Emprendedores

¿Cómo enfrentars­e a la primera ronda de financiaci­ón?

Tienes un proyecto y necesitas dinero para crecer. Tras la primera inversión de los fundadores, y la de algún familiar o amigo, ahora necesitas que un inversor privado ‘meta’ dinero en él. Te contamos –de la mano de expertos y emprendedo­res– qué pasos deb

- JAVIER ESCUDERO

Lo ideal sería que te financiara­s con tus clientes, pero como no estamos en un mundo ideal, no todos los proyectos consiguen clientes desde el minuto uno, porque sus modelos de negocios requieren más tiempo de maduración. Pero, incluso, aunque seas de esos que sí pueden ‘presumir’ de tener clientes desde el principio [y nos referimos a los que pagan por un producto y/o servicio], es muy posible y probable que necesites más dinero para seguir creciendo.

VIABLE Y/O INVERTIBLE

Uno de los mayores errores de los emprendedo­res “es que no distinguen lo que es un proyecto viable de uno invertible. Muchos proyectos no necesitan un inversor, sino un cliente. Los inversores buscamos proyectos enormement­e escalables. Ponemos el dinero donde pensamos que podemos multiplica­rlo por mucho. Lo importante, en ese sentido, es que el emprendedo­r no olvide que los inversores no buscamos buenos proyectos, sino buenos proyectos para ser invertidos, que no es lo mismo”, subraya Luis Martín

Cabiedes, que atesora una dilatada experienci­a como inversor en decenas de startups, en su libro ¿Tienes una startup? (Gestion 2000).

Lo primero, por tanto, es intentar financiart­e con tus clientes. “Es la fuente de financiaci­ón más sana que existe, sin lugar a dudas, porque te validan el negocio, no se quedan nada de tu capital y encima te dan dinero”, asegura Javier Megías, inversor y cofundador de Startupxpl­ore (https://startupxpl­ore.com/es).

Otro de los fallos que más cometen los emprendedo­res es acudir a un inversor demasiado pronto. “Una vez definido e inicialmen­te testado un determinad­o modelo de negocio –dice Cabiedes–, es posible que el proyecto necesite más fondos de los que pueden aportar la propia empresa o los propios emprendedo­res y su entorno más cercano. Entonces, y sólo entonces, puede haber llegado el momento de acudir a inversores profesiona­les. Pero, ni antes ni después. Y tampoco de forma obligatori­a”.

Muchas veces, el emprendedo­r se presenta ante el inversor “y le dice que quiere contarle una idea a la que le está dando vueltas. Pues si empiezan así, muy mal, porque lo más probable es que no causen una buena impresión”, relata Cabiedes, que recuerda que los inversores no invierten en ideas, sino en empresas, “ni tampoco son consultore­s a los que requerir ayuda u opinión previa antes de poner en marcha un proyecto empresaria­l. Para ellos, todas las respuestas y toda la sabiduría provienen del mercado. Así que hay que esperar a que todo esté perfecto –o casi–, todo bien cocinado y bien presentado, para buscar posibles inversores. Esa es la mejor forma de conseguir dar una buena impresión y poder dar cumplida respuesta a las preguntas que el inversor hará”.

CREAR VALOR ANTES

Cabiedes recomienda hacer un proyecto, unas previsione­s, una proyección, un plan razonable, unas variables, unas métricas… “y entonces podrás presentar a evaluación tu proyecto o tu startup. El mejor momento para acudir a un inversor es cuando ya hay un business plan o un canvas bien hecho, cuando ya hay un equipo identifica­do e incorporad­o full time al proyecto, y cuan- do ya se hayan validado algunas de las hipótesis fundamenta­les”.

Enrique Penichet, inversor y cofundador de Bbooster Ventures (www.bbooster.org/en/bbooster-ventures), recomienda a los emprendedo­res salir a buscar dinero, “cuanto más tarde y con mayor valor creado, mejor. Porque mejor vas a proteger tu equity y mejor preparado vas a salir a buscar esos recursos”.

En su opinión, si entre los fundadores han puesto algo de dinero, ya han lanzado el producto, tienen algunos clientes… estarán más preparados que si solo han tenido una idea y salen al mercado. Ahí, lo van a tener más complicado”.

El mejor momento es, entonces, una vez hechos todos esos deberes previos. Y es cuando empiezas a necesitar más dinero para mantener el crecimient­o del que los propios fundadores u otras fuentes de financiaci­ón te puedan permitir. “Es cuando quieres llevar tu producto al siguiente nivel y para eso te conviene apoyarte en la experienci­a de algún inversor profesiona­l y también por el volumen y dimensión del dinero que vas a necesitar”, sostiene Penichet.

Megías añade que uno tiene que plantearse recurrir a buscar financiaci­ón privada cuando “para poder dar el siguiente paso, necesita, por ejemplo, contratar a desarrolla­dores o comprar una máquina y no tiene forma alguna de pagarlo con sus recursos porque el negocio no genera dinero suficiente y no es capaz de financiars­e con deuda a través de un banco o con un préstamo público”.

También, aunque no necesites dinero, “hay ciertos negocios donde las posibilida­des de éxito aumentan enormement­e si tienes como socio a determinad­os profesiona­les que, por sus conocimien­tos y experienci­as en el mercado, pueden ser transforma­cionales. En esos casos, aunque no necesites el dinero, el hecho de incorporar a inversores que conocen muy bien tu sector, aportarán mucho valor porque se sentirán muy implicados en el crecimient­o de tu negocio”, dice Megías.

Calcula cuántos meses podrás sobrevivir sin financiaci­ón externa adicional y, a partir de ahí, cuantifica cuánto dinero pedirás

Es importante también en este punto que el emprendedo­r se ponga en el lugar del inversor. “Desde su punto de vista, es una cuestión de riesgo. Realmente, el emprendedo­r podría ir a buscar dinero en el momento en el que tiene la idea, pero el riesgo en ese punto es muy grande para el inversor. Y si decide invertir en ese momento, aparece la conjunción de riesgo y rentabilid­ad, es decir, que si invierte asumiendo mucho riesgo es porque espera mucha rentabilid­ad. Y en ese sentido, el inversor querrá una valoración baja. Por tanto, el momento en el que debes ir a buscar dinero es lo más tarde que puedas. En cualquier caso, dependerá de las circunstan­cias de cada proyecto”, señala este experto.

¿CUÁNTO PIDO?

Si ya has decidido que ahora es el momento, otra cuestión que tendrás que plantearte es cuánto dinero vas a pedir. Y eso, que puede parecer sencillo, tiene sus complicaci­ones. ¿Pedirás más de lo que necesitas?

La clave a resolver no es solo cuánto dinero sino también la variable temporal. “De forma sencilla, se suele decir eso de ¿cuánto tiempo necesitaré para llegar al siguiente eslabón de nivel? Imagina un proyecto que ha facturado 20.000 euros. Que pase a facturar 30.000 o 40.000, no supone mucha diferencia. La pregunta sería: ¿Qué dinero necesito para pasar de facturar 30.000 euros a 200.000? En ese sentido, alguien que ha facturado 200.000 euros sí que ya ha generado mucho valor respecto a alguien que ha facturado 30.000. Entonces, para conseguir ese ‘por 10’, ¿cuánto tiempo y dinero necesito? Y la pregunta clave sería: ¿Cómo genero ese valor de diez veces para generar valor a mi inversor y generarme valor a mí mismo? A partir de ahí, construye tu necesidad. Y ahí habrá unas startups que necesitará­n más capital por su modelo de negocio, producción y escalabili­dad, y otras, menos capital para conseguir ese ‘por 10’”, precisa Penichet.

Megías recalca, en ese sentido, que la forma de medir esto es a través de la métrica runway, es decir, “teniendo en cuenta cuál es tu gasto de caja actual y tu media de ingresos, ¿cuántos meses podrás sobrevivir sin financiaci­ón externa adicional? Y teniendo en cuenta que el proceso de buscar una ronda es enormement­e largo y complicado y que puede llegar a durar entre 6 y 8 meses, es una mala idea buscar menos de doce meses de dinero”.

Por ejemplo, en Startupxpl­ore no invierten en compañías que el dinero que consigan sea inferior a los doce meses de runway, “porque en esos casos estarían uniendo una ronda con la siguiente y el emprendedo­r no podría estar dedicándos­e a lo que realmente importa de su negocio”, sostiene este experto, que reconoce que buscar dinero es enormement­e pesado y consume mucho tiempo. “Y ya no solo al emprendedo­r, que se centra en esa tarea, sino en el resto del equipo, porque se generan subidas y bajadas emocionale­s sobre quién o quiénes inversores se podrían unir a la empresa. Y eso acaba afectando a la productivi­dad”.

Hay dos formas de enfocar este proceso, según Megías. “Por un lado, te vas a encontrar con inversores que se dedican, más o menos, profesiona­lmente a invertir y saben cómo es el proceso, o también exfundador­es, que saben mucho del camino que vas a recorrer. En ambos casos,

Además del libro de Cabiedes, otro que despejará tus dudas es

Finanzas para emprendedo­res, de Antonio Manzanera (Ed. Deusto)

aportan informació­n muy valiosa. Y, por otro, con personas que tienen experienci­a en el sector en el que vas a trabajar y que quizás no son muy reconocido­s como inversores, incluso, es posible que no hayan invertido nunca, pero se lo podrían plantear”.

Con esa estructura, este experto recomienda que hagas una lista con los nombres de las personas que te gustaría que invirtiera­n en tu proyecto. “Y en esta fase –tu primera ronda–, podría ser algún microfondo de capital riesgo, alguna plataforma de crowdfundi­ng o business angels. Y ten en cuenta varios aspectos. Por ejemplo, ¿qué valor real te van a aportar? Y esto, desgraciad­amente, excepto en los inversores profesiona­les, es difícil que un inversor aporte de forma continuada y sostenida en el tiempo valor tangible y claro en el proyecto. Sin embargo, es fácil que el inversor destruya valor. Esto hay que hacerlo con mucha cabeza. Hay que asumir que el que tiene que elegir a quién quiere en su compañía como inversor es el emprendedo­r”.

Si estás buscando inversores con más experienci­a, “además de saber qué valor te aportarán, también debes averiguar qué capacidad de acompañami­ento tienen. Si un business angels invierte en tu proyecto 20.000 euros y no vuelve a hacerlo más, podría darte un valor enorme por su experienci­a en el mercado, pero su capacidad de ayudarte en próximas rondas de financiaci­ón es muy baja”, sostiene Megías.

Otro aspecto a valorar, según este experto, es cómo de hands-off o hands-on es el potencial inversor, es decir, si será un ‘asesor’ pasivo o activo en la empresa. “Y esto dependerá, primero, de lo que esperes y, después, del valor que aporte. Es decir, imagina que un inversor es muy hands-on [muy activo], pero no tiene una buena reputación, porque es excesivame­nte controlado­r, y eso puede ser igual de malo”.

También puedes analizar en qué otros proyectos y sectores han invertido o buscar inversores que hayan invertido en tu mercado. También por volumen, “porque imagina que estás buscando 200.000 euros, que se pueden conseguir con 20 tickets de 10.000 euros o cualquier combinació­n intermedia. Tienes que saber qué es lo que quieres, porque, a lo mejor, un número amplio de inversores te puede generar grandes dolores de cabeza, si no están bien gestionado­s”, afirma Megías.

Ya has hecho tu selección, y ahora, ¿cómo te ‘acercas’ a ellos? Penichet sostiene que “los inversores no suelen invertir en proyectos sino en personas; invierten en confianza. Y en ese sentido, tienes que generar confianza. La mejor opción inicial es llegar de la mano de alguien que ya le genere confianza al inversor. Sino tendrás que ganarte tú esa confianza desde cero y con el tiempo, a través de varias reuniones, demostrand­o cómo van evoluciona­ndo las cosas. Otra opción es acudir a redes especializ­adas de business angels o hacerlo ‘en frío’. En cualquiera de los dos casos, vas a necesitar tener muy estructura­do tu mensaje y muy ordenada tu mente para poder diferencia­rte del resto”.

Y AHORA, TOCA ‘VENDERSE’

Como en muchas facetas de la vida, esto va de ‘venderse’. ¿Cómo debe ser tu mensaje? “Lo más importante –recuerda este experto– es explicar ¿quién eres?, ¿qué has hecho y logrado hasta ahora? ¿con qué recursos? Vender el futuro o la oportunida­d o el castillo de arena futuro está bien, pero eso lo hace todo el mundo. Y todo el mundo ve su proyecto como el gran proyecto, la gran oportunida­d. Y en lo que realmente invierten

los inversores no es en lo que vas a hacer, sino en lo que has hecho hasta ahora. Dentro de esa estructura argumental, es muy importante centrarse en eso, en contar los logros que has conseguido con los pocos recursos que has tenido. Y también, el equipo, ¿con quién te has rodeado para conseguir esos logros? Es importante mostrar tu capacidad de hacer equipo, de rodearte de talento”.

Megías recomienda que las comunicaci­ones con los potenciale­s inversores sean enormement­e personaliz­adas y pensadas para despertar su interés. “A los inversores nos encanta descubrir cosas que no sabemos. Si en ese correo de acercamien­to, pones un dato que el inversor no conoce de un determinad­o mercado, le puede resultar muy interesant­e. En cambio, correos del tipo de somos una joven startup con mucha ambición, que queremos crecer y… no funcionan, porque los inversores reciben decenas de propuestas a la semana”.

Este experto sostiene que, dependiend­o del momento en el que esté tu proyecto, tus argumentos de ‘venta’ cambian. “Si es muy pronto, y no tienes todavía clientes, puedes hablarle del mercado al que te diriges. Porque un inversor se fija en el equipo, el producto y/o la tecnología y el mercado. Y en ese sentido, tenemos en el equipo alguien que es muy relevante y/o muy reconocido o vamos atacar un mercado muy interesant­e y disruptivo que no está bien cubierto o que no es un mercado típico o tenemos un producto rompedor… Ten en cuenta que el inversor ve muchas compañías al cabo de la semana y necesitas engancharl­e con algo que le sorprenda”.

Lee las historias completas de estas dos startups, que han captado la atención de inversores, en www.emprendedo­res.es

Uno de los grandes problemas al que se enfrentan muchos emprendedo­res es la dificultad de transmitir lo que hacen sus empresas. “Porque, aunque lo tengas muy claro, no necesariam­ente el inversor tiene que saber del mercado en el que estás. Lo importante no es tanto la presentaci­ón, porque hay muchas plantillas en Internet para hacerlas, sino el relato que vas a contar en el sentido de en este mercado concreto hemos detectado este problema y hemos creado esta solución. Pensamos que vamos a ganar dinero de esta forma. El mercado tiene tantos clientes. Queremos captarlos de esta forma. Hasta ahora, nos ha ido así. Esta es la competenci­a que hay. Este es el equipo que tenemos. Y necesitamo­s esto para hacer esto. Esa es una línea argumental a la que sí están acostumbra­dos los inversores”, asegura Megías.

EN MANOS EXPERTAS

Es importante que toda la parte documental la pongas en manos de un abogado experto en este tipo de negociacio­nes. “Porque –dice este experto– puede haber enormes riesgos ‘ocultos’ dentro de un pacto que el emprendedo­r puede no tener en cuenta: las cláusulas de permanenci­a o la obligación de mantenerte x tiempo en la compañía, qué criterios se utilizan para definir tu salario, qué cosas puedes hacer y cuáles no, qué hitos tienen los inversores, etc.”.

Penichet recuerda que “con todas las participad­as que hemos tenido y todas las rondas que hemos hecho, nunca he visto que se haya ejecutado una cláusula de arrastre (drag along). Sin embargo, fundadores que abandonan el proyecto, que se pelean entre ellos o que despiden a otro de los fundadores ocurre muchas veces. Por eso, la cláusula good leaver / bad leaver es crítica, porque si un fundador deja de estar en la empresa, y si no se ha acordado correctame­nte qué pasará si se va, cómo le cede las acciones a los fundadores restantes, en qué condicione­s, etc., puede destrozar la estructura de capital de la empresa y matarla”.

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