y convertir el resto en nuestra propia empresa; de ver una flexibilidad inédita que nada tiene que ver con el concepto tradicional de conciliación y sí con el de integración, adaptado a una exigencia de disponibilidad de 24 horas por parte de las empresas...
Sin haber vivido las transformaciones que ha traído la pandemia, ya éramos conscientes de que la nueva relación entre empleado y empleador nos demostraba que ya no existe el empleo para siempre, y que el trabajo ya no tiene nada que ver con un lugar al que acudimos cada día.
Había quien pensaba que el trabajo por proyectos y las fórmulas de empleo independiente crearían una nueva clase de superprofesionales muy cualificados que desearían ser independientes, y a nadie le extrañaría la existencia de profesionales que pudiesen ser denominados supertemporales, formados en las mejores universidades y escuelas de negocios (o en las instituciones educativas que dentro de algunos años se dediquen a la formación), y que podrían trabajar en las principales compañías, pero que probablemente escogerían una carrera laboral independiente de cualquier organización tradicional. Y también podrían surgir superespecialistas en microtareas muy concretas.
Para muchos, ya antes de la pandemia, parecía haber llegado el momento de coordinarse con equipos que actuarían desde muy diversos y lejanos lugares; o se mostraban convencidos de que la convivencia definitiva de varias generaciones en las empresas, junto con la necesidad de trabajar más años, revolucionaría las organizaciones.
Sin olvidar que con todo ello se transformaría la manera en la que nos podrían valorar nuestros jefes y empresas. Los conceptos de carrera y promoción podrían ser distintos, igual que los modelos de reclutamiento y las formas en las que se busca empleo. Y, lógicamente, muchos se planteaban la posibilidad de que surgieran dilemas profesionales, conflictos éticos y legales que tendrán que ver con las nuevas fórmulas de trabajo.
Surgirían por tanto nuevos puestos y perfiles profesionales.
Qué será, será...
A la pregunta de cómo será nuestro trabajo en el futuro, los expertos responden con predicciones basadas en pocas certezas. Los niños que nacen hoy estarán iniciando su carrera en 2050, y para ellos podemos predecir el cambio climático, los avances en biotecnología o cuál será la capacidad para alimentar a millones de personas. También es posible pronosticar algo que ya estamos comprobando hoy mismo: que las profesiones de éxito actualmente caerán en declive dentro de cinco años, y las que sean más demandadas en un lustro hoy ni