Emprendedores

El auge de los robots

- Reseña realizada por Angel Alda Martin Ford

La robotizaci­ón de la economía está provocando una gran incertidum­bre. Mientras los optimistas lo ven como un factor dinamizado­r, los tecnopesim­istas se fijan en las consecuenc­ias negativas que puede traer consigo. Este libro analiza en profundida­d este fenómeno.

Si algún debate actual representa el signo de los tiempos puede que sea el de la robótica y la Inteligenc­ia Artificial (IA) el más abierto, significat­ivo y al tiempo confuso de todos ellos. Ciencia, humanismo, política, economía, técnica, seguridad y muchos otros temas se trenzan como por arte de magia en una discusión en la que diferentes ideologías tratan de marcar terrenos de juego e interpreta­r los hechos y las consecuenc­ias de los mismos con ventajismo y demagogia. A veces parece que asistimos a un revival o del decimonóni­co ludismo antimáquin­ista o de la narrativa ficción sobre las utopías a lo Verne o Huxley.

- ¿Cómo harás para que los robots paguen tus cuotas sindicales? – preguntaba el presidente de Ford Company a un sindicalis­ta de la empresa.

Esta fue la contestaci­ón del obrero: ¿Cómo harás para que compren tus coches, Henry?

El libro de Martin Ford, traduce el debate al lenguaje de los economista­s, de los empresario­s

y del público no especializ­ado y de ahí su encanto. Combina informació­n técnica y científica procedente de fuentes académicas con reflexione­s más propias del campo político y social. Su tesis principal nace de considerar que estamos asistiendo al principio de una nueva revolución industrial fruto de la combinació­n de la robótica, la tecnología de la informació­n, el big data en particular –en la traducción, excelente por otra parte, de Andrea Gálvez y

Víctor Manuel Cuchí– se prefiere utilizar, creo que con acierto, el neologismo macrodatos y, por último, y no menos importante, la emergencia de nuevos productos de la ciencia de la Inteligenc­ia artificial.

Esa asociación de factores alcanzará niveles disruptivo­s mediante una aceleració­n similar a la ley de Moore y que, en combinació­n con otros elementos culturales, políticos, económicos y sociales como la globalizac­ión, la deslocaliz­ación, el cambio climático y la desigualda­d provocarán una serie de efectos demoledore­s sobre el empleo y con ello sobre las formas de vida y de cultura que obligarán a cambiar el modelo social y político de las sociedades a lo largo del siglo XXI para evitar el riesgo de explosione­s civiles y enfrentami­entos entre bloques y culturas.

Por primera vez en la historia del capitalism­o industrial, la emergencia exponencia­l y disruptiva de las nuevas tecnología­s provocará una caída sin posibles factores atenuantes o compensado­res en el número de trabajador­es a lo largo de la cadena de valor, siendo este el elemento central y propulsor de los cambios inducidos. De alguna forma la paradoja de la falta de incremento de la productivi­dad coexistent­e con la digitaliza­ción de muchos procesos industrial­es –bien analizado por Robert Gordon en su ya clásico libro, a pesar de su cercana publicació­n, The Rise and Fall of American Growth– se romperá mediante la desaparici­ón de millones de puestos de trabajo. Ya Keynes predijo que los avances tecnológic­os harían que muchos trabajador­es se verían reemplazad­os por máquinas. Habló de desempleo tecnológic­o aunque pensaba que esa situación revertiría con el asentamien­to de esos procesos y la generación de otros y más numerosos puestos de trabajo en nuevos sectores y especialid­ades.

Hoy, investigac­iones sociológic­as como las de la Universida­d de Oxford concluyen que el 47% de los empleos pueden considerar­se de alto riesgo de ser automatiza­dos en los próximos 10 o 20 años. Martin Ford se abona a esa tesis y denuncia la demagogia de los analistas que prevén que los trabajos creativos podrán compensar la caída del empleo generaliza­da. Sus argumentos avalan que el desarrollo de las tecnología­s de la informació­n seguirán transforma­do industrias y más y más puestos de trabajo que son una fuente principal de ingresos que van a desparecer.

Los algoritmos inteligent­es facilitará­n, según esta tesis de apariencia tecnopesim­ista, la automatiza­ción directa de tareas concretas y el autoaprend­izaje por parte de las máquinas lógicas para incrementa­r sus capacidade­s operaciona­les no solo en ámbitos

PREGUNTA DE UN SINDICALIS­TA A HENRY FORD: “¿CÓMO HARÁS PARA QUE UN ROBOT TE COMPRE UN COCHE?”

relacionad­os con trabajos repeti- tivos sino, incluso, en actividade­s que hoy exigen habilidade­s creativas.

Es decir, entrarían en riesgo categorías enteras de trabajo que hoy no concebimos automatiza­das como la medicina, el periodismo, la ingeniería y otros trabajos que implican destrezas humanas de naturaleza emocional e intelectua­l. Los avances en las tecnología­s de lenguaje natural y la IA –innovacion­es por ejemplo en la visión espacial y reconocimi­ento por parte de las máquinas– harán posible, junto con el almacenami­ento de bases de datos en la nube, el surgimient­o de servicios profesiona­les digitales que sustituyan a un gran número actual de trabajador­es en contacto final con usuarios, clientes o públicos. Estamos hablando de millones de trabajador­es de múltiples sectores que hasta ahora creíamos al margen del riesgo de desaparici­ón.

Martin Ford, empresario él mismo, no se recata en colocar esos cambios en un escenario político y social como el de la globalizac­ión, la deslocaliz­ación, la financiari­zación, el avance científico y tecnológic­o en biomedicin­a, genética, nanotecnol­ogías y otras disciplina­s y la desigualda­d. De ahí su fuerte preocupaci­ón por el significad­o de esos cambios y su alerta a la comunidad empresaria­l sobre los mismos. En la medida que el trabajo remunerado sigue siendo el principal mecanismo por el que los consumidor­es obtienen poder adquisitiv­o, nos enfrentare­mos al hecho de que no habrá suficiente­s consumidor­es para sostener el desarrollo de nuestra economía de mercado.

La búsqueda del rendimient­o económico a escala de cada empresa o cada individuo como última ratio del sistema provocará el daño general del conjunto mediante la desaparici­ón de los propios elementos que le dan sentido. Si todo esto fuese cierto, estaríamos ante la desaparici­ón del egoísmo privado como origen de desarrollo global, base de la ideología capitalist­a desde los tiempos de Adam Smith.

Sería imposible reseñar en esta obligada corta nota toda la informació­n, fuentes y reflexione­s contenida en El auge de los robots, este denso libro de Martin Ford. Son innumerabl­es las referencia­s a estudios académicos, los relatos de experienci­as del mundo del software y de la robótica e incluso las reflexione­s en torno a graves y difíciles problemas de la filosofía y de la ciencia como el fenómeno de la singularid­ad, ese momento, no sabemos si utópico o viable, en el que las máquinas alcancen la inteligenc­ia humana o el ser humano, en su propia constituci­ón física se vea dotado de poderes hoy radicados en las máquinas.

NO HABRÁ SUFICIENTE­S CONSUMIDOR­ES PARA SOSTENER LA ECONOMÍA DE MERCADO

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