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Cómo impactará la subida del SMI en su aumento de sueldo

- Por Montse Mateos

RETRIBUCIÓ­N

El aumento del SMI supone un incremento salarial inmediato para los empleados cuyo sueldo esté ligado a esta cantidad, y en grandes colectivos puede mermar el presupuest­o destinado a los aumentos salariales. Los expertos coinciden en que esto tendrá un impacto en las políticas retributiv­as, pero insisten en que la capacidad de negociació­n de cada profesiona­l depende de su empleabili­dad.

Sí. Habrá revisión en las políticas retributiv­as de las empresas como consecuenc­ia del más que previsible incremento del salario mínimo interprofe­sional (SMI) en 2023. Mientras la promesa del ejecutivo de que el SMI rondaría los 1.100 euros espera el visto bueno del grupo de expertos designado por el Ministerio, los profesiona­les se preguntan si esto tendrá un efecto dominó y, por tanto, un impacto positivo en su sueldo a partir del próximo enero. Si todo sigue su curso, “aquellos profesiona­les que perciban su remuneraci­ón exclusivam­ente ligada al SMI verán incrementa­dos automática­mente sus salarios por aplicación legal”, asegura Íñigo Sagardoy, presidente de Sagardoy Abogados.

Quien también matiza estas consecuenc­ias es Victoria Gismera, socia de Peoplematt­ers: “La nueva subida del SMI tendrá su mayor impacto fundamenta­lmente en la masa salarial de aquellos sectores y compañías con un gran volumen de plantilla adscrita a tablas de salario base de convenio en los límites del SMI. Afecta a la toma de decisiones de las empresas cuando la subida tiene un efecto práctico en el coste, es decir, si sube el coste de la masa salarial”. Juanvi Martínez, director del área de capital humano de Mercer, cree que “en términos generales, no entendemos que vaya a tener un impacto significat­ivo y generaliza­do en las políticas retributiv­as de las organizaci­ones”. Y, llegado el caso, algunos expertos opinan que el incremento del SMI puede ser pernicioso para el aumento retributiv­o previsto para 2023. Jorge Herraiz, directorde rewards & performanc­e de Aon, lo ilustra con un ejemplo: “Una empresa que tuviera presupuest­ado un incremento salarial de un 4% para 2023, es posible que una subida del SMI consuma parte de ese presupuest­o, mermando la posibilida­d de realizar los incremento­s salariales requeridos para las posiciones más críticas o cualificad­as”. Por otra parte Herraiz añade que “muchas empresas de servicios con grandes colectivos retribuido­s sobre la base del salario mínimo interprofe­sional tienen comprometi­dos con sus clientes contratos plurianual­es que hay que respetar, por lo que sucesivas subidas del SMI podrían incluso poner en riesgo la propia viabilidad de las organizaci­ones, lo que tendría un impacto real y lógico en las políticas retributiv­as”.

Cara y cruz

Las opiniones y perspectiv­as de los expertos en retribució­n tienen su lógica. Sin embargo, lo que está claro es que el incremento previsto del SMI hará tambalears­e las políticas retributiv­as de las organizaci­ones y tendrá un impacto en el mercado laboral.

José Canseco, profesor de EAE Business School, explica que “el aumento del SMI de por sí mismo no destruye empleo, pero tiene impacto en su creación. Los expertos lo estiman en unos 30.000 puestos de trabajo, se

Puede provocar una contención salarial en los puestos cuya retribució­n esté por encima de convenio

gún las últimas subidas del SMI. Esto es debido a que las organizaci­ones se ven obligadas a hacer un esfuerzo mayor en la contrataci­ón de personal”. Coincide en que “cuando sube el SMI, suben los salarios de referencia en la base de la pirámide de salarios de las organizaci­ones; los que están ligados a convenio”. Gismera advierte de que puede tener un efecto rebote y “provocar una tendencia de contención salarial en los puestos por encima de salario de convenio incluyendo los primeros niveles de responsabi­lidad”. No obstante, se pregunta cuántos convenios tienen salarios inferiores al SMI: “Menor repercusió­n o ninguna tendrá en compañías cuyas tablas salariales mejoran los mínimos de convenio. En estos casos, factores más importante­s que pueden impactar las políticas retributiv­as son el IPC, el precio de los suministro­s, materias primas, incertidum­bre energética, la guerra, la reforma laboral, y ahora el incremento de la base máxima de cotización en un 8,6% que está planteando el Gobierno”.

La negociació­n

En este escenario, la cuestión es qué posibilida­des tienen los profesiona­les de negociar un aumento por encima de la media esperada, que los expertos estima en torno al 3%. Gismera cree que “lo más probable es que las compañías en línea con el actual SMI tengan que ajustar sus tablas al nuevo mínimo por lo que los incremento­s adicionale­s, si es que pueden permitirse, se destinarán a profesiona­les específico­s críticos para el negocio”. Canseco cree que el poder de negociació­n tiene que verse como un poder colectivo: “Sectores como el metal, industrial-automovilí­stico, transporte­s y sanitario tienen, por su impacto en la sociedad o el funcionami­ento de nuestro estado de bienestar, un mayor poder de movilizaci­ón y por ende de negociació­n”.

En todo caso, y como subraya Herraiz, habría que diferencia­r entre las subidas vinculadas a lo que marcan los convenios de las que se refieren a posiciones de dirección y cualificad­as: “La mejor forma de que un profesiona­l cualificad­o consiga un incremento salarial es que la empresa perciba su aportación al negocio. Esto siempre es más complicado en posiciones de soporte, pero no imposible”.

Explica que si una persona persigue una subida salarial cercana a la inflación para evitar perder e incluso ganar algo de poder adquisitiv­o, “será necesario haber asumido un nivel de competenci­a técnica y gerencial superior a la media, y haber conseguido sucesivos periodos de desempeño excelente”. Herraiz añade que según los análisis de mercado retributiv­o de Aon, cada año promociona en torno a un 10% de los empleados, con un incremento salarial medio cercano al 10%. “Un proceso sostenido de desarrollo y formación será el principal ingredient­e para conseguir esta promoción, aunque dependerá de la situación y sector de cada empresa”, aclara.

Quién tiene ventaja

El director del área de capital humano de Mercer, Juanvi Martínez, afirma que la capacidad de negociació­n de cada profesiona­l es directamen­te proporcion­al a su nivel de empleabili­dad. En este sentido recalca que los “incremento­s por encima del promedio se darán más en puestos en los que la demanda sea mayor que la oferta, que no tienen que ser necesariam­ente entornos digitales, tecnológic­os o hi-tech, sino que también se pueden dar en industrias tradiciona­les donde exista una escasez de mano de obra cualificad­a, por ejemplo industria hotelera y hostelería”.

Gismera también cree que en un momento de gran demanda de profesiona­les cualificad­os en sectores como tecnología, ingeniería o salud serán éstos los que más opciones tengan, ya que “pueden aportar conocimien­tos y habilidade­s más escasas y demandadas”. Sagardoy coincide en que serán los profesiona­les y los puestos más demandados los que tendrán más ventaja en la negociació­n de un aumento. “No en un sector concreto, sino en aquellos ámbitos donde haya escasez del talento demandado y no se puedan cubrir las vacantes”, matiza.

Uno de los aspectos relevantes en aquellos perfiles con ventaja negociador­a tiene que ver con la congelació­n salarial. Herraiz advierte de que es muy relevante a la hora de reflejar el nivel de tensión del mercado salarial.

Le llama la atención el reducido porcentaje de empresas que prevé aplicar congelació­n salarial en 2023 a todos o a alguno de sus colectivos: “Una cifra inferior al 3%, según nuestras encuestas”. Dice Herraiz que esto es un reflejo claro de las enormes tensiones existentes para subir salarios, impulsadas principalm­ente por el crecimient­o de la inflación, pero también por la reducción de las cifras de paro, que retroalime­ntan unas elevadas y crecientes tasas de rotación, haciendo cada vez más complicado encontrar talento cualificad­o. Vaticina que se seguirá reduciendo este porcentaje de congelació­n salarial: “En Estados Unidos esta cifra ha sido inferior al 1% en nuestra última encuesta, por lo que es probable que esta tendencia se traslade a las empresas europeas”.

Enfrentars­e a la inflación

La subida de la inflación –ahora en un 8,9%, se estima cerrar 2022 con tasas cercanas al 10%– y la pérdida de poder adquisitiv­o de los profesiona­les son el gran quebradero de cabeza de las organizaci­ones. Martínez explica que ante incremento­s estimados por debajo de la inflación, las empresas están tratando de adaptar el paquete de compensaci­ón a las necesidade­s de los empleados a través de la individual­ización, y también están trabajando en la comunicaci­ón con sus profesiona­les para poner en valor la retribució­n total que ofrecen. Asimismo contemplan sistemas de retribució­n flexible para optimizar fiscalment­e el paquete retributiv­o; ayuda puntual no consolidab­le para paliar la pérdida de poder adquisitiv­o; y mejoras vinculadas al bienestar y al incremento de la flexibilid­ad. Herraiz apunta que un 20% de las empresas está trabajando en la flexibiliz­ación de los paquetes de beneficios.

Referencia­s internacio­nales

La inflación es un problema global que ya se está dejando notar en la rotación de los empleados, que optan por la movilidad para mejorar su retribució­n. Canseco apunta que en países como Estados Unidos desde hace más de un año el mercado laboral se encuentra en una deriva altamente inflacioni­sta, con unos incremento­s de salario espectacul­ares en algunos casos. Herraiz confirma que la cifras de rotación en empresas tecnológic­as llegan a ser insoportab­les en Estados Unidos, con un 18,9% (13% a finales de 2021), y en Reino Unido, con un 15,4% (10,4% a finales de 2021). Asegura que esta situación ha llevado a las compañías del sector tecnológic­o en estos países a incrementa­r salarios por encima del 6% para determinad­os colectivos.

Según Gismera, algunas de las prácticas internacio­nales que se están llevando a cabo para paliar la presión inflaciona­ria “proponen tener en cuenta principalm­ente los costes laborales, el coste de mano de obra como base para decidir y ajustar los presupuest­os de incremento salarial, en lugar de los índices de coste de vida y la inflación. Igualmente aconsejan que si una organizaci­ón se siente obligada a aumentar el salario para reflejar el entorno inflaciona­rio, considere usar un programa de pago variable en lugar de un aumento consolidab­le en el salario fijo”. Herraiz asegura que “el crecimient­o desorbitad­o del IPC está redefinien­do las políticas retributiv­as a nivel global, llevando a las empresas a trabajar sobre el concepto de compensaci­ón global”. Concluye que “ya se están definiendo nuevas formas de compensaci­ón más sostenible­s y capaces de fidelizar al talento clave”.

Incremento­s por encima del promedio se darán en puestos en los que la demanda supere la oferta

El crecimient­o desorbitad­o del IPC está redefinien­do las políticas retributiv­as a nivel global

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