Sin un euro en el bolsillo y se han convertido en superempresarios.
La idea de que hace falta un capital importante para iniciar una startup no se corresponde con la realidad. En España decenas de empresas tecnológicas exitosas empezaron su andadura con unos pocos centenares o miles de euros.
Cuatro ejemplos que demuestran que emprender sin dinero (y con gran éxito) no es imposible.
Lo que importa es que los proyectos tengan tracción, aporten clientes y hayan realizado ventas, condiciones que se pueden cumplir en la fase inicial
Durante años, el capital –su falta– ha sido visto como la gran barrera que impedía que muchos emprendedores, con buenas ideas, pudieran hacer realidad sus proyectos. Esta percepción está cambiando según se ha ido viendo como muchos gigantes de Internet: desde Google a Facebook o Amazon empezaron en un ‘garaje’, casi sin un dólar. Un fenómeno que lleva años dándose también en España, donde muchas de las startups más exitosas empezaron casi sin dinero inicial.
La realidad es que el capital, en la fase inicial de negocio, es un tema secundario en las preocupaciones de los mentores, aceleradores e inversores. Lo que importa, aseguran los profesionales del sector, es que el nuevo proyecto tenga tracción, aporte clientes y haya realizado ventas, condiciones que el emprendedor puede cumplir en la fase inicial, sin mucho dispendio de capital.
La mayor parte de los emprendedores tecnológicos llegan con los bolsillos vacíos. Luis Martín Cabiedes, uno de los business angels más veteranos en España, afirma que “la mayoría de estas empresas empiezan sin ningún capital” y Daniel Soriano, director del Centro de Emprendimiento e Innovación y profesor de IE Busines School, dice que “lo habitual en las startups de Internet es empezar con unos 3.000 euros”.
Claro que algunos empiezan con algo más, 20.000 o 50.000 euros, un dinero que han obtenido normalmente con la indemnización por un despido, la venta del coche y un largo etcétera en el que se incluye, apunta Juan Álvarez de Lara, CEO de Seed & Click, las aportaciones de los llamados fools, familiares y amigos que ponen dinero de forma desinteresada.
La explicación principal para que los negocios en Internet, y tecnológicos en general, no necesiten mucho capital inicial es que la puesta en ensayo de un proyecto en el mercado exige muy pocos recursos. “Hacer la página web no te cuesta nada. En general estos emprendedores desarrollan su propio software y ponen en marcha la plataforma, a veces desde el salón de su casa”, señala Martín Cabiedes.
GASTOS, LOS MÍNIMOS
Claro que luego tienen que testar el producto para evaluar la aceptación entre los potenciales clientes. Hoy existen medios, por ejemplo en las redes sociales, para llevar a cabo este paso del proceso sin muchos gastos. De hecho, teniendo en cuenta que los emprendedores trabajan en su casa –o en alguna oficina cedida– y no tienen plantilla, “los gastos –explica Soriano– se reducen a los de la compra de alguna licencia de software y al pago de algunas acciones de marketing”.