Javier Rodríguez Zapatero,
Hace algo más de un año abandonó su puesto como principal responsable de Google en España, Portugal y Oriente Medio para presidir ISDI, la escuela de negocios que cofundó. El objetivo: formar talento digital porque está convencido de que es la única forma
presidente de ISDI, nos explica por qué ha abandonado la dirección de Google España para centrarse en esta escuela de negocios.
No tiene absolutamente nada que ver con el anterior presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, pero las confusiones han sido constantes a lo largo de su carrera, “especialmente durante su presidencia. Recuerdo que en cierta ocasión fui a la presentación de un libro de un amigo en la que coincidí con Mariano Rajoy, que estaba entonces en la oposición. Acabamos teniendo un pequeño debate y al día siguiente un periódico publicó que Rajoy se había enzarzado con el hermano del presidente”, bromea Javier Rodríguez
Zapatero, quien posiblemente sea más conocido que su insigne tocayo en algunos entornos digitales internacionales. No en vano ha ocupado algunos de los puestos más relevantes a nivel europeo de dos de los buques insignias de Internet, primero en Yahoo y después en Google. Nave que abandonó para asumir la presidencia del Instituto Superior para el Desarrollo de Internet (ISDI) que ayudó a fundar en 2008.
Su trayectoria ha estado plagada de cambios que, vistos desde fuera, pueden parecer casi vertiginosos, y en los que, como él mismo reconoce, “casi siempre he ido ganando menos, ahora, incluso, infinitamente menos, lo que es muy buena señal, porque siempre que he dado ese paso de perder salario, el cambio ha sido positivo”, enfatiza. Pasó del sector del gran consumo al mundo de Internet cuando la Red era poco más que una promesa. “Soy un tipo curioso y me gusta todo aquello que promete nuevas ideas, nuevas relaciones, nuevos sistemas. Me fui a algo totalmente desconocido. Pero yo siempre tuve claro que Internet era el futuro y no me confundí”, recuerda.
Con ese cambio cerraba una etapa en multinacionales off line americanas, primero en Procter & Gamble, y después en Johnson & Johnson. “En el fondo, mis cambios han sido más o menos graduales, porque mis 26-27 años de ejecutivo los he vivido en multinacionales siempre americanas, lo que implica que el 30%-40% del cambio cultural ya lo llevo incorporado. Es cierto que el otro 60% o 70% sí es nuevo, pero eso es lo que me gusta a mí: entender que cuando te mueves en un entorno distinto al que estás acostumbrado, vas a conseguir que tu curva de aprendizaje se acelere al máximo”.
EN CONTINUO APRENDIZAJE
En Yahoo permaneció casi ocho años: “El último trabajo que tuve fue como vicepresidente de Ventas y Desarrollo de Negocio en Londres. Desde allí llevaba todo el negocio europeo y llegó un momento en que quería volver a España para estar más cerca de mi familia. Entonces se me acercó Google y me fui”. En el buscador estuvo nueve años, hasta septiembre de 2016, en que decidió volcarse en ISDI.
Y la pregunta es obligada: ¿Por qué se abandona un gigante con proyección y alcance mundial para pilotar una escuela de negocios española? “Primero, porque yo consideraba que en Google ya había aprendido el 90% de lo que podía aprender. Había tenido responsabilidades como director general en España, Portugal y Oriente Medio. Y segundo, porque quería aprender algo nuevo. Después de estar tantos años de ejecutivo a nivel nacional e internacional, dedicarme a una compañía que había ayudado a fundar me permitía hacer muchas cosas nuevas. Ahora ISDI está en franco crecimiento y yo puedo aportar mucho de lo que he aprendido en organizaciones más complejas, pero a la vez estoy aprendiendo maneras de hacer las cosas distintas que se parecen más a lo que las grandes compañías van a necesitar el día de mañana”.
ISDI se concibe en el 2008 y se inscribe en el registro mercantil en marzo de 2009: “La idea nos venía rondando a Nacho de Pinedo,
Víctor Molero y a mí desde hacía tiempo.
Google deja a sus trabajadores ampliar perspectivas y eso es muy importante para que un empleado no se convierta en un profesional unidimensional que sólo aprende las cosas como las ve en la compañía. Tener visión lateral y capacidad para entender lo que pasa en el mundo te convierte siempre en un mejor ejecutivo y te ayuda a tomar mejor las decisiones, a gestionar mejor a tus equipos, a entenderles y motivarles mejor y, sobre todo, a tener un campo de visión mucho más amplio”.
En este cambio ha jugado un papel importante su afán por promover y formar más talento digital en la sociedad actual: “Mi sueño desde pequeño siempre ha sido transmitir conocimientos para que la gente pueda desenvolverse mejor. Cuando ves un entorno, como el digital, en el que todo cambia tan deprisa y el volumen de innovación es tan rápido, sabes que eso provoca un cambio en el comportamiento de toda la sociedad. Estamos en una sociedad que vive al momento, que se comunica al momento, que tiene todo al momento y esto para mí es un entorno radicalmente distinto al que teníamos hasta ahora y hay mucha escasez de talento. No hay ahora personas preparadas para ayudar a las compañías a adaptarse a este entorno de cambio vertiginoso. Contribuir a que esto ocurra me emociona. No hay dinero que pague eso, porque genera una sociedad mucho mejor. A mí no me motiva ganar dinero aquí, sino que la huella de lo que estamos haciendo sea más grande”.
Llegados a este punto, surge una duda: ¿existe diferencia entre el talento digital y el talento a secas? “Talento es tener capacidades y hacerlas visibles en un entorno en el que puedan aprovecharse. Es decir, hay que entender el contexto para que esas habilidades brillen”. Aunque sí le reconoce al líder digital unos rasgos muy concretos. A saber:
- Transparencia. “En este mundo vertiginoso, la gente debe tomar decisiones en función del contexto, sin consultar constantemente a sus superiores. Ahora bien, para que tengan el contexto debemos ser transparentes y contarles qué, por qué y cómo lo hacemos, y qué nos motiva”.
-Agilidad. “Debe ser ágil y adaptable porque el
No me mueve ganar dinero aquí, sino que la huella de lo que estamos haciendo sea más grande
entorno actual no es el del siglo XX en el que podías tomar decisiones estudiando el ecosistema y asegurándote de minimizar la posibilidad de fracaso o maximizar la capacidad de éxito. Ahora es más importante probar rápido y salirse rápido”.
-Curiosidad. “Ha de tener ganas insaciables de aprender cosas nuevas, sentirse motivado por aquello que no conoce y ser capaz de profundizar en ello. Y eso exige salir de la zona de confort”.
-Humildad. “Esto es algo que a los directivos que nos hemos formado en el siglo XX nos cuesta mucho. La experiencia es un grado, pero no te da el derecho a establecer que las cosas se hagan de una determinada manera. No hay nada más bonito que pedir perdón cuando te has equivocado. Yo tengo 49 años y no lo encuentro fácilmente en líderes fuera del entorno digital”.
UN MERCADO DIGITAL EUROPEO ÚNICO
Lamenta que en Europa hay bastante escasez de talento digital en comparación con la demanda potencial que existe y eso es, “en gran medida, por la poca concienciación política y social de que el crecimiento económico va a venir del entorno digital. En Europa hemos dedicado muchos años y mucha energía regulatoria a defendernos de las grandes compañías americanas en lugar de aunar esfuerzos para regular menos y mejor en favor de un mercado digital único que permita que cualquier persona y talento que surja en España, Francia o Italia pueda acceder a un mercado de 400 millones de usuarios, como es Europa, sin tener que pasar por aproximadamente 200 piezas de regulación”.
Para el presidente de ISDI, “el problema no está tanto en el talento como en el hecho de que Europa no sea un mercado único digital. Luego, obviamente, hay que formar talento masivamente desde arriba y desde abajo. Desde arriba haciendo lo que estamos haciendo nosotros. Pero nosotros ahora estamos transformando el talento, no formándolo porque el talento se crea desde abajo, desde la escuela. Habría que cambiar la educación para que los alumnos salieran con las habilidades de las que hablaba antes. Si yo tuviese una universidad, te garantizo que generaría más empleo que ninguna de las universidades actuales. Luego tendría que haber diez ISDIS. Porque, si no, no damos abasto”.
Aunque defiende que “la revolución digital para nada está conclusa. Queda mucho. Sólo la mitad del mundo está conectado a Internet y todavía está muy infrautilizado”, sí se atreve a aventurar por dónde van a ir los siguientes tiros: “La próxima revolución será la de la inteligencia artificial. La capacidad de generación de datos en volumen es tan alta que cuando aplicas IA a estos datos se abre la posibilidad de generar hipótesis y testarlas en tiempo real. Es decir, vamos a ser capaces de reinventar el método científico y generar múltiples sistemas de prueba y error. La otra revolución, será el blockchain, porque va a ser la revolución en el mundo de las transacciones y a eliminar muchísimas ineficiencias. Y para todos estos cambios será necesario talento a raudales que está aún por formar. Y por eso estoy yo aquí”.
El recurso más escaso no es el tiempo, es la energía y los cenizos roban mucha energía al entorno