Un emprendedor bien amueblado
Lo contaba Meini Spenger (casi nadie le llama Meinrad) el pasado día 14 de noviembre al recoger el Premio al Mejor Emprendedor de 2018, otorgado por los lectores de nuestra revista: “Mi formación y experiencia como carpintero me ha ayudado mucho a ser emprendedor. Un mueble no vale para nada hasta que está acabado del todo. Eso me ha enseñado a hacer las cosas bien, a ser exigente y a tener paciencia”. El creador de MásMóvil redondea la ecuación con la idea que nos ha servido como mensaje en la portada este mes: “Nunca emprendas para forrarte. Si yo hubiese pensado en eso, no habría aguantado los dos primeros años sin sueldo y subsistiendo a base de spaguetti, que es la comida más barata”.
Mucho se habla en todo tipo de foros de las cualidades personales del emprendedor: talento, esfuerzo, capacidad de liderargo... pero nunca se menciona la paciencia. ¿Acaso no es relevante en el éxito empresarial? Vamos a pensarlo un momento: Vivimos en un momento en el que la inmediatez es una exigencia. Todo lo que queremos, lo queremos ya (Amazon es bastante culpable de esto, no nos engañemos). Nuestra resistencia al aburriemiento es la más baja de la historia de la humanidad y parece que estamos extendiendo la velocidad a todas las actividades posibles. Lo dejaba muy claro hace unas semanas un experto en música que participaba en un programa de radio. Decía que las canciones compuestas ahora tienen el estribillo casi al principio. La prisa por enganchar al oyente provoca canciones más cortas y mucho más machaconas que nunca. Y expresaba una frase que viene muy al caso: “El problema es que en la música y en el resto de cuestiones de la vida se confunde la velocidad con el ritmo”. Las cosas llevan su tiempo y acelerarlo en exceso puede desnaturalizarlas. El ‘ansia viva’ como la llama
Mago More, nuestro brillante maestro de ceremonias, no tiene resultado. Todos de acuerdo, pues. Y por raro que pueda parecer, el combustible que da energía a la paciencia es la ilusión. La ilusión por el proyecto, por la duración a largo plazo es determinante. Mireia Torres, que acudió a nuestros premios como representante de Familia Torres nos contó que están comprando tierras más elevadas para garantizar la calidad del vino que se producirá dentro de cincuenta años. Más compromiso de futuro es imposible.
Y de ilusión pocos ejemplos mejores que el de
María Benjumea, nuestro Premio a Toda una Trayectoria. Una ‘startupera’ de 64 años que cree que el futuro será mucho mejor. Lo cree porque trabaja día a día en que eso ocurra. Todos los emprendedores de éxito saben dar ritmo a sus proyectos. Es la paciencia dinámica.
La paciencia, una virtud muy poco valorada en nuestros días, resulta ser una de las claves del éxito empresarial