Expansión Andalucía - Sábado - Empleo
Cómo librarse de un trabajo que odia sin cambiar de empleo
Antes de convertirse en zombis laborales, muchos profesionales deciden librarse de la frustración que provoca un trabajo que les embrutece. Lo vimos durante la ‘gran dimisión’, con desbandadas globales para huir de modelos de actividad prepandemia que no
En 2022, todavía en pandemia, Oxford Dictionaries permitió por primera vez que el público votara la palabra del año. Nadie podía prever que el término escogido pudiera ser modo duende, una palabra que hace referencia al “estado de ánimo predominante de las personas que rechazaron la idea de volver a la vida normal o nueva normalidad”. El término favorito de Oxford en aquel año de pandemia resume lo que muchos profesionales sienten acerca de su vida laboral, cada vez más alejada de cómo quieren vivir y ascender en la escala profesional. Habla del hecho de que, cuando la gente se da cuenta de que no está en el lugar adecuado, quien se siente maltratado opta por abandonarse o irse.
Quien tome esta decisión y corra el riesgo, debe prepararse y analizar sus niveles de autoconfianza. José María Gasalla, profesor y conferenciante, sugiere “revisar lo que creemos acerca de nosotros, sobre nuestra autoestima y autocrítica –fortalezas y factores diferenciales, pero también debilidades–, sin olvidar qué logros hemos conseguido y reconociendo que debemos formarnos en algún aspecto de manera sistemática”. Básicamente, se trata de conocer las competencias que nos va a exigir el nuevo trabajo y preguntarnos si realmente las tenemos.
La solución no es irse
Como veremos, cambiar de empleo ante la frustración puede no ser la estrategia ideal. La pregunta del millón es qué podemos hacer para mantener la motivación o recuperarla, incluso en los trabajos más embrutecedores.
Tal vez deberíamos preguntarnos si la frustración laboral está realmente en la obsesión por perseguir el empleo perfecto. Hay quien piensa que quizá sea mejor resignarse al hecho de que el trabajo ideal no existe, igual que tampoco existe el jefe o la empresa perfecta, y por tanto debemos aplicarnos activamente a reinventar cada día nuestro puesto de trabajo.
Ovidio Peñalver, socio director de Isavia, explica que “muchas veces es bueno tocar fondo profesional, porque esos momentos que provocan hastío y tristeza llevan a la reflexión y nos animan a pensar en opciones diferentes. El rechazo que sentimos por nuestro puesto o empresa es el comienzo de un cambio futuro que nos lleva a pasar a la acción.
Una mala experiencia profesional
puede ser una oportunidad para revisar nuestras creencias y asunciones, y para dar un salto cualitativo en el conocimiento de nosotros mismos.
Si podemos ver el impacto que nuestro empleo tiene en otras personas llegaremos a apreciarlo, siempre que entendamos su significado, y otro secreto para hacer más llevadero el desapego a nuestro trabajo es segmentar el todo de nuestra actividad profesional en diversas partes, analizando cuáles nos parecen no apetecibles y aquellas que nos resultan soportables o gratificantes.
Si hacemos esto tal vez nos sorprendamos con aspectos positivos de los que no teníamos conciencia.
En casi todas las carreras profesionales llega un momento en el que la motivación y el interés desaparecen; las tareas habituales parecen tediosas, y es difícil reunir energía para nuevos proyectos. A pesar de que muchos ponen todo su empeño en encontrar razones para permanecer en esos empleos, los profesionales no están realmente “allí”, y se convierten en una especie de zombis laborales.
La falta de motivación y enganche, que es algo intangible, tiene un impacto tangible en la organización y en la persona. Una reciente encuesta de Gallup concluye que sólo el 23% de las personas en todo el mundo están comprometidas en su trabajo. Ahora un estudio de Harvard Business School desarrolla un proceso de “recarga profesional” identificado como DEAR (desapego, empatía, acción y replanteamiento) y que concluye que la desconexión es desagradable de experimentar y puede conducir a comportamientos contraproducentes.
Desapego
La investigación de Harvard sugiere en primer lugar desapegarse y analizar objetivamente la situación para tomar decisiones, en lugar de reaccionar en forma de lucha o de huida. Al final de la jornada laboral sería conveniente revisar lo que salió bien y lo que nos ha parecido significativo. Y hay que desconectarse mentalmente.
Según esto, uno de los errores profesionales es “huir de” y no “hacia”: aceptar un nuevo trabajo simplemente para escapar del anterior. Una investigación del Instituto Benson-Henry del Hospital General de Massachusetts muestra que de 10 a 20 minutos de meditación simple dos veces al día produce una respuesta que mejora
la salud física y mental y reduce esa respuesta de lucha o abandono.
Es importante tomarse el tiempo para dar un paso atrás. Hace falta distancia y perspectiva para tomar decisiones acertadas porque, de lo contrario, la reacción es sólo de evasión.
Empatía
La empatía es la segunda estrategia. Los expertos recomiendan practicar el cuidado personal, hacer amigos, reconocer los logros de los demás, buscar sus puntos de vista y ayudarles...
Andrés Pérez Ortega, consultor en estrategia personal, cree que “la falta de contacto es como dejar de engrasar un motor. Puede que siga funcionando durante un tiempo, pero poco a poco se irá calentando hasta que se pare”.
El estudio de HBS recuerda que “todos tenemos necesidades psicológicas: interacción social, satisfacción intelectual, consideración positiva de los demás, sentimientos de logro. Y una de las formas más efectivas de satisfacer esas necesidades es ayudar a otros a satisfacer las suyas”.
La empatía requiere curiosidad por las demás personas. Por eso es bueno que observe su comportamiento, que escuche lo que dicen, que haga preguntas y preste atención a las respuestas,
tratando de comprender las diferentes opiniones y conocimientos de sus clientes, jefes y colegas de trabajo.
La búsqueda deliberada de nuevas perspectivas aumenta el compromiso intelectual, construye relaciones en el lugar de trabajo y puede conducir a nuevos conocimientos sobre cómo cambiar o rediseñar un empleo poco gratificante.
Tener un mejor amigo en el trabajo es, según Gallup, un elemento crucial de compromiso: incrementa la satisfacción profesional en un 50%. Y quienes tienen un “mejor amigo” en el trabajo son siete veces más proclives a estar comprometidos y enganchados en su puesto. Otras investigaciones revelan que aquellos profesionales que impulsan la amistad en su compañía y organizan actividades sociales en el lugar de trabajo tienen un 40% más de posibilidades de promocionar en los dos años siguientes. Hay quien habla de “profesionales altruistas” que reportan a la compañía una satisfacción laboral determinante; que se sienten diez veces más enganchados por su actividad; y son un 31% más productivos.
Acción
La acción implica conseguir pequeñas ganancias, invertir en actividades ex
ternas gratificantes, redefinir las responsabilidades y convertir las tareas poco interesantes.
Según Harvard Business School, “cuando se progresa incluso en tareas mundanas y menores, nuestro estado de ánimo mejora, al igual que las posibilidades de que podamos realizar trabajos más importantes. Es lo que se conoce como “el poder de las pequeñas victorias”, que según el estudio de Harvard es un factor clave del compromiso.
Reinvención
Reformular nuestra forma de pensar es la cuarta estrategia e implica concentrarse en los roles informales que uno disfruta en el trabajo, el propósito de orden superior de éste y cómo otros se benefician de su actividad.
La sugerencia es examinar la propia identidad laboral preguntándose quién es usted en su trabajo y considerando qué papel juega en su vida la actividad profesional que realiza.
José María Gasalla cree que “el engagement es un paso consecuencia de la automotivación, y aquí se presentan tres factores críticos: que lo que uno hace tenga sentido más allá de la remuneración; que tenga autonomía y dominio de aquellas tareas a las que uno se dedica”.