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Cómo volver a la oficina: el espejo de muchos cambios que vienen
La satisfacción o frustración que nos provoque el regreso a la sede de nuestra compañía –a un modelo híbrido, sólo presencial o satisfactoriamente flexible– es un predictor de cómo trabajaremos en el futuro.
Tal vez a estas alturas del año, a un mes escaso de la Navidad, su perspectiva de regresar (o no) a la oficina y a un modelo presencial siga sin estar demasiado clara.
Aunque miles de compañías ya han elaborado y puesto en marcha sus planes de regreso, millones de profesionales mantienen sus dudas acerca de cómo trabajarán –y dónde– en los próximos años.
Mucha gente se ha puesto a prueba con fenómenos como el del teletrabajo (aunque no haya sido verdadero teletrabajo), y ya no está dispuesta a dar un paso atrás en el terreno ganado. Empresarios y profesionales deben aprender a combinar tiempos y tareas domésticas y laborales de un modo simbiótico y sostenible, porque ya ha quedado claro que lo que estamos haciendo ahora como teletrabajo no se puede sostener en el tiempo. Ha sido una experiencia atípica que ha acelerado un proceso natural y que se ha usado para capear una situación de emergencia provisional, pero la actividad en remoto es mucho más compleja y difícil de gestionar que lo que estamos experimentando como teletrabajo.
Satisfacción real
El consejo para las compañías es avanzar en este aspecto, ofreciendo flexibilidad de horarios y de lugar de trabajo para retener al mejor talento, sobre todo al comprobar las consecuencias de algunos fenómenos recientes como la gran dimisión.
Las organizaciones que muy probablemente terminen ganando la guerra del talento serán aquellas que ofrezcan autonomía y la posibilidad de que sus empleados sean dueños de su propia carrera.
Un estudio de McKinsey e Ipsos revela que el 58% de los profesionales encuestados ha tenido la oportunidad de trabajar desde casa al menos un día a la semana, mientras que el 35% tiene la opción de trabajar desde casa cinco días a la semana. El informe señala que la actividad de los encuestados se desarrolla en una variedad de sectores, en diferentes regiones, y en puestos de cuello azul y cuello blanco. Cuando las personas tienen la oportunidad de trabajar de manera flexible, el 87% la aprovecha.
El 48% de los trabajadores encuestados por Future Forum considera que los horarios de trabajo flexibles son más importantes que el salario, y el 40% más que los aumentos. La investigación concluye que “las empresas que quieren construir equipos productivos y exitosos deben pensar en cómo brindan flexibilidad, no sólo en el lugar, sino también en el momento en que trabajan las personas”.
Y en el caso de España, una reciente investigación de Capgemini concluye que “para el 73% de los empleados españoles que no tiene grandes responsabilidades, el equilibrio entre el trabajo y la vida privada es lo más importante, con 8 puntos por encima de la media global, situada en el 65%; pero sólo un tercio (26%) considera que su horario de trabajo es lo suficientemente flexible como para permitirles alcanzar este equilibrio”.
Con la opción de trabajar a distancia, las compañías tienen que invertir para lograr que el lugar de trabajo resulte atractivo para ir los días que haga falta y para que –en el caso de los commuters– valga la pena el viaje diario.
Así, tras la experiencia global del trabajo a distancia, y una vez que millones de profesionales han probado un nuevo tipo de flexibilidad laboral, cada vez más organizaciones y empleadores se deciden por conseguir que la oficina sea una extensión de la propia casa, creando espacios de trabajo en los que los profesionales se sientan como en el hogar, para convencerlos de que vuelvan a la sede de la compañía.
Todo es más complejo
Igual que hace unos meses la discusión acerca de quién debía regresar a la oficina –y cómo y cuándo hacerlo– no podía limitarse únicamente a ampliar la distancia de seguridad en los centros de trabajo, a instalar mamparas, medir aforos o turnos para acceder a los edificios, ahora las estrategias de vuelta que realmente miren al futuro deben atender a otros aspectos mucho más complejos.
Hay que superar el debate entre teletrabajo o presencia cien por cien, e ir mucho más allá de las medidas urgentes para volver a la oficina, porque vienen cambios mayores.
Un reciente estudio de MIT SloanBusiness School concluye que “centrarse únicamente en rediseñar el lugar de trabajo u ofrecer arreglos de actividad flexibles (como opciones remotas o híbridas) sin considerar a los empleados paralizará a las organizaciones y dejará a la gente en la estacada”.
La investigación argumenta además que, “al igual que los espacios de trabajo físicos posteriores a una pandemia deberán revisarse, también tendrán que ser analizados los conjuntos de habilidades y capacidades profesionales de los empleados. Los líderes de las organizaciones deben reimaginar y transformar el lugar de trabajo, pero no pueden perder de vista a las personas que regresan a esos espacios”.
Las empresas han de ser conscientes de cuáles son las expectativas de los profesionales a los que quieren atraer, y deben contar con planes de flexibilización y preparar para ellos a sus empleados.