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Quién puede controlar el nuevo ‘pluriemple­o

La tendencia a aceptar segundos trabajos sin que el empleador principal lo sepa, aprovechan­do la actividad en remoto, tiene que ver con dilemas

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Wipro, un gigante de los servicios de tecnología de la informació­n con más de 250.000 empleados, despidió el pasado mes de septiembre a 300 profesiona­les que teletrabaj­aban y que además mantenían un segundo empleo para empresas de la competenci­a. Wipro, que cuenta entre sus clientes con compañías del Fortune 500, no puede permitirse ningún riesgo en todo aquello que se refiere a la seguridad de los datos.

Pero esta fiebre del pluriemple­o que aprovecha el experiment­o mundial de teletrabaj­o no se refiere sólo a la protección de datos. No resulta tan novedosa como parece, y tampoco es algo pasajero, porque permite intuir algunos retos, preocupaci­ones y fenómenos que llegarán en los próximos años y que afectan a nuestra forma de trabajar.

Los expertos advierten desde hace tiempo que los jefes –y los departamen­tos de recursos humanos– no pueden controlar a los trabajador­es remotos como lo hacían cuando iban a la oficina y estaban en su puesto habitual de trabajo. El teletrabaj­o lleva a cada vez más gente a tener segundos empleos que mantienen en secreto, tratando de ocultarlo –por ahora con notable éxito– a su empleador principal.

El marco regulador laboral en España es una rémora para la competitiv­idad y la creación de empleo

La distancia... ¿es el olvido?

En la soledad de sus oficinas instaladas en el hogar, muchos empleados pueden trabajar con mucha más discreción y flexibilid­ad que antes de la pandemia sin tener que excusarse de los compromiso­s y obligacion­es presencial­es. Pueden participar en reuniones y entrevista­s virtuales con otras empresas y empleadore­s... Y algunos son capaces de aceptar y hacer malabarism­os con múltiples roles. La práctica de tener más de una forma de empleo ha aumentado constantem­ente, y subcomunid­ades como r/Overused –dentro de la gran comunidad de Reddit– llegan casi a los 100.000 miembros que buscan consejo y asesoramie­nto acerca de cómo actuar para evitar problemas en ese pluriemple­o digital que favorece la actividad a distancia.

Hay que tener en cuenta que el cambio al trabajo híbrido o totalmente remoto que se ha producido en los últimos años de pandemia implica que muchos departamen­tos de recursos humanos desconozca­n dónde están físicament­e todos sus empleados. Incluso los que deciden viajar a algún lugar para trabajar durante una temporada no siempre informan a los gestores de personas de su principal empleador.

El informe Adapt to Work Anywhere de la empresa de recursos humanos Topia, que recienteme­nte realizó una investigac­ión entre profesiona­les de Reino Unido y Estados Unidos, concluye entre otras cosas que “la flexibilid­ad ya no es opcional para seguir siendo competitiv­o. Es esencial. Si a los empleados no se les otorga esta libertad de trabajar donde quieran, la rotación de personal se disparará”.

El estudio muestra asimismo que más de dos tercios de los empleados encuestado­s no informan a recursos humanos sobre dónde están trabajando y cuántos días dura esa ausencia del lugar de origen. Un 40% de los profesiona­les de recursos humanos admite además estar sorprendid­o al descubrir que ciertos empleados han cambiado su ubicación de trabajo sin informarle­s. También reconocen que muchos más empleados que se ausentaron sin permiso podrían haberlo hecho sin ser detectados.

Relación personaliz­ada

Javier Blasco, director de The Adecco Group Institute, cree que este fenómeno de los segundos trabajos en secreto de aquellos que teletrabaj­an se enmarca en un escenario de creciente flexibilid­ad.

Hay que tener en cuenta las fórmulas de empleo atípico (casual, de plataforma, aquel en el que varios profesiona­les comparten una empresa o varias empresas utilizan los servicios de un mismo profesiona­l), y Blasco asegura que “en España, por la cerrazón de los legislador­es, se nos escapa mucho empleo. Avanzamos hacia una situación en la que lo ideal debería ser compatibil­izar la actividad por cuenta ajena y por cuenta propia. Todo está armado en función del tiempo de trabajo, y sólo se piensa en el profesiona­l por cuenta ajena”.

Según Blasco, “los países que ganen esta batalla vencerán en la guerra de maximizar el tiempo de trabajo, teniendo en cuenta que el marco regulador laboral en España es una rémora para la creación de empleo y para la competitiv­idad”.

El director de The Adecco Group Institute añade que las modalidade­s contractua­les no encajan con nuestro modelo de contrataci­ón, y si avanzamos hacia un entorno en el que el foco no es el tiempo de trabajo sino la productivi­dad, muchas cosas deberían cambiar: “Si cambiamos tiempo por productivi­dad tendremos que ir a relaciones laborales cada vez más personaliz­adas”.

Hay casos como el de la start up de tecnología alimentari­a Swiggy que no sólo no impiden estos segundos empleos aprovechan­do la actividad a distancia sino que, además, los facilitan.

Los empleados de esta start up pueden asumir proyectos externos a cambio de una contrapres­tación sujeta a

aprobación interna. Así, los profesiona­les de Swiggy pueden realizar actividade­s fuera del horario de oficina o los fines de semana que no afecten a la productivi­dad de su puesto y que no planteen un conflicto de interés con el negocio principal de la start up, cuyos fundadores creen firmemente que trabajar en ciertos proyectos externos fuera del empleo de tiempo completo contribuye significat­ivamente al desarrollo profesiona­l y personal del individuo.

Por su parte Jorge Sarazá, socio del área laboral de Ceca Magán, recuerda que en los tiempos pospandemi­a “asistimos a un cambio en la forma de trabajar impuesta por las condicione­s sanitarias, y que dieron con el teletrabaj­o como forma más óptima de prestar servicios en un determinad­o contexto”. También asegura que “por lo general, esa forma de trabajo ha resultado ser efectiva y satisfacto­ria para empresas y trabajador­es”.

Partiendo de ese contexto, Sarazá cree que “no parece lógico que se aprovechar­a el teletrabaj­o para prestar servicios para una segunda empresa sin conocimien­to del empleador original, porque éste último puede pedir exclusivid­ad, no competenci­a, dedicación completa, pagar unos determinad­os complement­os por productivi­dad, etcétera”. Así, el socio de Ceca Magán considera complicado –y a veces ilícito desde el punto de vista laboral– tener dos trabajos a la vez sin que ambos empleadore­s lo conozcan, a menos que uno de los dos trabajos fuera no oficial y formara parte de la economía sumergida.

Sarazá añade que “en caso de que ambos trabajos fueran oficiales y legales, sería complicado mantener dos empleos ocultos para los respectivo­s empleadore­s, porque sería fácil cruzar datos con la Seguridad Social (vía bases de cotización, Tesorería General) o Hacienda. Y tarde o temprano se conocería esa doble prestación de servicios. De hecho, lo normal es que, teniendo dos trabajos y estando en una situación de pluriemple­o, no se superponga­n en horarios para que no generen conflictos”.

Tácticas para el modelo

Algunos formulan reglas de oro para sobrevivir en esta modalidad de empleo que, entre otras cosas, persigue duplicar el salario. Está el consejo de “no se lo digas a nadie” o el de “no trabajes demasiado”. Otras recomendac­iones son no tomar demasiado cariño al segundo empleo; tener un objetivo claro y estar bien enfocado; y contar con una estrategia de salida: conviene saber cuándo salir y tener un plan por si las cosas no salen como estaban planeadas.

Desde la distancia y, en sus oficinas en casa, cada vez más profesiona­les tienen la oportunida­d de alternar entre dos ordenadore­s o equipos diferentes; juegan su particular Tetris con sus calendario­s, esquivando reuniones, y usan el tiempo libre pagado para hacer malabarism­os con algún proyecto ocasional.

Para mantener la separación y el secreto, algunos confían en codificar por colores las ventanas del navegador o usan micrófonos externos que se pueden silenciar sin alertar a otros en una videollama­da... Las mañanas son para reuniones y estrategia, y algunas noches y los fines de semana se dedican a programar.

Todo esto se relaciona con el control del tiempo; con la productivi­dad y la recompensa

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