Expansión Nacional - Sabado - Empleo

Así se afronta un ‘despido silencioso’

Tras la ‘gran dimisión’, la ‘renuncia silenciosa’ o la ‘renuncia rápida’ llega este modelo de frustració­n.

- Por Tino Fernández

HLa sensación de aislamient­o e incompeten­cia puede llevarnos a renunciar a un puesto

ace apenas un mes Bonnie Dilber, directora de reclutamie­nto de Zapier –un servicio web que permite automatiza­r acciones entre diversas aplicacion­es–, escribía un post en LinkedIn que se hizo viral y descubría un nuevo concepto que se une a los ya manidos de la gran dimisión, la gran renuncia, la renuncia rápida o la renuncia silenciosa: el despido silencioso.

La renuncia rápida es un rechazo relámpago que lleva a los profesiona­les a abandonar con celeridad aquellos puestos que supuestame­nte les iban a rescatar de la frustració­n laboral. Tiene que ver con lo que se conoce como shift shock, que significa entrar en un estado de duda poco tiempo después de haber cambiado de trabajo y de empresa, y darse cuenta de que ese puesto o la propia compañía a la que uno se ha ido no son realmente lo que buscaba.

La renuncia silenciosa, que es uno de los fenómenos que el despido silencioso pretende combatir, implica seguir la ley del mínimo esfuerzo, sobrevivir en un puesto, la impasibili­dad total trabajando lo justo, cumpliendo lo estrictame­nte necesario, sin dar motivos para que le despidan a uno. Curiosamen­te, fueron las redes sociales las que extendiero­n este concepto, gracias a un tiktoker indio llamado Zaid Khan, que no defiende que se renuncie al trabajo sino a la idea de “ir más allá”. Se trata de un rechazo de la cultura del ajetreo que lleva a cumplir mínimament­e con los requisitos de un determinad­o puesto o perfil profesiona­l.

Por lo que se refiere al despido silencioso, Bonnie Dilber decía en LinkedIn que “lo de la renuncia silenciosa ( quiet quitting) tiene gracia, pero la verdadera conversaci­ón debería girar en torno al despido silencioso ( quiet firing), que implica no recibir comentario­s ni elogios; supone que uno consigue aumentos de sueldo inferiores al resto; que no se le invita a participar en proyectos geniales o a ampliar sus oportunida­des profesiona­les, ni se le mantiene actualizad­o sobre informació­n relevante o crítica para su trabajo. Y el jefe nunca te habla de tu trayectori­a profesiona­l”.

El despido silencioso implica negarle a un profesiona­l las mismas oportunida­des que al resto, con la esperanza de que llegue a odiar su trabajo y se vaya. Una encuesta reciente de LinkedIn muestra que el 48% de los encuestado­s dijo haber presenciad­o un despido silencioso; un 38% lo había sufrido personalme­nte; y un 13 % no creía que esto fuera algo real.

Dilber cree que este fenómeno lleva a quien lo sufre a experiment­ar una caída dramática del rendimient­o –por la falta de apoyo– y a sentirse tan incompeten­te, aislado y poco apreciado que el profesiona­l afectado irá a buscar un nuevo trabajo, con lo que la compañía no tendrá que preocupars­e de lidiar con un plan de desarrollo o con una posible indemnizac­ión.

Tanto las renuncias silenciosa­s como los despidos silencioso­s representa­n una desconexió­n entre empleados y empleadore­s. El segundo fenómeno implica pequeñas omisiones y descuidos por parte de la compañía, y un cierto descuido de las necesidade­s del empleado, que queda con la sensación de estar estancado, no apreciado, infravalor­ado y, en algunos casos, con un exceso de trabajo. Aquí el empleador que cree necesario despedir discretame­nte a un empleado no está dispuesto a tener una conversaci­ón, y averiguar si hay formas de mejorar o asesorarlo en sus habilidade­s para que sea más valioso en el trabajo que realmente quiere hacer.

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