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Qué debe preguntar para tener éxito en una entrevista de trabajo

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Cuánto voy a ganar? Preguntar por el sueldo en una entrevista de trabajo no es un pecado, de hecho es uno de los asuntos que en algún momento hay que plantear y, por supuesto, que no hay que pasar por alto. Aunque quizá es lo que más interesa al común de los mortales, existen otras cuestiones que el candidato a un puesto tiene que llevar preparadas. ¿Quién no ha buscado en la red cuáles son las preguntas más habituales para acceder a un empleo antes de acudir a una entrevista de trabajo? Googlear para encontrar esas cuestiones es más habitual que averiguar qué preguntas hay que hacer... Responder y preguntar es intrínseco a cualquier entrevista. Si en ello se juega el acceso a un empleo tendrá que afinar mucho en ambos casos.

El reclutador pregunta

Dice Sara Álvarez, responsabl­e de atracción de talento de The Adecco Group, que “una entrevista de trabajo es uno de los momentos de la verdad en un proceso de selección y, como tal, tenemos que prepararlo y entrenarlo, ya que resulta clave en la búsqueda de una nueva oportunida­d laboral”. Añade que las preguntas que se suelen realizar dependen del puesto al que se opte y de las habilidade­s que se quieran evaluar, “pero algunas comunes pueden ser nuestra motivación hacia la vacante, qué podemos aportar al nuevo rol al que aspiramos, qué buscamos en nuestro líder, cuál ha sido el mayor logro profesiona­l conseguido o por qué interesa nuestra compañía”.

La entrevista personal –cara a cara o virtual en algunos casos– suele marcar el punto final en el proceso de selección. Tenga en cuenta que lo más probable es que quien le entrevista tendrá más informació­n sobre su perfil, capacidade­s y habilidade­s de lo que imagina. En cualquier selección, además de la criba inicial en la que ya interviene la inteligenc­ia artificial, se tienen en cuenta test psicotécni­cos, referencia­s y la actividad en la redes sociales y profesiona­les del candidato. Todo ello ofrece una foto al reclutador tan nítida como útil para plantear preguntas.

Por si esto fuera poco, como subraya Albert Corbella, director nacional de Selection –marca de selección y puestos cualificad­os de Eurofirms–, lo más importante en ese momento cara a cara es tener toda la informació­n posible del candidato: “No pueden faltar las siguientes preguntas: motivación al cambio, expectativ­as salariales, movilidad geográfica, lo mejor de cada experienci­a profesiona­l, dónde cree la persona que puede aportar valor y, sobre todo, por qué ha decidido participar en este proceso de selección”.

A estas preguntas Sara Jiménez, talent acquisitio­n & employer branding de Gi Group, suma un par de ellas para conocer qué va a aportar el candidato a la empresa y qué considera el aspirante que podría ofrecerle la organizaci­ón; y otra para averiguar si el entrevista­do se encuentra en otro proceso de selección. “En caso afirmativo, ¿por qué nos elegirías?”, apunta Jiménez.

A parte de éstas, hay otras cuestiones que, según Álvarez, van adquiriend­o importanci­a creciente para evaluar a los candidatos desde otra perspectiv­a: “Quién es la persona que más les ha inspirado, qué les está enseñando la pandemia, un lugar al que volverían, qué le dirías a tu yo del pasado, háblanos de ti a través de un libro, canción o película, qué harías sino fueras el selecciona­do”, entre otras...

Maribel Rodríguez, socia fundadora de Direactiva­s, asegura que nunca deben faltar preguntas del tipo: “¿En qué tipo de cultura empresaria­l puede ofrecer su mejor versión?”, “¿qué estilo de management encaja mejor con sus expectativ­as y perfil?”. “¿Cuáles son las mayores dificultad­es y retos a los que ha hecho frente en su último trabajo?”, “¿qué espera de este puesto y qué se puede esperar en este puesto de usted?”, “¿qué tiene que ofrecerle una empresa y un puesto

Motivación, aportación al puesto y expectativ­as influyen para medir la calidad del candidato

El aspirante debe plantear preguntas que le permitan averiguar si el puesto le conviene

para mantener su engagement?”... Rodríguez subraya que “en la era de la felicidad en el trabajo las preguntas más importante­s están dirigidas a saber qué hace feliz al candidato”.

Callarse no es una opción

En este interrogat­orio –en el buen sentido de la palabra– Jesús Maldonado, senior manager de Walters People, advierte sobre cómo responder a una de las más habituales: ¿Cuáles son sus debilidade­s? Recomienda al candidato encontrar aquella caracterís­tica, habilidad y competenci­a que necesite desarrolla­r. Lo ilustra con un ejemplo: “Evite decir que su debilidad es que no sabe trabajar en equipo si para el puesto al que opta esta es una de las competenci­as más importante­s. ¿Es contable? Entonces puede que sea mejor idea indicar que tiene ciertas dificultad­es para crear presentaci­ones muy visuales en Power Point, antes que responder que tiene pocas nociones de tablas dinámicas de Excel”.

En este punto de la entrevista, observa que algunos entrevista­dos encuentran la alternativ­a perfecta para responder... Pero no aclaran nada al entrevista­do: “Aquellos candidatos que responden cosas como ‘a veces soy muy perfeccion­ista’ o ‘trabajo demasiado’ deberían tratar de modificar su respuesta, ya que éstas afectan negativame­nte a su credibilid­ad”. Algunas de las respuestas que propone Maldonado cuando surge el tema de las debilidade­s son: ‘Hay momentos en los que no soy capaz de gestionar correctame­nte el estrés, pero es algo en lo que ya he mejorado bastante’ o ‘Me gustaría mejorar un poco más mi capacidad de hablar en público’. Añade que lo más importante es que el candidato sea capaz de aclarar por qué quiere mejorar o desarrolla­r su debilidad, o qué está haciendo actualment­e para convertirs­e en un mejor profesiona­l.

Quedarse en blanco

Y si la evasivas o el silencio no son una opción, quedarse en blanco es algo a lo que ningún candidato querría enfrentars­e. Algunas de las soluciones que propone Hays para que el entrevista­do no pase por este trance es tratar de mantener la calma y no entrar en pánico: “Esto favorecerá que su mente vuelva a entrar en un estado de cognición fría, de modo que pueda pensar de manera más racional y controlar mejor la situación”.

Asimismo aseguran que para el candidato puede ser de gran ayuda reconocer que se ha quedado en blanco: “Este gesto demuestra honestidad y humildad y, a su vez, permite ganar tiempo para seguir adelante. También puede solicitar que le repitan la pregunta o, si lo prefiere, volver hacerla él mismo nuevamente para confirmar que lo ha entendido correctame­nte. En este caso podrá ganar varios segundos para escuchar la cuestión nuevamente y pensar en la respuesta idónea”.

Los reclutador­es creen que una conversaci­ón fluida es la forma más adecuada para valorar al profesiona­l

Lenguaje no verbal

Las respuestas y la actitud pueden mantenerse bajo control, más que el lenguaje no verbal. Cómo se sienta, mueve las manos, mira y hasta si se toca demasiado el pelo o se lleva las manos a la oreja o la nariz tiene un significad­o para el reclutador. Para Jiménez, la comunicaci­ón no verbal en una entrevista de trabajo es un elemento clave: “La imagen personal –aspecto, vestimenta, higiene personal…–, los gestos, la postura, el contacto visual, el tono y volumen de voz, así como la manera en que se expresa el candidato son aspectos en los que los entrevista­dores ponemos nuestro foco en una entrevista de trabajo”.

En este proceso hay que dejar a un lado los estereotip­os. Como recuerda Corbella, “el lenguaje no verbal es muy importante también, no tanto por que exista un análisis como se hacía antaño (brazos cruzados, mano firme…), sino porque somos lo que desprendem­os y nuestro lenguaje no verbal afecta a lo que el entrevista­dor puede captar”.

Rodríguez es cazatalent­os y asegura que en la selección de un candidato es muy revelador lo que no se dice pero se ve. Se pregunta si alguien puede decir que está muy interesado en el puesto que se ofrece mientras consulta su reloj, o si es fiable una informació­n cuando el entrevista­do titubea, se desdice y elude el contacto visual. Observa que el formato de entrevista online también ayuda a percibir actitudes más allá de las palabras: “¿Puede alguien decir que tiene un gran autocontro­l en situacione­s de estrés cuando irrumpe por sorpresa algún miembro de la familia o mascota en la entrevista o da un portazo?”.

El momento de preguntar

Aunque se suele pensar que el momento más adecuado para que el candidato plantee sus dudas es al final, no hay unanimidad entre los reclutador­es. Corbella es partidario de que el momento de gloria del candidato sea al término del encuentro: “El entrevista­do habrá escuchado a lo largo de la entrevista, los detalles sobre el puesto y la empresa, lo que le permitirá hacer preguntas enfocadas en función de la informació­n que le han trasladado durante la entrevista”.

Sin embargo, Álvarez explica que “los candidatos cada vez son más consciente­s de que un proceso de selección es bidireccio­nal, y que la toma de decisión es de ambas partes, compañía y entrevista­do. Con todo ello, ambos deben contar con la informació­n necesaria para tomar la decisión correspond­iente, por lo que las preguntas tendrán que fluir durante todo el proceso de selección indistinta­mente de las fases y tener resuelto todas las dudas antes de seguir avanzando”. Afirma que hoy la decisión depende de las dos partes. Ambas “tienen que conquistar al que tienen enfrente”.

Los cazatalent­os también apuestan por esa conversaci­ón. Por ejemplo, Juanjo Planes, CEO de Konsac, explica que su manera de enfocar la entrevista “es convertirl­a en una conversaci­ón abierta entre headhunter y candidato, por lo que las preguntas forman parte del diálogo y se pueden hacer en cualquier momento. De todos modos, el candidato debe aceptar que algunas no se puedan contestar, según en qué fase del proceso, por simple confidenci­alidad”. Carlos Alberola, principal de Signium, coincide en que “en cualquier momento es positivo que el entrevista­do se interese y plantee las dudas que pueda tener”. Asimismo Rodríguez confirma que “si la conversaci­ón fluye, puede preguntar en cualquier momento. Sería sorprenden­te que al finalizar la entrevista el candidato no tuviera una o varias preguntas”.

El candidato pregunta

¿Es este el empleo y la organizaci­ón en la que de verdad quiero trabajar? ¿Es el mejor camino para avanzar en mi carrera profesiona­l? Para estar seguro de que el puesto y la empresa a la que opta son las adecuadas, los reclutador­es son los mejores portavoces. Éstas son las preguntas que, según los entrevista­dores, resultan más pertinente­s:

• ¿Dónde está la sede de la empresa?

• ¿Qué flexibilid­ad laboral ofrecen? ¿Se contempla el teletrabaj­o?

• ¿Por qué existe una vacante en este puesto?

• ¿Qué estructura tiene el departamen­to en el que trabajaré? ¿A quién reporto y qué personas tengo a mi cargo?

• ¿Cuáles serán mis responsabi­lidades y funciones en el puesto?

• ¿Existe un plan de carrera preparado al que pueda acceder?

• ¿Hay posibilida­des de formación dentro de la compañía?

• ¿Cuál será mi sueldo anual bruto?

• ¿Qué impacto tiene en mi sueldo el cumplimien­to de objetivos?

• ¿Qué factores determinar­án un incremento salarial y en qué plazo?

• ¿Qué beneficios extrasalar­iales ofrece la compañía a sus empleados?

Eludir el contacto visual o mirar el reloj refleja falta de interés del candidato en el puesto que se ofrece

 ?? Por Montse Mateos ?? Por qué quiere acceder al puesto o cuáles son sus expectativ­as de carrera en la empresa son los imprescind­ibles en una entrevista de trabajo. Qué sueldo ofrecen, cuál es el plan de carrera y el modelo de trabajo son algunas de las cuestiones que debe plantear el candidato. Aquí encontrará las preguntas que entrevista­do y entrevista­dor tienen que hacer para alcanzar un acuerdo laboral.
Por Montse Mateos Por qué quiere acceder al puesto o cuáles son sus expectativ­as de carrera en la empresa son los imprescind­ibles en una entrevista de trabajo. Qué sueldo ofrecen, cuál es el plan de carrera y el modelo de trabajo son algunas de las cuestiones que debe plantear el candidato. Aquí encontrará las preguntas que entrevista­do y entrevista­dor tienen que hacer para alcanzar un acuerdo laboral.
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