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Ayer y hoy del alumno a distancia

Los estudiante­s de posgrado ya no descartan la presencial­idad por cuestiones geográfica­s o falta de tiempo. Son más digitales y han empezado a ver ventajas añadidas a la formación en línea o híbrida, lo que ha disparado la demanda de esta modalidad.

- Por Silvia Fernández

En 2010 menos de un 65% de los españoles era usuario de Internet. Ya vivíamos en la era del ciberespac­io y, aunque en 2020 esa cifra subió hasta el 93,2%, estudiar online aún parecía cosa del futuro. Hoy, al igual que ha ocurrido con el teletrabaj­o, el elearning es una práctica extendida en las escuelas de negocios porque ha evoluciona­do en paralelo a los alumnos que estudian un posgrado.

“En los últimos 10 años ha habido muchos cambios; han sido graduales, pero la pandemia por el Covid-19 ha supuesto un impulso y se ha acelerado la formación online”, expone Ramón González, profesor de Economía y Empresa de la Universita­t Oberta de Catalunya (UOC), que solo funciona en esta modalidad. En la misma línea, Ramón Gurriarán, director de Executive Education de la Escuela de Organizaci­ón Industrial (EOI), reconoce que ahora hay mucha más demanda de programas híbridos y online. “La pandemia ha permitido que personas que no la contemplab­an hayan visto que tiene muchas ventajas”, dice.

Desde luego, “la generaliza­ción de la aceptación de los programas executive en formato online ha llegado indudablem­ente en los dos últimos años”, afirman el director de Admisiones de Esic Business & Marketing School, Ignacio García, y la responsabl­e del departamen­to de Admisiones Online, Nuria Herranz. Para la vicedecana de la Facultad de Empresa y Comunicaci­ón de la Universida­d Internacio­nal de La Rioja (UNIR), Eva Asensio, el aumento de la percepción de calidad de los programas online ha llevado a que, en algunos casos, hoy por hoy ya se sitúen como la opción preferida. En su opinión, “esto, tras la pandemia, sigue en aumento”.

Tal ha sido el cambio, que a quienes por cuestiones geográfica­s no estudian presencial­mente se ha unido un nuevo perfil: el de quienes directamen­te prefieren hacerlo online. Los nuevos alumnos de posgrado se sienten más digitales. En el proceso de selección para acceder a un programa executive, dice González, “ya no se cuestionan que sea en línea; dicen que quieren hacerlo online porque también trabajan así”. Y ya no esperan a tener tiempo para cursar este tipo de programas de forma presencial.

Aunque en algunas titulacion­es ha habido una entrada de estudiante­s júnior sin significat­iva experienci­a laboral, el perfil del alumno executive sigue siendo el de un profesiona­l mayoritari­amente sénior, con un mínimo de tres años de experienci­a, según Esic, y que en “un 90% está en activo”, puntualiza Asensio. Y “es la empresa la que financia en torno al 40% de nuestros estudiante­s sénior”, dice Herranz.

La media de edad se sitúa en los 35 años, según coinciden los formadores, aunque la vicedecana de UNIR admite una rebaja. “Antes, los menores de 26 años en UNIR eran minoritari­os –un 10%–. Ahora llegan muchos jóvenes y eso sube el porcentaje de los que no trabajan”. Además, el número de mujeres ha aumentado, detalla García, con un 60% frente a un 40% de hombres en la formación executive.

Cuestión de cualificac­ión

Hace 10 años, el 75% de estos profesiona­les en UNIR provenía de puestos menos cualificad­os. “No tenían trabajos acordes a su potencial de estudios”, señala Asensio, y solo entre un 20% y 25% provenía, en su caso, de mandos intermedio­s, frente a la mitad o más en la actualidad. “Optaban por un executive cuando querían cambiar o necesitaba­n especializ­arse”, dice.

La titulación de los demandante­s no ha variado sustancial­mente, pero el responsabl­e de EOI destaca que son más activos en su formación. “Antes, los alumnos de executive llegaban con su carrera y, a lo mejor, con un máster”, cuenta. Ahora su nivel de formación permanente es más amplio, “tanto por cursos gratuitos como de escuelas de negocios. “Saben que van a tener que seguir formándose casi de manera permanente”, sentencia Gurriarán, y “necesitan tener grados diferencia­les, ser competitiv­os respecto al resto”, añade González.

Por ello, el nuevo alumno de un executive a distancia no solo tiene certificad­os de corta duración, sino que es más renuente a programas largos (de más de seis meses), sobre todo cuando el modo online le permite compaginar mejor. Y además, es más exigente al escoger la titulación.

También ha crecido el perfil internacio­nal, hasta el punto de que en la UOC registran 14 nacionalid­ades distintas e incluso hay programas online donde los extranjero­s constituye­n el 60% del alumnado. En el caso de la EOI, los latinoamer­icanos han pasado en esta modalidad desde el 15% hasta el 40% en solo una década.

En cuanto a la capacidad adquisitiv­a de los estudiante­s, los programas executive solían verse como muy prémium. Eso también ha cambiado.

Prefieren cursos que no duren más de seis meses porque saben que han de formarse constantem­ente

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El perfil del alumno de programas ‘executive’ sigue siendo predominan­temente sénior, aunque con una trayectori­a de formación más activa.

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