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El éxito de un modelo sin barreras geográficas y con más flexibilidad
Los programas online han experimentado un auge sin precedentes durante los últimos años. Las entidades pioneras en este formato coinciden en que las ventajas de la tecnología y el Covid han sido determinantes.
La educación digital es el futuro. Hasta fechas no muy lejanas, este ha sido el recurrido mantra que ha ido de la mano de lo que hoy se conoce como elearning. Durante buena parte del siglo, las instituciones pioneras y especializadas en este modelo han peleado por asentar este tipo de formación, que cargaba con el estigma de ser menos oficial y menos seguro en ciertos aspectos en cuanto a validez. Por eso, los estudiantes se decantaban por la enseñanza tradicional y no se atrevían con las alternativas online. Ha sido así hasta su auge de los últimos años, especialmente en tiempos de pandemia, que ha hecho que hoy se hable de ella como el gran éxito educativo del presente.
Un ejemplo es que, en apenas cuatro años, la Universidad Internacional de Valencia (VIU), una de las instituciones nativas digitales más destacadas en el mundo hispanohablante, ha pasado de contar con menos de 5.000 alumnos de 53 nacionalidades a más de 17.400 de 89 países diferentes. Su vicerrectora de Profesorado, Carmen González, asegura que en la receta de este logro ha tenido un papel esencial el hecho de que “la tecnología sea inherente [a su modelo] y se focalice en la mejora continua para facilitar el estudio al alumnado”. Pero también, contar con “un profesorado en permanente formación en las metodologías e innovaciones que se van incorporando”.
La ubicuidad de este tipo de formación ha facilitado la llegada de talento docente de todo el mundo
En cualquier caso, las instituciones de este tipo han advertido con el paso de los años que el elearning tiene un gran impacto “cuando se trata de beneficios que hacen que la actividad educativa sea más fácil y sin complicaciones”, tal como indica Luis Toro, director de Programas Académicos de OBS Business School. Estudiar donde sea y cuando sea, actividades pedagógicas con un coste mucho menor que la formación tradicional, entornos de aprendizaje interactivo en los que prima la diversidad étnica y cultural, y el desarrollo de habilidades en equipos virtuales encabezan la lista de argumentos con los que la enseñanza digital se ha hecho fuerte.
Y aunque muchos la han descubierto por obligación, como consecuencia de los meses de confinamiento al inicio de la pandemia, Toro añade que en este boom también han influido factores como “el creciente coste de la educación universitaria, el propio perfil conductual y psicográfico de los estudiantes y la aparición de algunas tecnologías disruptivas que están revolucionando el sector, como el aprendizaje móvil, la realidad aumentada o el microaprendizaje”.
Todo eso ha contribuido a que existan expectativas de que la industria global del elearning pase de los 185.800 millones de euros de 2020 a los cerca de 390.000 millones previstos para el año 2026, según apunta este experto en su informe Elearning 2022: El Estudiante Universitario en Línea. Tendencias y Perspectivas.
Un perfil más amplio
En ese análisis se añade la diversidad de perfiles como factor clave en la formación digital. Alumnos con mentalidad profesional, estudiantes de por vida, remotos, recién graduados de la escuela secundaria... La conciliación laboral y familiar, la asequibilidad y la reputación de la escuela o los programas han multiplicado esa variedad, a diferencia del perfil mucho más definido de la formación tradicional (en su mayoría, de entre 17 y 20 años).
En el mundo online, el rango se extiende “hasta los 80 años, con personas que ya están formadas y quieren seguir creciendo profesionalmente”, según arguyen desde la VIU. Por otro lado, apunta que la ubicuidad del modelo formativo con el que trabajan estas instituciones también supone una facilidad para “captar talento docente de diferentes partes del mundo”, inalcanzable para el formato presencial.
Estos factores, sumados a la coyuntura del Covid, han disparado la confianza, no solo de los propios estudiantes sino también de los empleadores, entre quienes se ha difuminado el mito de que las titulaciones online son inferiores a las obtenidas en un campus. Así lo cree Albert Sangrà, catedrático de Educación de la UOC: “Ya no necesitamos decir que una persona titulada online es tan válida como aquella titulada en una universidad presencial. El ejemplo son las 90.000 personas graduadas en la UOC en este momento”. Si bien afirma que este éxito puede apreciarse en todas las áreas del conocimiento que imparte su institución, destaca la Administración de Empresas, la Informática y el Derecho como las ramas con un reclamo superior al del resto de disciplinas de conocimiento.
Ahora bien, ¿este auge puede relajarse con la vuelta a la normalidad? Sangrà se muestra convencido de que, a pesar de las lagunas que pudo dejar la improvisada “docencia remota emergencia” de 2020, muchos descubrieron, gracias a esa coyuntura, “las nuevas e interesantes posibilidades de la formación online”.
La formación online podría superar en 2026 los 390.000 millones de euros de inversión global