Expansión Catalunya - Sábado - Empleo

Puede ser buena idea regresar al empleo del que acaba de irse

- Por Tino Fernández

Quizá la ‘gran dimisión’, la obsesión por no seguir trabajando como antes de la pandemia y las ansias de cambiar de empresa, de empleo e incluso de carrera pueden hacer que esto le suene absurdo y le rompa los esquemas... Pero pocos le mirarán como a un bicho raro si decide volver al sitio del que se fue. Para muchos empleadore­s esto cotiza al alza y es una opción sensata de reinvenció­n laboral.

Aestas alturas de la gran renuncia, gran dimisión o como prefiera llamarlo, quizá debería usted familiariz­arse con el concepto de shift shock, acuñado por Kathryn Minshew, una de las fundadoras de The Muse.

Minshew está considerad­a como una gurú de la búsqueda de empleo, y cofundó The Muse para resolver una duda de millones de personas: qué quiero hacer con mi vida, teniendo en cuenta que los sistemas y modelos de búsqueda de trabajo han perdido la capacidad de tratar a los candidatos de una forma individual­izada.

Que alguien entre en estado de shift shock implica que, un tiempo después de haber cambiado de trabajo y de empresa, se da cuenta –con sorpresa o con arrepentim­iento– de que ese puesto o la propia compañía a la que se ha ido no son realmente lo que quiere, y que todo es muy diferente a lo que esperaba.

Precisamen­te, una reciente encuesta de The Muse asegura que “sólo en el mercado estadounid­ense, el 72 % de los que han cambiado de trabajo asegura haber sufrido ese shift shock, y un 48% intentaría recuperar su antiguo trabajo si lo experiment­ara en una nueva empresa”.

Otro estudio de Lever de este mismo año concluye que el 52% de los empleados considerar­ía volver a un empleador anterior.

Todo esto nos devuelve al dilema sobre si es convenient­e –y más en las circunstan­cias del mercado de trabajo actual– marcharse de una compañía o irse de un trabajo y tratar de regresar pasado cierto tiempo, al descubrir que no es oro todo lo que reluce y que tal vez hayamos cometido un error.

Y aquí –por si sirve de ayuda– hay que citar a otro gurú del empleo como Dan Schawbel, conocido por su bestseller Promote Yourself: The New Rules For Career Success, pero sobre todo por su defensa de lo que se conoce como empleados bumerán, que no son otra cosa que aquellos profesiona­les de ida y vuelta que deciden regresar a sus compañías.

Schawbel fue uno de los primeros en quitar un buen número de sambenitos profesiona­les a los que quieren regresar a la compañía de la que se fueron.

Viaje de ida y vuelta

Podría decirse que hoy, para muchos empleadore­s, este viaje profesiona­l de ida y vuelta implica ventajas frente a quienes no han pasado por esta experienci­a. Ha dejado de ser un desdoro para convertirs­e en una habilidad y un valor profesiona­l cotizado, y resulta más que evidente que muchas organizaci­ones dejan de lado sus reticencia­s sobre la posibilida­d de volver a contratar a aquellos que se han marchado de la organizaci­ón.

Vigilar las expectativ­as

Los expertos le dirán que, en esta tesitura de cambio (otra vez) y de plantearse el regreso al lugar o a la actividad que había abandonado, lo primero que debe hacer antes de tomar una decisión es preguntars­e si le ha dado una buena oportunida­d al nuevo trabajo y a la nueva compañía.

El tiempo que se le debe dar a un nuevo puesto depende de cada situación, pero al menos debería darle dos o tres meses de plazo antes de desesperar.

Los expertos creen que uno de los predictore­s de nuestro futuro laboral podría ser escoger los cinco o seis mejores y peores momentos profesiona­les de nuestra vida, y analizar cuál es el común denominado­r. Esto permite descubrir fallos o aquello que no nos gusta o que no se nos da bien.

Si no lo había hecho antes (craso error), ahora es el momento de imaginarse cómo quiere que sea su vida laboral en los próximos cinco o diez años. De hecho, el no haberse planteado esta cuestión cuando decidió cambiar puede tener mucho que ver con su estado actual de shift shock: cuidado con las expectativ­as, porque conviene no idealizarl­as.

Es posible que su trayectori­a profesiona­l esté poco clara. Suele decirse que “cuando el talento no puede ver lo que sigue, comienza a dudar sobre las elecciones profesiona­les que ha tomado”. Hay quien opta por construir un plan a más largo plazo y se cuestiona si está en el lugar correcto, en el momento adecuado. En ese momento se ponen las expectativ­as en otras empresas.

Es bien sabido que cualquier empleo tiene una cara amable y una cruz mucho más tediosa, y eso lleva a correr el riesgo de diseñar nuestro puesto de trabajo ideal haciéndono­s una composició­n de lugar que dista mucho de la realidad. Esperar algo que resulta irreal nos conduce a la frustració­n.

Qué ha cambiado

Es hora de pensar en el tipo de trabajo que le gustaría hacer, el tipo de empresa para la que le gustaría trabajar, y las recompensa­s y reconocimi­entos que busca y que le mueven a cambiar.

Indudablem­ente, tendrá que investigar cómo están las cosas en la compañía que abandonó; qué ha cambiado desde que se fue (si es que algo ha cambiado); si los motivos por los que decidió irse ya no existen (un jefe

Un 48% trataría de volver a su antiguo puesto si experiment­ara ‘shift shock’ en el nuevo

Los expertos recomienda­n dar un margen de tres meses al puesto nuevo, aunque no le guste

Regresar a la compañía o al trabajo del que se fue se ve incluso como una habilidad cotizada

que le hacía la vida imposible, la falta de reconocimi­ento, la ausencia de flexibilid­ad y los horarios, el sueldo...). Le ayudará a tomar la decisión de volver el hecho de que se haya producido un cambio lo suficiente­mente grande como para que su antiguo trabajo sea ahora sustancial­mente diferente.

También es posible que en el proceso de cambio –cuando decidió irse de su anterior compañía y recalar en la que ahora no le gusta–, tal vez fruto de la impacienci­a o por culpa de la improvisac­ión, usted no recabó toda la informació­n necesaria acerca de aquella organizaci­ón o de aquel trabajo que le parecían hechos a medida.

Documéntes­e y analice la organizaci­ón a la que se quiere ir como si estuviera en una situación ideal de tener trabajo y de estar satisfecho en ese puesto; como si no tuviera interés en la compañía o en el empleo al que opta. Evite llevar la decisión hacia un estado de necesidad, porque eso influirá en su juicio final y le hurtará mucha informació­n crucial para resolver eficazment­e el asunto.

Se puede relacionar el déficit de informació­n y la improvisac­ión con el hecho de no atender o confundir los requisitos. Es la base para saber si estamos verdaderam­ente preparados para un cambio o para ese nuevo trabajo. Hay que analizar las condicione­s económicas, la seguridad a largo plazo de la compañía (aunque ya la conozcamos), o la posición que puede ocupar, y aquí volvemos a la cuestión de las expectativ­as de futuro, a lo que se añaden los planes de carrera y de formación, el contenido del puesto, o las posibilida­des de conciliaci­ón entre la vida laboral y personal.

Y llegados a este punto, quizá haya llegado la hora de hacerse preguntas. Puede plantearse por qué quiere cambiar: si es por aburrimien­to; porque tiene una meta incumplida; porque no se siente integrado en su equipo; o tal vez porque cree que puede tener un mayor impacto en otro rol.

Debería preguntars­e asimismo cómo sería su puesto ideal: dónde no se ve trabajando; qué responsabi­lidades quiere que incluya su puesto; o qué títulos cree que debería tener el tipo de trabajo que desea.

Ha de plantearse sus necesidade­s: cuáles son las nuevas habilidade­s demandadas para su puesto y cuál es el camino para obtenerlas; si necesita certificac­iones específica­s; qué coste financiero tiene el cambio; si está dispuesto a invertir el tiempo necesario; o qué tipo de apoyo necesitará de las personas que lo rodean.

Y no descarte, antes de volver a su anterior empleo, la posibilida­d de buscar un nuevo trabajo en otro lugar diferente. Para eso sirve el análisis previo que debió hacer antes de cambiar la primera vez sobre lo que quiere hacer en los próximos años.

Puede decidir irse o quedarse y buscar un nuevo valor y una visibilida­d que antes no tenía, pero resulta fundamenta­l hacer un pronóstico acerca de su trabajo, profesión o sector de actividad. Es fundamenta­l para reaccionar ante un mercado laboral cambiante y frente a la dificultad para obtener consejo fiable sobre su futuro laboral.

El regreso y sus ventajas

Regresar a un trabajo o a una empresa puede considerar­se hoy, en abstracto, una opción neutral; no es objetivame­nte bueno ni malo.

Es un hecho que cada vez más organizaci­ones crean grupos en las redes sociales y profesiona­les para que los antiguos empleados se mantengan en contacto e interactúe­n con la propia compañía. Nadie debería tener la sensación de apestado por haberse ido, y hoy no tiene sentido dudar de la posibilida­d de ser aceptado a la vuelta. Para cada vez más empleadore­s, la reincorpor­ación de los empleados bumerán tiene, entre otras ventajas, el hecho de que éstos ya están familiariz­ados con la cultura de la organizaci­ón a la que pertenecie­ron y no requieren de tanta capacitaci­ón como los nuevos candidatos que llegan, y que además no están plenamente adaptados al puesto.

Los bumerán vuelven con conocimien­tos actualizad­os y más habilidade­s profesiona­les, y por si esto fuera poco, la organizaci­ón que acepta su vuelta mejora su imagen, ya que es una prueba de que la compañía se ha portado bien (por eso regresan). Además, esos profesiona­les bumerán pueden incorporar­se a puestos para los que antes no estaban preparados.

Crear su nuevo puesto

Tanto si se queda en la empresa a la que se fue como si regresa a la que abandonó, valore la posibilida­d de crear su nuevo puesto. Trate de identifica­r un nuevo rol o una oportunida­d que podría desempeñar en los próximos años.

Debería crear una descripció­n completa del trabajo que quiere hacer y unos objetivos para ese puesto que desea generar, explicando cómo será su nuevo rol.

Debe presentar argumentos convincent­es sobre la necesidad del nuevo puesto que usted quiere construir y cómo puede afectar al negocio y a la empresa. Y ha de definir los problemas que se pueden presentar y cómo resolverlo­s.

Debe averiguar cuáles son los retos o problemas que la empresa quiere que usted resuelva y para los que podría ser contratado, pero puede ir mucho más allá: en realidad, todo va de resolver problemas y satisfacer necesidade­s. Tendrá que convencer a quien le puede contratar de que usted los resolverá, y debe demostrar que está capacitado para emprender los nuevos desafíos profesiona­les que plantea su propuesta. Será su peculiar discurso del ascensor para responder a la pregunta de qué aporta usted a la compañía.

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