David Gascón y Alicia Asín, fundadores de LIBELIUM
“Pusimos en marcha la empresa con 3.000 euros y un pequeño despacho”
Fundaron la compañía justo cuando se iniciaba la revolución de la movilidad con el iPhone de Apple, que marcó el despegue del Internet de las Cosas
Fundada hace 10 años por dos estudiantes de Informática con 24 años, David Gascón y Alicia Asín, como un spinoff de la Universidad de Zaragoza, Libelium, es uno de los casos de éxito más notorios en la implantación del Internet de las Cosas. Con sólo tres trabajadores en 2007, ha crecido hasta los 57, casi todos ingenieros. La empresa exporta el 90% a 75 países y tiene una cartera de más de 50 clientes, entre ellos IBM, Telefónica, Acciona, Boeing, Philips, Siemens, Intel, Vodafone, Deutsche Bahn o ABB.
Especializada en la conexión de sensores a Internet en cualquier actividad, Libelium nació de un proyecto fin de carrera de Gascón que resultó ser todo un éxito: no solo logró el apoyo de la universidad sino que recibió decenas de premios, entre ellos el de la Best of Sensors Expo en Illinois y el de la MIT Technology Review. Sus plataformas de control de sensores están actualmente en sitios tan distintos como unos viñedos de Oregón (Estados Unidos) o el parque Port Aventura. Cuando crearon Libelium en 2007 no tenían más que 3.000 euros y un pequeño despacho de 10 metros cuadrados en el Centro Europeo de Empresas e Innovación de Aragón, donde iniciaron el desarrollo de su plataforma, Waspmote. “Con 24 años –comenta Alicia– no tienes nada que perder. Así que lo vimos superfácil: trabajábamos con nuestros portátiles. Aquello requería dedicación, más que una gran inversión inicial”. Claro que los 3.000 euros duraron poco tiempo. Si los dos pudieron seguir fue porque se dedicaron a presentarse a premios y subvenciones. Con tanto éxito que en los primeros meses lograron más de 150.000 euros. “Lo que nunca nos planteamos fue meter el capital riesgo en la empresa”, afirma David.
¿El secreto? Que el Waspmote era totalmente innovador. Atrajo tanta atención que al poco tiempo ya les hacían una oferta de compra. No aceptaron. Su momento de gloria –y empuje– lo vivieron en 2013 cuando la plataforma se instaló en el satélite Ardusat, lo que les valió que revistas de todo el mundo dieron la noticia y… hablaron de Libelium.