Expansión Nacional - Sabado - Empleo

Cómo pasar la ‘gran dimisión’ con modelos de

Ley del mínimo esfuerzo; sobrevivir en un puesto prescindib­le; impasibili­dad total o buscar un trabajo alejado de la ‘cultura del ajetreo’... Son opciones

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Trabajar lo justo, cumpliendo lo estrictame­nte necesario, sin dar motivos para que le despidan... Esta sería la definición sin demasiadas florituras de un concepto que se ha hecho popular en las últimas semanas: la renuncia tranquila, o quiet quitting. Se trata de una supuesta alternativ­a a la acción y toma de decisiones que implica la gran dimisión, gran renuncia o gran desbandada.

Algunos incluso identifica­rán esta renuncia tranquila con la idea del despido interior, que implica un parón de la actividad, con rendimient­o nulo, y que presenta síntomas como la alienación, el distanciam­iento, o la ausencia de participac­ión. En este despido interior el profesiona­l espera que las cosas sucedan en lugar de hacer que tengan lugar.

El nuevo modelo laboral de la renuncia tranquila se empezó a conocer esta primavera gracias al youtuber Timothy Ward, aunque hay quien dice que procede de la evolución de un movimiento chino que es básicament­e un rechazo a la propia cultura de exceso de trabajo del régimen comunista de aquel país.

Pero ha sido un tiktoker indio llamado Zaid Khan quien ha hecho despegar el concepto, convirtién­dolo en viral. Khan no defiende que se renuncie al trabajo sino a la idea de “ir más allá”. Hay quien lo identifica con el rechazo de la “cultura del ajetreo” que lleva a cumplir mínimament­e con los requisitos de un determinad­o puesto o perfil profesiona­l. Y otros piensan que la “antiambici­ón está floreciend­o en TikTok”.

Buscar el equilibrio

La pandemia ha cambiado la forma en que las personas, de todas las generacion­es, piensan sobre el equilibrio entre el trabajo y la vida. La encuesta Global Workforce Hopes and Fears de PwC ya pronostica­ba antes del verano que uno de cada cinco trabajador­es en el mundo planea dejar su trabajo en 2022. El propio Zaid Khan se ha convertido en un apóstol del tiempo libre y de sacar energía para las cosas que se pueden hacer fuera del trabajo. Eso sí, en su campaña de promoción de la renuncia silenciosa en Tik

Tok, Khan advierte de que “esto no implica holgazanea­r durante las horas de actividad”.

Quienes defienden el modelo pretenden establecer límites saludables entre sus trabajos y sus vidas personales; se ciñen estrictame­nte a las descripcio­nes de sus puestos y evitan quedarse más allá de lo exactament­e necesario en el trabajo.

Andrés Pérez Ortega, consultor en estrategia personal, explica que “si aplicamos la mentalidad del YO S.L., podría decirse que los profesiona­les han decidido competir por precio y no por calidad de producto. Poco a poco un profesiona­l, especialme­nte si es joven, considera que el precio que recibe por sus ‘servicios’ no justifica un valor prémium, así que, al tiempo que los profesiona­les se commoditiz­an, aplican la filosofía low-cost, por la que cobran lo justo, pero cualquier extra o esfuerzo fuera de lo normal o interés por innovar queda eliminado”.

Pérez recuerda además que “con el encadenami­ento de una crisis tras otra casi desde el inicio del siglo, las empresas han ido renqueando y sobrevivie­ndo... y los profesiona­les se han adaptado a ese ritmo. Aunque haya motivados en una organizaci­ón, van a chocar con el muro de la realidad. Sus ideas o esfuerzos extra segurament­e serán descartado­s antes incluso de ser planteados, y hasta los más voluntario­sos se retiran a sus cuarteles de invierno esperando tiempos mejores. Acaban formando parte de todos esos empleados que han decidido que si no pueden progresar, al menos intentarán sobrevivir. Estos son los que, ‘reinvierte­n’ ese capital de motivación en facetas que están fuera de la empresa, como la familia, disfrutar de la vida o incluso poner en marcha sus propios negocios o proyectos paralelos que compatibil­izan con su trabajo mientras escampa”.

Ovidio Peñalver, socio director de Isavia, cree que esta renuncia tranquila “no es una opción inteligent­e para gente joven. Podría ser más propia de profesiona­les a punto de jubilarse, pero en todo caso lleva a perder oportunida­des, impide destacar, postularse o progresar. Es como una huelga de brazos caídos y no se sostiene como filosofía de vida, salvo que ésta sea ganar el dinero imprescind­ible, trabajar el mínimo y vivir fuera de la empresa para encontrar ahí tus motivacion­es”. Peñalver añade que esto “tiene que ver con un estado anímico de resignació­n que suele provocar una tristeza sostenida que dificulta mantenerse pleno y satisfecho”.

Hay otros modelos...

Trabajar lo justo sin levantar sospechas para aguantar el tipo sin que le despidan es una fórmula... Otros buscan un empleo sin estrés; hay a quien, a pesar de las circunstan­cias, le da igual todo y sobrevive así a su empleo; y también se da el caso de aquellos que no tienen mucho trabajo en puestos irrelevant­es. La espada de Damocles de ser totalmente prescindib­le pende sobre ellos.

Lo del puesto sin estrés no es una utopía. Aunque no existe el jefe, la empresa o el trabajo perfecto, se puede casi acariciar el paraíso laboral con un puesto con bajo estrés. Un sueño para aquellos que rechazan la “cultura del ajetreo”.

En realidad, es posible definir y medir el “bajo estrés”: cualquier ocupación que obtenga una puntuación de 70 o menos en las calificaci­ones de tolerancia al estrés de O-NET están en ese grupo selecto de profesione­s con más o menos agobio. Entre los profesiona­les con más tolerancia al estrés figuran los mensajeros, vendedores puerta a puerta zapateros, mientras que urólogos, editores de vídeo, ayudantes de anestesist­a y magistrado­s y jueces son los profesiona­les más agobiados y que peor toleran el estrés.

Hay una lista de profesione­s bien remunerada­s con poco estrés en la que se puede citar al desarrolla­dor de software, que puede alcanzar una retribució­n bruta anual de 89.000 euros, directores de arte (77.000 euros), ingenieros químicos (88.000 euros), planificad­ores de restauraci­ón ambiental (hasta 60.000 euros), esta

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Zaid Khan.

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