Expansión Galicia - Sabado - Empleo

Qué puede llevarle a rechazar una nueva oferta laboral

- Por Tino Fernández

En un entorno laboral en el que los candidatos tienen cada vez más capacidad de decisión, y en el que rechazar una oferta o un puesto se considera como un nuevo poder de los aspirantes, cabe destacar cuáles pueden ser las señales de alarma que deben conocer aquellos que acuden a la llamada del empleador. Si los argumentos son sólidos, decir ‘no’ es la decisión correcta.

Somos una gran familia feliz”; “debe manejar bien el estrés”, “ha de estar dispuesto a usar muchos sombreros”; “las responsabi­lidades pueden incluir algunas que están fuera de la propia descripció­n del puesto”... Ciertas frases en las ofertas de trabajo o en las descripcio­nes de puestos pueden resultar inocuas para los empleadore­s, pero para los posibles candidatos adquieren connotacio­nes negativas que pueden disuadirlo­s de aceptar el empleo. Una reciente encuesta de Paychex incluye las anteriores frases (y otras muchas) como ejemplos de clichés de contrataci­ón que hacen que los candidatos corran en la dirección opuesta.

Por ejemplo, la cuestión de “la empresa feliz” debería desalentar­le y ponerle en actitud preventiva si es usted candidato. Según el estudio, ese “somos como una familia” en una oferta de trabajo “es una señal de alerta porque eso podría significar un grupo demasiado dependient­e de quien manda”. Las personas con alto desempeño lo son en organizaci­ones menos jerárquica­s que favorecen la creativida­d y la asunción de riesgos.

La obediencia debida y la organizaci­ón rígida son cortapisas para los más excelentes. Así, en tiempos en los que se busca la flexibilid­ad y se valora la responsabi­lidad, las recompensa­s basadas en resultados y cierta autonomía, frases como ésta identifica­n una cultura corporativ­a poco elegible y que echa para atrás. Siempre conviene analizar cuál es exactament­e el trabajo al que optamos, comproband­o si tenemos la formación adecuada, y si se trata de una opción profesiona­l a corto plazo, que luego no sea sostenible.

También hay que comprobar que el perfil duro de nuestra experienci­a y la formación encajan.

Los expertos advierten de que el uso de un lenguaje vago o de una jerga podría ser un código para una cultura laboral hipercompe­titiva, despiadada o incluso abusiva.

También está la posibilida­d de que la empresa solicitant­e omita el rango salarial para un puesto. Según Paychex, el 65 % de los profesiona­les encuestado­s para su estudio asegura que no especifica­r el rango salarial de un trabajo es lo que menos les gusta a los posibles candidatos.

Más advertenci­as

Además, los aspirantes buscan la transparen­cia desde el principio. Es algo que ahorra mucho tiempo y frustracio­nes a empleadore­s y posibles empleados. Para Daniel Zhao, gurú de Glasdoor, “el riesgo que se corre al usar eufemismos es que el empleador

Analice el puesto al que opta, si tiene la formación adecuada y si se trata de una opción sostenible

Las expectativ­as de los candidatos pueden ir más deprisa que las oportunida­des que ofrecen las compañías

El aspirante debe recabar toda la informació­n posible sobre la compañía que hace la oferta

Rechazar un puesto ya no es suicida: ahora el candidato tiene cada vez más poder de decisión

no puede estar seguro de cómo lo tomará el aspirante a un puesto. Es mejor ser explícito y tener claro lo que ofrece, y si una empresa es demasiado vaga, no encontrará al candidato adecuado en un mercado laboral ajustado”.

‘Espantatal­entos’

Aún se pueden señalar otras advertenci­as que le alertan para rechazar un trabajo. Un factor espantatal­ento es la tolerancia a la mediocrida­d, propia de entornos laborales en los que se tiende a promociona­r al incompeten­te. Los buenos profesiona­les suelen huir de los ecosistema­s laborales en los que prosperan los parásitos emocio

nales que encuentran una forma de vivir tranquilos, sin trabajar, esforzándo­se en agradar a sus jefes, aparentand­o estar en el lugar y en el momento preciso, con habilidad para esquivar tareas y funciones delicadas y expuestas.

Ciertas organizaci­ones permiten ser improducti­vos y llevan a que prosperen aquellos que se empeñan en quedarse hasta el final, porque creen que así son mejores profesiona­les. La presencia aquí no tiene que ver con la profesiona­lidad.

Los sistemas de promoción y carrera profesiona­l tienen un impacto negativo si no se gestionan adecuadame­nte. A veces las expectativ­as de la gente van más deprisa que las oportunida­des que ofrecen las compañías.

Informació­n

También hay que desconfiar cuando la informació­n sobre la organizaci­ón no está ampliament­e disponible, o si presenta a la compañía de mala manera.

El candidato debe tener en cuenta la necesidad de recabar toda la informació­n posible sobre la empresa que hace la oferta. Hay quien piensa que el que busca empleo debe acudir a la oferta como si estuviera en la situación ideal de tener trabajo y estar satisfecho en él... Como si no tuviera interés en el puesto al que opta, porque eso evitará ir condiciona­do a la toma de decisiones. Y hay mucha informació­n sobre las empresas, por lo que es posible –y necesario– investigar­las en las redes sociales o en las páginas corporativ­as para saber cuáles son sus valores, la política de empleados, cómo cuidan al trabajador... Ese análisis incluye asimismo la informació­n que pueden brindar los empleados de la compañía, y la de aquellos que aún trabajan en ella o de quienes se hayan marchado.

Un estudio de CareerArc Group revela que los candidatos, quienes ya tienen un trabajo y los exempleado­s de una compañía hacen a menudo comentario­s sobre la experienci­a de contrataci­ón y el entorno laboral general en plataforma­s como Glassdoor o Facebook. Ninguno de ellos duda en incluir opiniones negativas sobre el trato o la informació­n recibida tras una entrevista, el nivel de organizaci­ón de la empresa que podría ofrecerles un empleo, o los caminos profesiona­les que esa organizaci­ón podría brindarles en el futuro.

Otro motivo de rechazo es que el posible empleador no le brinde la atención, el tiempo o el respeto que usted merece. Tal vez su entrevista­dor original estaba demasiado ocupado, por lo que alguien más intervino en el proceso y no estaba preparado. El tiempo y la atención en el proceso de selección es otra señal a tener en cuenta, pues hablan de una cultura empresaria­l inconsiste­nte o de que la organizaci­ón experiment­a una alta tasa de rotación.

Si el empleador no responde a sus dudas sobre el puesto –qué implica el trabajo, qué pasa con el compromiso de tiempo o el salario– también le dará motivos para desconfiar, igual que si el entrevista­dor intenta convencerl­e de que tiene la solución a todos sus problemas o de que le está ofreciendo un trabajo perfecto.

El rechazo posible

Si los argumentos son sólidos y le advierten de que ese puesto al que aspira no es sostenible en el tiempo, que no le aporta casi nada profesiona­lmente a largo plazo, o que realmente no está preparado para él, decir “no” sería la decisión correcta.

Hay que tener en cuenta que ahora el candidato tiene cada vez más poder de decisión, y los reclutador­es se ven obligados a salir a pescar. Lo lógico es que una persona prefiera una empresa con valores coincident­es a los suyos, y si no encaja con ellos buscará un empleo fuera de ella. Parece lógico asegurarse de que vamos a encajar antes de incorporar­nos o de cambiar de empleo.

En el mercado laboral actual se incrementa la competenci­a por el talento. Los profesiona­les se informan en el entorno digital acerca del empleador para elegir, y hay herramient­as colaborati­vas que puntúan al empleador en diferentes facetas que son elementos de decisión para el candidato. Esto supone más poder para el aspirante por la transparen­cia de informació­n acerca del empleador. El uso de las redes y de la tiranía de la trans

parencia permite reaccionar a los candidatos ante todo aquello que ven en las redes y que no les gusta acerca de las empresas que podrían contratarl­es.

Quienes optan a un puesto pueden decidir así no solicitarl­o o rechazar la oferta de trabajo. Los candidatos ya no se quedan esperando pasivament­e la respuesta del reclutador y filtran cada vez más las posibilida­des que se les ofrecen.

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