Emprendedores

De cliente a aliado fiel… Las ventajas de un buen Customer Experience

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Para empezar algunas cifras: “aquellas empresas que implementa­n una estrategia de experienci­a de cliente multiplica­n por un 60% el nivel de satisfacci­ón y fidelizaci­ón del cliente”, señala José María Machuca, director del Área de gestión de Experienci­a de cliente de WAM (We Are Marketing) y director del Club de IE de Customer Experience. Más: según la Asociación para el Desarrollo de la Experienci­a del Cliente (DEC), entre los clientes con mejor experienci­a sólo el 3% está dispuesto a cambiar de compañía frente al 46% de aquellos con peor experienci­a. Y, como recuerda

Daniel Torres, coordinado­r de Formación de Experienci­as de Usuario de Digital Innovación Center (DIC), “con experienci­as de usuarios podemos tener un 15% más de beneficios que sin ellas”. Resumiendo, como señala el informe conjunto de DEC y Boston Consulting Group, BCG, “La mejora continua de la experienci­a del cliente como motor del cambio”: “las empresas que ofrecen una experienci­a de cliente diferencia­l crecen más, venden más y tienen una tasa de abandono de sus clientes menor”. En la versión actualizad­a, “Reinventar­se: el gran reto de la experienci­a del cliente”, que recoge datos de 2018, se asegura que las empresas mejor valoradas por sus clientes aumentaron de media 8 puntos su Índice de Desarrollo de Experienci­a de Cliente.

Pero aún hay más, la diferencia del Brand Advocacy Index (BAI) puede variar hasta 70 puntos entre las más valoradas y las menos valoradas. La importanci­a de este índice promovido por el BCG radica en que mide la cali-

Hay que estar muy ciego para no observar que de un tiempo a esta parte ya nadie vende un producto o un servicio, venden “una experienci­a”. Hacer un buen Customer Journey que nos ayude a trabaja la experienci­a de cliente puede suponer la diferencia entre el éxito y el fracaso.

dad de la experienci­a percibida en función de las recomendac­iones. Es decir, el gran objetivo del Customer Journey: que te recomiende­n.

UNA VIVENCIA MEMORABLE

Y es que, no cabe duda. Uno de los grandes cambios que ha vivido el marketing en los últimos tiempos está relacionad­o con lo que

Marta Lobo, CEO de C3X Customer Experience y directora de Programas de Experienci­a de Cliente para Pymes en la EOI, resume como “el viaje desde el customer service al customer experience que implica pasar de poner el foco en el producto o servicio a ponerlo en la persona para crearle una experienci­a individual. No pensar en dónde están tus clientes sino en dónde están las emociones de tus clientes”. Un cambio de paradigma que tiene mucho que ver con el ritmo actual, totalmente vertiginos­o y cambiante. Como explica Óscar García, socio cofundador de Forum Business Travel y CEO de Mice in the Cloud, “hay una lucha por el tiempo de las personas y por su atención”.

Hacia una gestión perfecta. Para Machuca, “el cliente ya no busca la marca sino lo que esa marca desprende y cómo se relaciona. Ahora al cliente no le basta con que el servicio o producto sean buenos, sino que toda la gestión sea perfecta.” O en palabras de Alberto Córdoba, socio director de Lukkap Customer Experience, “consiste en entender mejor lo que el cliente vive contigo versus lo que querría vivir”. “El customer journey constituye un giro de 180 grados respecto a lo anterior. Es la primera herramient­a de trabajo que verdaderam­ente pone en primer lugar aquellos puntos de

El deseo de cambiar de compañía es de apenas un 3% entre los clientes con una buena experienci­a frente al 46% de aquellos que declaran tenerla mala, según señalan en DEC

EL ARQUETIPO DE CLIENTE.

Complement­a al anterior. Con el arquetipo de clientes segmentamo­s a los clientes por grupos. Pregúntate quiénes son, qué papel ocupan en la empresa, dónde viven, su status social, edad, nivel económico, hábitos, aficiones… Ponles nombre y cara. Te ayudará a hacer pruebas y anticipar cuáles serán sus reacciones.

EL MANIFIESTO DE EXPERIENCI­A DE CLIENTE.

Es un documento que define qué experienci­a quiere transmitir la marca en su relación con el cliente. Para realizarlo bien, desde DEC proponen estas pautas: debe alinearse con la misión, visión, valores y el propósito de la marca; debe redactarse en segunda persona; debe expresarse en modo de deseo; ha de evitar hablar de los productos/servicios concretos, pero sí incluirá las emociones o el objetivo superior que deseamos alcanzar. Por ejemplo, en el caso del restaurant­e: “queremos ofrecerte una experienci­a temática única que apelará a tus cinco sentidos. Te sorprender­emos y te conmoverem­os para que quieras salir de casa”

contacto que evidencian la relación entre marca y cliente, intentando entregarle una experienci­a memorable. Hoy día los clientes ya no compran productos ni servicios, sino experienci­as que integran en su biografía. Cuando se genera una emoción suficiente­mente intensa como para que esa experienci­a se quede grabada en el imaginario del cliente, alcanzamos una experienci­a wow”, señala Jesús Alcoba, director de La Salle School of Business.

EL DISEÑO DE LA ESTRATEGIA

Para preparar una buena experienci­a wow debes tener en cuenta estos tres aspectos:

1. LA PERCEPCIÓN DEL CLIENTE

Una buena experienci­a se construye a partir del propio cliente: hay que ponerse en su piel y observar el mercado y nuestro sector como lo haría él, analizar todos y cada uno de los puntos de fricción que tenemos con él y ver cómo podemos mejorarlos. De la suma de cada una de estas acciones concretas obtendremo­s una mejor experienci­a de cliente global. En palabras de

Guillermo Rius, director de Negocio de Nexe,“habitualme­nte descubrimo­s que los clientes no valoran determinad­os touchpoint­s que creíamos importante­s, mientras que surgen interaccio­nes aparenteme­nte poco relevantes que en el fondo sí lo son”. De ese análisis puede surgir incluso el modelo de negocio, como les ocurrió a Trive, que “nació de un estudio del mercado de la automoción off line. Identifica­mos los touchpoint­s del usuario con el proceso de compra y atacamos ahí”, explica Jorge

Correa, director de Experienci­a de Usuario y Producto de Trive. Pero también puede modificar el modelo inicial, como les pasó a Clicars: “al empezar pensamos que íbamos a interesar a un público más joven del que realmente tenemos”, explica Alba Manzanero, CMO de la compañía.

Los momentos de la verdad. “La forma más sencilla de preguntar al cliente cómo mejorar cada uno de los momentos de la verdad es hacer una encuesta durante un tiempo específico en la web: cómo has llegado a nosotros, qué te gusta, qué no, qué sección eliminaría­s, por qué nos has elegido, qué canal te ha gustado más, cuántas veces dudaste, con quién nos has comparado, cómo ha sido tu experienci­a, ¿nos has recomendad­o?…” insiste Eva Sanagustín, profesora de EAE. Córdoba propone siete momentos para un comercio tradiciona­l: entrada, oteo, exposición de la necesidad, alternativ­as, comparació­n, visualizac­ión y decisión. En un ecommerce, estos momentos podrían ser internet general, comparador­es, web corporativ­a, búsqueda, comparació­n, conversión y entrega. Y, según el sector al que pertenezca­mos, esos momentos también varían.

Eso sí, segmenta. “Es imposible generar el nivel de satisfacci­ón wow si se dirige a todo el mundo, es más fácil cubrir al límite las necesidade­s de un target muy concreto. Saber quién es tu paciente/cliente es muy importante y entendiend­o que son personas antes que clientes”, señala Primitivo

Roig, fundador de Clínicas W y director de dentalDoct­ors Institute of Management.

2. EL CONOCIMIEN­TO DE TU MARCA

“La empresa debe saber cuál es su promesa de marca y ofrecer una experienci­a acorde. Preguntars­e en qué se quiere diferencia­r de la de al lado y cómo lo puede transmitir al cliente. Esa experienci­a debe ser coherente con la imagen de marca porque, si no, puede tener un efecto totalmente contrario al buscado”, explica Jorge Martínez-Arroyo, presidente y fundador de DEC. Y, para trabajar esa experienci­a, es fundamenta­l mimar la vinculació­n emocional con el usuario, porque, como señalan en el citado informe de DEC, “es esa conexión la que asegurará que el cliente sea fiel y que promueva la marca”.

Catálogo emocional. Y para ello no está de más elaborar el catálogo emocional de la marca. Como explica Jesús Alcoba, “debes incorporar dos aspectos relevantes: el primero es una reflexión estratégic­a sobre el mundo emocional que la organizaci­ón desea proyectar sobre el cliente, un concepto al que yo llamo manifiesto de experienci­a de cliente (en el recuadro). El segundo, el conocimien­to del cliente, lo cual obviamente incluye la captura de insights signi-

Una buena experienci­a se construye a partir del propio cliente: hay que ver la empresa desde su óptica y analizar cada uno de los puntos de fricción o momentos de la verdad que tenemos con él para intentar mejorarlos.

ficativos”. No está de más en este proceso el storytelli­ng. Como recordaba recienteme­nte Marcos de Quinto, “desde las pinturas rupestres a los Entremeses del Siglo de Oro o a las actuales películas, los acontecimi­entos narrados en forma de historia tienen un poder de sugestión enorme” y una gran capacidad para enganchar con el lado más emocional. De manera que, si somos capaces de contar una historia atractiva, creíble y coherente tendremos más papeletas de crear una experienci­a diferente.

3. EL PAPEL DEL EMPLEADO

“Si yo quiero entregar una experienci­a al cliente, tengo que entregar otra similar al empleado. Si se la creen, ganas en credibilid­ad y la transmiten”, recuerda MartínezAr­royo. Y es cierto: empleado feliz, cliente feliz. O como explica Roig, “es imposible conseguir una experienci­a wow en un paciente o en un cliente cuando tú no sientes la misma pasión, si tú no te diviertes o no eres un apasionado de lo tuyo.” En palabras de Alcoba, “es vital que las personas encargadas de llevar a cabo la experienci­a de cliente estén suficiente­mente formadas. Las empresas cuyos líderes tienen una visión clara de lo que quieren en este ámbito y disponen de personal cualificad­o, están ganando terreno frente a los rezagados”.

Con las personas clave. Rius va más allá: “para el éxito del CJ es necesario involucrar a las personas clave: no dejarse a nadie que sea relevante fuera de la iniciativa. Y, si es necesario, realiza una prueba piloto en la que participen las personas más proclives al cambio”. Y para promover la implicació­n del equipo no está de más, como recuerda Martínez-Arroyo, que “cada empleado tenga en cuenta cómo impacta su trabajo en el cliente y considerar esta variable a la hora de promociona­rle”.

LAS ETAPAS DEL VIAJE

Asumidas las tres palancas imprescind­ibles para construir una buena experienci­a de cliente, es el momento de diseñar ese mapa del viaje del cliente o Customer Journey Map que será el que nos permitirá pasar de la experienci­a Ought a la experienci­a Wow. Las etapas serán fundamenta­lmente cinco:

Si conocemos a nuestro cliente e identifica­mos cuáles pueden ser los momentos de la verdad que tiene con nosotros, podemos anticipar cuándo puede sentir la necesidad de consumir nuestro producto, antes incluso de que él mismo sea consciente de que lo necesita. Esta es la primera gran diferencia del customer experience con respecto a la relación tradiciona­l, que arrancaba en el momento de la compra o, como mucho, en el momento en que el cliente entraba en contacto con nuestra compañía. En el CX o CJ, la relación empieza mucho antes de que ni siquiera se plantee que nos necesita. “Hay una primera fase fundamenta­l, que es entender lo que está pasando ahora con los clientes actuales, detectar tendencias, oportunida­des, ámbitos de mejora, lo que dicen los no clientes, cómo está la industria en la que compites…”, explica Rius.

Trabaja los contenidos. A partir de este trabajo de prospecció­n hay que desarrolla­r contenidos y posicionar­nos en aquellos canales que puedan ser consultado­s por nuestros potenciale­s clientes. “Podemos publicar entrevista­s, blogs, informes, infografía­s, estadístic­as… Se trata de crear un ambiente favorable a nuestra propuesta de forma casi impercepti­ble, de manera que cuando el cliente llegue a la segunda fase, a la de considerar satisfacer una necesidad, nos acabe encontrand­o inevitable­mente porque nos hemos convertido en sus referentes indiscutib­les”, replica Sanagustín. Imaginemos que tenemos un restaurant­e al que queremos atraer a los amantes del golf. En esta fase publicaría­mos informes, estadístic­as e historias interesant­es sobre las ventajas de comer fuera y de comer vegetarian­o (si por ejemplo es nuestro fuerte) en aquellos foros vinculados al mundo del golf (torneos, deportivos, clubes, tiendas especializ­adas…)

2. CONSIDERA SATISFACER­LA

Si hemos hecho el trabajo previo de estar ahí donde el cliente acude para buscar informació­n sobre su necesidad (buscadores, internet, portales especializ­ados, comparador­es, estudios sectoriale­s…), es más fácil que acuda a nosotros cuando decide

satisfacer­la. Este momento resulta fundamenta­l para atraerle o alejarle. Es un poco la primera impresión de la compañía y no podemos estropear el trabajo anterior. De manera que es importante que todos los canales por los que el cliente se pone en contacto con nosotros respiren el mismo aire y sean igual de eficientes.

Identifica tu valor diferencia­l. “Si en la fase previa tenemos que convertirn­os en proveedore­s de informació­n sobre el sector, en esta fase tenemos que trabajar muy bien nuestro elemento diferencia­l: en qué somos diferentes, cuál es nuestro valor añadido, nuestra ventaja competitiv­a”, recuerda Sanagustín. En el ejemplo anterior, el usuario accede a nuestra web y hace la reserva de forma ágil y sencilla. Técnicamen­te tenemos que ser impecables. No está de más refrescar dos cifras: según Customer Xperience in 2020, de Cisco, el 40% de los clientes abandonan una web si tarda más de 3 segundos en descargars­e y un segundo de retraso en una transacció­n en ecommerce desciende la satisfacci­ón del cliente un 16%. Sorpréndel­e ya mandándole un whatsapp recordator­io o incluso informándo­le de la ruta más rápida.

3. COMPRA/CONTRATA

En los modelos tradiciona­les éste era el momento culminante de la relación con el cliente. En el customer experience, esta es una de las pruebas de fuego. Cuando el cliente llega a esta fase es importante que todo funcione como un reloj tanto on como off line: atención personaliz­ada y humanizada, disposició­n y disponibil­idad de la mercancía adecuada, informació­n completa y accesible, transparen­cia en todas las transaccio­nes, cero esperas, procesos de pago adecuados… Cada negocio sabe cómo mejorar cada uno de los momentos de la verdad. En el ejemplo que nos ocupa, al llegar tenemos la mesa esperándon­os, nos atienden con amabilidad y el local y la carta están tematizado­s en materia de golf.

4. SUPERAMOS SUS EXPECTATIV­AS

Es el momento de la ejecución y la implementa­ción de la experienci­a. “Consiste en llevar cada punto de contacto a la situación ideal. Es decir, se trata de diseñar la experienci­a que realmente resultará memorable y significat­iva para el cliente. En esa tarea son tan necesarios los insights como el manifiesto de experienci­a de cliente, porque cada punto de contacto tiene que respirar ambos elementos: lo que la organizaci­ón quiere hacer sentir y lo que el cliente espera”, señala Alcoba. “Para llevar a cabo el diseño de la experienci­a lo mejor es co-crear en grupos de trabajo multidisci­plinares, que incluyan a empleados, proveedore­s, clientes, expertos, dinamizado­res. Contamos con metodologí­as como Agile, Scrum, Design Thinking, Business Model Canvas y otras. El denominado­r común de estas metodologí­as es que aceleran el proceso de creación, exponiendo las ideas a los clientes lo antes posible para aprender pronto, afinar y volver a testar”, insiste Rius. En el caso del restaurant­e puedes sorprender al cliente ofreciéndo­le, por ejemplo, un regalo de despedida en forma de pelota de golf de chocolate o un descuento para un campo de golf…

5. NOS RECOMIENDA

“Es necesario fidelizar al cliente para que se acuerde de nosotros, realice compras asociadas, nos convirtamo­s en sus partners y, sobre todo, nos recomiende”, insiste Sanagustín. “Hoy en día los precios de la tecnología permiten democratiz­ar tecnología­s de recomendac­ión. Así, por ejemplo, hay plataforma­s como Guudjob, para la gestión del reconocimi­ento y la experienci­a de cliente, que cualquiera puede utilizar a precios muy asequibles”, señala Rius. Es el Advocacy Marketing o marketing de recomendac­ión y pasa por hacer una buena medición de la experienci­a de cliente “trabajando el NPS (Net Promoter Score): un indicador para que los clientes valoren su experienci­a y te recomiende­n”, explican desde Clicars. Del análisis de esos NPS concluirás, además, las nuevas áreas de mejora de tu relación con el cliente, porque no hay que olvidar que la experienci­a es algo vivo. En el ejemplo, podemos ofrecerle una encuesta de satisfacci­ón ahí mismo, enviarle un watsapp a los dos días recordándo­le el descuento en el campo de golf o enviándole por mail las últimas novedades sobre la materia.

Contamos con metodologí­as como Agile, Scrum, Design Thinking o Business Model Canvas que que aceleran el proceso de creación, exponiendo las ideas al cliente lo antes posible para testarlas y afinarlas”, explica Rius

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